Salmo 132 (131), 1 - 18

[1] Señor, tenle en cuenta a David su total disponibilidad, [2] cuando hizo un juramento al Señor, una promesa al Fuerte de Jacob: [3] "No entraré en la tienda, que es mi casa, ni me tenderé en el lecho donde descanso, [4] no concederé el sueño a mis ojos ni descanso a mis párpados [5] hasta que halle un lugar para el Señor, una morada para el Fuerte de Jacob". [6] Hemos sabido que el Arca está en Efrata, la encontramos en los campos de Jaar. [7] Entremos, pues, en su morada, postrémonos ante la tarima de sus pies. [8] ¡Levántate, Señor, y ven a tu reposo, tú y el Arca de tu fuerza! [9] ¡Que tus sacerdotes se revistan de justicia y tus fieles griten de alegría! [10] Por amor a David, tu servidor, no apartes la cara de tu ungido. [11] El Señor se lo juró a David, verdad de la que no se desdecirá: "Del fruto de tus entrañas pondré a alguien en tu trono. [12] Si tus hijos guardaren mi alianza y mis testimonios que les he enseñado, también sus hijos para siempre se sentarán en tu trono". [13] Y el Señor escogió a Sión, quiso que fuera su residencia: [14] "Aquí está mi descanso para siempre, en ella moraré, pues yo lo quise. [15] Sus graneros los bendeciré y a sus pobres los saciaré de pan. [16] De gloria revestiré a sus sacerdotes y sus fieles gritarán de júbilo. [17] Allí haré brotar un cuerno para David, allí pondré una lámpara para mi ungido. [18] Cubriré de vergüenza a sus enemigos mientras sobre él brillará su diadema".

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