Salmo 120 (119), 1 - 7

[1] Al Señor, en medio de mi angustia, yo clamé y él me respondió. [2] Salva mi alma, Señor, de labios mentirosos, de la lengua calumniadora. [3] ¿Qué se te dará o que se te agregará, oh lengua calumniadora? [4] Flechas muy puntiagudas de guerrero, endurecidas en brasas de retama. [5] ¡Ay de mí que en Mesec debo vivir y habitar en las tiendas de Quedar! [6] Mi alma halló muy larga su permanencia entre aquellos que detestan la paz. [7] Estoy por la paz, pero apenas de eso hablo, ellos no piensan más que en guerra.

[1] Los salmos 120 al 134 tienen el mismo título: «Canción de las subidas.» Sin duda, fueron cantados por los peregrinos judíos que caminaban hacia el templo de Jerusalén. Por eso encontramos en ellos, a menudo, una antífona que repetía la muchedumbre de los peregrinos.

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