Salmo 137 (136), 1 - 9

[1] Al borde de los canales de Babilonia nos sentábamos, y llorábamos [2] al acordarnos de Sión; en los sauces que por allí se encuentran habíamos colgado nuestras arpas. [3] Allí los que nos habían deportado nos pedían palabras de una canción y nuestros raptores, un canto de alegría: "¡Cántennos un canto de Sión!" [4] ¿Cómo íbamos a cantar un canto del Señor en un suelo extranjero? [5] ¡Si me olvido de ti, Jerusalén, que mi derecha se olvide de mí! [6] Que mi lengua se pegue al paladar si de ti no me acuerdo, si no considero a Jerusalén como mi máxima alegría. [7] No te olvides, Señor, de los hijos de Edom que, el día en que cayó Jerusalén, decían: "¡Arrásenla, arrásenla hasta los mismos cimientos!" [8] Hija de Babilonia, que serás destruida, dichoso el que te hiciere los males que a nosotros nos hiciste. [9] ¡Dichoso aquel que agarre a tus pequeños y los estrelle contra las rocas!

[1] Este es otro salmo en donde el amor a la justicia está junto con maldiciones a los poderosos del momento. ¿Habrá que censurarlo? Pero no es demasiado fuerte para un mundo donde son aplastadas más de dos mil millones de personas. ¿Qué era más malo: aplastar a los hijos de Babel o a los que van a parar a los basureros de las clínicas?

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