Salmo 110 (109), 1 - 7

[1] Palabra del Señor a mi señor: "¡Siéntate a mi derecha y ve cómo hago de tus enemigos la tarima de tus pies!" [2] Desde Sión extenderá el Señor el cetro de tu mando: domina en medio de tus enemigos. [3] "Tuyo es el principado desde el día de tu nacimiento; de mí en el monte sagrado tú has nacido; como nace el rocío de la aurora". [4] Juró el Señor y no ha de retractarse: "Tú eres para siempre sacerdote a la manera de Melquisedec". [5] A tu diestra está el Señor, aplasta a los reyes en el día de su cólera; [6] juzga a las naciones: está lleno de cadáveres, y de cabezas rotas a lo ancho de la tierra. [7] El bebe del torrente, en el camino, por eso levanta su cabeza.

[1] Es muy probable que este salmo haya sido escrito para Simón Macabeo; véase el comentario sobre Melquisedec en Hebreos 7. Pero, tal vez sin quererlo, lo dejaron lleno de un mensaje profético, y ahora no podemos leerlo sin que lo refiramos a Cristo.Palabra del Señor a mi Señor. A veces nos parece que estamos encerrados en los problemas de la vida como en una cárcel. Este salmo breve es como un relámpago que ilumina la cárcel y nos muestra una puerta de salida inesperada, hacia arriba.A pesar de ciertas expresiones oscuras -debidas a su antigüedad-, tiene un sentido general bien claro: vendrá un hombre desde Sión que, así como lo indican las expresiones belicosas de los versículos 5-6, luchará victoriosamente contra todas las fuerzas hostiles.El bebe del torrente del camino: es sin duda una alusión a Jueces 7,4: los guerreros que han sabido salir airosos de la prueba. El combate será difícil pero al final Dios lo invitará a sentarse a su derecha y todo se le someterá.Melquisedec, es el misterioso personaje del Génesis (14,18) cuyos antecedentes se ignoran totalmente, pero a quien Abrahán ofrece la décima parte de sus conquistas. Con Melquisedec, rey y sacerdote, ya tenemos a Cristo (Heb 7).

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