Daniel 8, 1 - 27

OTRA VISIÓN SOBRE LA HISTORIA DE ANTÍOCO [1] El año tercero del reinado del rey Belsasar, yo Daniel, tuve una visión después de la anterior. [2] Durante la visión me veía en Susa, plaza fortificada en la provincia de Elam, miré y vi que me hallaba junto al río Ulay. [3] Levanté los ojos y vi un carnero que estaba delante del río. Tenía dos cuernos largos, pero uno más alto que el otro y el más alto se erigió después del otro. [4] Vi que el carnero atacaba contra el poniente, el norte y el sur. Ningún animal podía resistirle, ni nada escapar a su poder. Hacía lo que le parecía y así se hizo grande. [5] Estaba yo pensando, y en esto vino de occidente un macho cabrío como sobrevolando la tierra entera sin tocar el suelo, que tenía un cuerno enorme entre los ojos. [6] Vino donde el carnero de dos cuernos que ya había visto delante del río y corrió hacia él con todo el ardor de su fuerza. [7] Vi cómo alcanzaba al carnero y se ensañaba con él; lo embistió y le rompió los dos cuernos sin que el carnero pudiera resistirle. Lo echó por tierra y lo pisoteó; no había nadie que librara al carnero de su poder. [8] El macho cabrío se hizo muy grande, pero cuando estaba en todo su poder, se rompió el gran cuerno y en su lugar despuntaron cuatro enormes cuernos en dirección de los cuatro vientos del cielo. [9] De uno de ellos salió un cuerno pequeño; éste creció mucho en dirección al sur, al oriente y hacia el País Hermoso. [10] Creció hasta el ejército del cielo y precipitó a la tierra parte de las estrellas y las pisoteó con las patas. [11] Llegó incluso hasta el jefe del ejército, le quitó el sacrificio perpetuo y sacudió los cimientos de su templo y al ejército; [12] en el lugar del sacrificio puso la abominación y echó por tierra la verdad. Y cualquier cosa que emprendiera, tenía éxito. [13] Entonces oí a un santo que hablaba, y a otro que le contestaba: «¿Cuándo se cumplirá la visión? ¿Hasta cuándo lo del sacrificio perpetuo, la abominación del devastador, el santuario profanado y el ejército pisoteado?» [14] Le respondió: «Hasta dentro de las mil trescientas mañanas y tardes; después será rehabilitado el Templo.» [15] Mientras yo, Daniel, contemplaba esta visión y trataba de comprenderla, vi de pronto delante de mí un personaje de aspecto humano, [16] y oí una voz humana, sobre el río Ulay, que gritaba: «Gabriel, explícale la visión.» [17] El se acercó al lugar donde yo estaba. Cuando llegó, me asusté y caí de bruces. Me dijo: «Hijo de hombre, entiende; esta visión se refiere al tiempo del fin.» [18] Mientras me hablaba, perdí el conocimiento, cara en tierra. Me tocó y me hizo enderezarme donde estaba. [19] Luego, dijo: «Mira, voy a revelarte lo que ocurrirá al fin de la ira, porque el fin está fijado. [20] El carnero que has visto, con sus dos cuernos, significa los reyes de los medos y los persas. [21] El macho cabrío velludo es el rey de Grecia; el cuerno grande entre sus ojos es el primero de sus reyes, [22] éste se rompió y los cuatro cuernos que salieron en su lugar son cuatro reinos que saldrán de su nación, pero no alcanzarán su poder. [23] Al término de su reino, cuando los pecadores lleguen al colmo, surgirá un rey insolente y hábil en engaños. [24] Su fuerza crecerá tanto que proyectará cosas inauditas. Sus empresas prosperarán; destruirá a poderosos y al propio pueblo de los santos. [25] Llevará a cabo sus engaños, se creerá mucho y, en plena paz, destruirá a muchos. Incluso se alzará contra el Príncipe de los príncipes, pero, sin que intervenga mano alguna, será destruido. [26] Es verdad lo que dijo la visión de las mañanas y las tardes, pero tú guarda en secreto la visión, pues se cumplirá en tiempos remotos.» [27] Entonces, yo, Daniel, me desmayé y estuve enfermo unos cuantos días. Luego me levanté para ocuparme de los asuntos del rey. Seguía espantado por la visión y no la comprendía.

[1] En los capítulos que vienen a continuación se repite el mismo mensaje. Dios vendrá en el tiempo más crítico de la persecución. Solamente se dan más y más detalles para dar a los judíos la seguridad de que todos los acontecimientos que ellos han presenciado ya los conocía Dios de antemano; mientras suceden, él tiene señalado el tiempo en que vendrá a salvar.

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