Amós 4, 1 - 13

[1] Escuchen esta palabra, vacas de Basán, damas de los cerros de Samaria: Ustedes oprimen a los débiles, aplastan a los menesterosos, y luego dicen a sus maridos: «Sírvannos vino para tomar». [2] El Señor jura por su santidad: Está para llegar el día en que las levantarán a ustedes con arpones, y con un agujón, para empujar por detrás. [3] Cada una de ustedes saldrá como pueda por las aberturas de la muralla, y serán deportadas hacia el Hermón.

PREPÁRATE A ENFRENTARTE CON TU DIOS

[4] Vayan al santuario de Betel para pecar. Vayan al de Guilgal y pequen más todavía. Presenten sus sacrificios cada mañana y también los diezmos a los tres días. [5] Quemen, para dar gracias, panes sin levadura, y anuncien a los cuatro vientos sus ofrendas voluntarias, pues eso les gusta a ustedes, hijos de Israel, dice el Señor Yavé. [6] Yo dejé sus dientes limpios por no tener qué masticar e hice que faltara el pan en todas sus ciudades, pero ustedes no se han vuelto a mí - palabra de Yavé. [7] No les mandé la lluvia cuando faltaban tres meses para la cosecha, o bien hice llover sobre una ciudad mientras en otra no llovía; unos campos se regaron con la lluvia, pero otros, faltos de agua, se secaron. [8] La gente de dos o tres ciudades corría a otra ciudad en busca de agua, sin poder con ello calmar su sed. Y ustedes, sin embargo, no volvieron a mí -palabra de Yavé. [9] Yo les mandé la tiña y la polilla a todos sus jardines y viñedos; y devoró la langosta sus higueras y olivos. Con todo, ustedes no volvieron a mí -palabra de Yavé. [10] Desencadené sobre ustedes una peste parecida a la de Egipto; masacré por la espada a sus jóvenes y se llevaron a todos sus caballos; hice que subiera hasta sus narices la hediondez de sus muertos en combate. Y ustedes, sin embargo, no volvieron a mí -palabra de Yavé. [11] Los he estremecido como estremecí a Sodoma y Gomorra, y quedaron ustedes como un tizón sacado del fuego. Y ustedes, sin embargo, no volvieron a mí -palabra de Yavé. [12] Por eso ahora vengo a pedirte cuentas, Israel: prepárate a enfrentarte con tu Dios. [13] Porque ahí viene el que forma los montes y crea el viento, el que enseña al hombre la manera de reflexionar, el que hace de las tinieblas aurora y cabalga por las alturas de la tierra; Yavé, Dios de los Ejércitos, es su nombre.

[1] Vacas de Basan: las damas ricas y egoístas de la capital. Basán era una región al otro lado del Jordán, famosa en el Antiguo Testamento por sus gordos rebaños. Esas mujeres engordan a costa del pobre y saben solamente preparar cócteles. Amós anuncia el día en que serán sacadas de la capital vencida, sin más consideraciones que un vulgar rebaño, y desterradas.


[4] Amós recuerda muchos percances y pruebas que ofrecían a la gente de Israel la oportunidad para reflexionar. Amós nota el contraste que existe entre el lujo, la frecuencia de las celebraciones religiosas y la mala conducta del pueblo. Ellos piensan que si cumplen los ritos y ofrecen sacrificios, Dios no se fijará en su mala conducta.

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