Salmo 35 (34), 1 - 28

[1] Ataca, Señor, a los que me atacan, combate a los que me combaten. [2] Ponte la armadura, toma el escudo, y te levantas para venir a socorrerme. [3] Blandes la lanza y el hacha contra mis perseguidores, y a mí me dices: "¡Yo soy tu salvación!" [4] Que sean humillados y fracasen los que quieren mi vida, que retrocedan y sean confundidos los que rumian mi desgracia. [5] Que sean como pelusa al viento, acosados por el ángel del Señor. [6] Que su camino sea oscuro y resbaladizo, perseguidos por el ángel del Señor. [7] Sin motivo me tendieron una trampa, y cavaron una fosa para mí. [8] Que sin aviso venga sobre ellos la ruina, que queden atrapados en su trampa y caigan en su fosa. [9] Y mi alma se alegrará en el Señor, muy contenta con su intervención. [10] Todo mi ser exclamará: " Señor, ¿quién hay como tú, que libras al débil de la mano del fuerte, y al pobre y al pequeño del que los despoja?" [11] Falsos testigos se levantan en mi contra, me interrogan por cosas que yo ignoro; [12] me devuelven mal por bien, y me miran cómo me debato. [13] Pero yo, cuando se enfermaban, me vestía de saco, ayunaba, hacía penitencia, y no cesaba de rezar por ellos. [14] Caminaba sin rumbo como por un amigo o un hermano, me curvaba de tristeza como quien llora a su madre. [15] Pero en cuanto caí, se alegraron y se juntaron todos contra mí como extranjeros o desconocidos. [16] Sin cesar me desgarran esos hipócritas, burlándose de mí continuamente y rechinando contra mí los dientes. [17] Señor, ¿te quedarás mirando? Rescátame de los leones rugientes, pues no tengo sino una vida. [18] Te daré gracias en la gran asamblea, te alabaré cuando esté todo el pueblo. [19] Que no se rían los que me odian sin razón, ni se guiñen el ojo, pues no tienen excusas. [20] Esa gente no quiere la paz para los pacíficos del país; siniestros planes han maquinado [21] y hablan abiertamente contra mí: "¡Sí, sí", dicen, "nosotros lo hemos visto!" [22] Tú, Señor, que lo has visto, no te quedes callado, ¡no te apartes de mí, Señor! [23] Despiértate y levántate, que es tiempo de juzgar. Señor, Dios mío, toma mi defensa. [24] Júzgame, Señor, tú que eres justo, y que no puedan reírse de mí, [25] ni digan: "¡Salió tal como queríamos, al fin lo hemos devorado!" [26] Queden avergonzados y humillados, todos los que se ríen de mi desgracia. Queden cubiertos de infamia y de desprecio los que se alzan contra mí. [27] Ríanse y alégrense los que creen en mis derechos, y que puedan decir siempre: "¡Grande es el Señor, pues supo defender a su servidor!" [28] Yo les diré que tú eres justo, todo el día te alabaré.

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