Nahúm 3, 1 - 19

LA CIUDAD DE SANGRE [1] Pobre de la ciudad de sangre, toda llena de mentira, de rapiña, de incesantes robos. [2] Chasquido de látigo, estrépito de ruedas, caballos que galopan, carros que saltan, [3] caballerías que avanzan, llamear de espadas, centellear de lanzas, multitud de heridos, montones de muertos, cadáveres sin fin; se tropieza en los cadáveres. [4] Así paga sus muchas prostituciones la prostituta de encantadores atractivos, maestra en sortilegios, que engañaba a los pueblos con sus prostituciones y a las naciones con sus sortilegios. [5] Aquí estoy contra ti, palabra de Yavé Sebaot, voy a alzar tus faldas hasta tu cara; mostraré a las naciones tu desnudez, y verán los reinos tus vergüenzas. [6] Arrojaré inmundicias sobre ti, te deshonraré y te pondré como espectáculo [7] y todo el que te vea, huirá de ti. Dirán: «Asolada está Nínive, ¿quién tendrá piedad de ella? ¿Dónde buscar quien la consuele?» [8] ¿Eres acaso tú mejor que No-Amón, la ciudad situada entre los ríos, rodeada de aguas, que tenía el mar por antemuro? [9] Etiopía y Egipto la defendían; su fuerza no tenía límite; Put y los libios venían en su ayuda. [10] También ella fue al destierro, partió al cautiverio; sus niños fueron estrellados en los cruces de las calles. Se echaron suertes sobre sus notables y todos sus grandes fueron cargados de cadenas. [11] También tú quedarás ebria, También tú buscarás un refugio contra el enemigo. [12] Tus fortalezas son como higueras cargadas de brevas: si se las sacude, caen en la boca de quien va a comerlas. [13] Mira a tus habitantes: son ahora como mujeres; las puertas de tu país están abiertas, y tus enemigos pueden entrar, el fuego ha devorado tus trancas. [14] Sácate agua para el asedio, refuerza tus fortalezas, métete en la arcilla, pisa el mortero, toma el molde para hacer ladrillos. [15] Aunque fueras numeroso como el pulgón, incontable como la langosta el fuego te consumirá, te exterminará la espada, [16] Habías multiplicado tus mercaderes más que las estrellas del cielo, [17] tus guardias, como langosta, y tus funcionarios como enjambres de insectos que se posan en los cercos en un día de frío. Sale el sol y se van, se despliegan los pulgones, se vuelan y nadie sabe dónde. [18] Dormidos están tus pastores, ¡oh rey de Asur! Duermen también tus capitanes, tu pueblo está disperso por los montes, y no hay quien lo reúna. [19] ¡No hay remedio para tu herida, tu llaga es incurable! Todos los que oyen aplauden por tu ruina; pues, ¿sobre quién no pesó constantemente tu crueldad?

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