Eclesiastés 6, 1 - 12

DE NUEVO LA PREGUNTA: ¿TODO ESO, PARA QUÉ? [1] Hay otro mal que he visto bajo el sol y que aplasta al hombre. [2] Alguien recibió de Dios fortuna, riqueza y honores: nada faltó de todo lo que pudo desear. Pero Dios no le concede disfrutar de ello, y es otro el que lo aprovecha. Esta es otra cosa muy mala y que no se puede justificar. [3] Supongamos que un hombre tuviera un centenar de hijos y viviera largos años, pero durante todo ese tiempo no encontrara la felicidad y no tuviera después sepultura - en ese caso digo que un recién nacido fallecido es más feliz que él. [4] Ese niño vino para nada, sólo para regresar a la negrura, y hasta su mismo nombre permanecerá en la oscuridad. [5] No vio ni conoció el sol, pero descansó; en cambio el otro, no. [6] Ese hombre pudo haber vivido dos mil años, pero ¿de qué le serviría si no conoció la felicidad? Bien se puede decir que todo va al mismo lugar. [7] Todo el trabajo del hombre es por su boca, pero esto no basta para llenar su alma. [8] ¿En qué aventaja el sabio al tonto? ¿En qué sale ganando el pobre cuando sabe comportarse en la vida? [9] Más vale creer en lo que se ve que dejarse llevar por sus deseos: pues allí también no se retiene nada y se corre tras el viento. [10] Todo lo que existe ya ha recibido su nombre, y se sabe lo que es un hombre: no puede discutir con Alguien más poderoso que él. [11] ¿Muchas palabras? Habrá mucho de vacío: ¿qué se habrá ganado? [12] ¿Quién sabe cómo debería vivir el hombre durante sus días contados y frágiles que pasan como sombra? ¿Quién le revelará al hombre lo que pasará bajo el sol después de él?

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