Salmo 141 (140), 1 - 10

[1] Señor, te llamo, ven a mí sin demora, oye mi voz cuando te grito. [2] ¡Suba a ti mi oración como el incienso, mis manos que a ti levanto sean como la ofrenda de la tarde! [3] Pon, Señor, una guardia ante mi boca y vigila la puerta de mis labios. [4] Mi corazón no inclines a obras malas, que en negocios oscuros no me meta con los que hacen el mal. ¡No me dejes probar sus golosinas! [5] Que el justo me golpee y me corrija y el óleo de los malos no luzca en mi cabeza. mi oración denunciará siempre sus crímenes. [6] Sus jefes fueron echados desde el peñón, comprendieron entonces que hablaba con bondad; [7] cuando la tierra se abrió a sus pies, sus huesos tapizaron la entrada del infierno. [8] Adonai Señor, hacia ti vuelvo mis ojos, en ti me refugio, no expongas mi vida. [9] Protégeme del lazo que me han tendido, de las trampas de los que hacen el mal. [10] Que en sus propias redes caigan los impíos mientras que sólo a mí se me abre paso.

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