Salmo 118 (117), 1 - 29

[1] Den gracias al Señor, pues él es bueno, pues su bondad perdura para siempre. [2] Que lo diga Israel: ¡su bondad es para siempre! [3] Que lo diga la casa de Aarón: ¡su bondad es para siempre! [4] Que lo digan los que temen al Señor: ¡su bondad es para siempre! [5] Al Señor, en mi angustia, le clamé, y me respondió sacándome de apuros. [6] Si el Señor está conmigo, no temo, ¿qué podrá hacerme el hombre? [7] Cuento al Señor entre los que me ayudan, y veré a mis enemigos a mis pies. [8] Más vale refugiarse en el Señor que confiar en los poderosos. [10] Todos los paganos me rodeaban, pero en el nombre del Señor los humillé. [11] Me rodeaban, me tenían cercado, pero en el nombre del Señor los humillé. [12] Me rodeaban como avispas, cayeron como zarza que se quema, pues en nombre del Señor los humillé. [13] Me empujaron con fuerza para botarme, pero acudió el Señor a socorrerme. [14] El Señor es mi fuerza, el motivo de mi canto, ha sido para mí la salvación. [15] Clamores de alegría y de triunfo resuenan en las tiendas de los justos: "¡La diestra del Señor hizo proezas, [16] la diestra del Señor lo ha enaltecido, la diestra del Señor hizo proezas!" [17] No, no moriré sino que viviré y contaré las obras del Señor. [18] El Señor me corrigió mucho, pero no me entregó a la muerte. [19] "¡Abranme las puertas de justicia para entrar a dar gracias al Señor!" [20] "Esta es la puerta que lleva al Señor, por ella entran los justos". [21] ¡Te agradezco que me hayas escuchado, tú has sido para mí la salvación! [22] La piedra rechazada por los maestros pasó a ser la piedra principal; [23] ésta fue la obra del Señor, no podían creerlo nuestros ojos. [24] ¡Este es el día que ha hecho el Señor, gocemos y alegrémonos en él! [25] ¡Danos, oh Señor, la salvación, danos, oh Señor, la victoria! [26] "¡Bendito sea el que viene en el nombre del Señor! desde la casa del Señor los bendecimos: [27] el Señor es Dios, él nos ilumina". Formen la procesión con ramos en la mano hasta los cuernos del altar. [28] Tú eres mi Dios, te doy gracias; ¡Dios mío, te digo que eres grande! [29] Den gracias al Señor, pues él es bueno, pues su bondad perdura para siempre.

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[1] Este salmo se cantaba al entrar las procesiones al templo de Jerusalén. El pueblo y su jefe alternan con el coro de los levitas. Al final los sacerdotes imparten la bendición de Aarón (Núm 6,22).¿Qué canta Israel? Su acción de gracias a Dios que lo ha salvado de la muerte y lo resucita; a Dios que elige a los pobres y a los despreciados de este mundo para construir con ellos su reino.La piedra que dejaron los maestros: es una manera de retomar el anuncio de Isaías 28,16. Pero, ¿quién se atreverá a hacerlo sino el Cristo resucitado? (véase Mt 21,42, He 4,11).

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