Salmo 37 (36), 1 - 40

[1] No te acalores, pensando en los malos ni envidies a los que cometen maldad. [2] Muy pronto se marchitarán como la hierba, se secarán como el verdor de los prados. [3] Confía en el Señor y haz el bien, habita en tu tierra y come tranquilo. [4] Pon tu alegría en el Señor, él te dará lo que ansió tu corazón. [5] Encomienda al Señor tus empresas, confía en él que lo hará bien. [6] Hará brillar tus méritos como la luz y tus derechos como el sol del mediodía. [7] Cállate ante el Señor y espéralo; no te indignes por el aprovechador, [14c] por el que atropella al pobre y al pequeño. [8] Calma tu enojo, renuncia al rencor, no te exasperes, que te haría mal. [9] Pues los malvados serán extirpados y tendrán la tierra los que esperan al Señor. [10] Sólo un momento y ya no está el impío, si buscas dónde estaba ya no lo encontrarás. [11] Los humildes heredarán la tierra y será grande su prosperidad. [12] El malo complota contra el justo, y rechina los dientes contra él. [13] Pero el Señor se burla de él, porque ve que le llega su hora. [14] Han desenvainado la espada los malvados y tensado su arco para matar al justo. [15] Pero su espada les traspasa el corazón y sus arcos se rompen. [16] Al que es justo le va mejor con poco que al malvado con toda su riqueza. [17] Porque al malo le quebrarán los brazos, en cambio a los justos los apoya el Señor. [18] El Señor cuida los días de los buenos, su herencia será eterna. [19] Cuando haya escasez no tendrán problemas y tendrán qué comer cuando arrecie el hambre. [20] Pero los impíos perecerán y sus hijos mendigarán el pan. Los que odian al Señor desaparecen como flores del prado, y se desvanecen como el humo. [21] El impío pide fiado y no devuelve, pero el justo es compasivo y comparte. [22] Los que él bendice poseerán la tierra, y los que él maldice serán eliminados. [23] El Señor guía los pasos del hombre; lo afirma si le gusta su conducta. [24] Si el bueno cae, no se queda en tierra, porque el Señor lo tiene de la mano. [25] Fui joven y ahora soy viejo, pero nunca vi a un justo abandonado. [26] No se ha cansado de dar y prestar: en sus hijos se notará la bendición. [27] Apártate del mal y haz el bien, y tendrás una casa para siempre. [28] Porque el Señor ama lo que es justo y no abandona jamás a sus amigos. Los pecadores perecerán para siempre y se acabará la raza de los malos. [29] Los justos poseerán la tierra y habitarán en ella para siempre. [30] Medita el justo los dichos de los sabios y si habla, expresa lo que es justo. [31] Con la ley del Señor en su corazón, sus pasos no vacilan. [32] El malvado anda espiando al justo y trata siempre de darle muerte. [33] Pero el Señor no lo deja en sus manos ni permite que sus jueces lo condenen. [34] Espera en el Señor y sigue su camino, él te librará de los impíos, y te mantendrá hasta que heredes la tierra; presenciarás la caída de los malos. [35] He visto al impío, vuelto tirano, elevarse como un cedro del Líbano. [36] Pasé de nuevo, pero ya no estaba, lo busqué, pero no lo encontré. [37] Observa al perfecto, mira al hombre recto: toda una posteridad tendrá el hombre de paz. [38] Los pecadores, en cambio, de una vez se irán, la raza de los malos será exterminada. [39] La salvación de los justos viene del Señor, él es su refugio en tiempos de angustia. [40] El Señor los ayuda y los libera, salva a cuantos confiaron en él.

[1] El salmo se dirige no sólo a los creyentes sino a un pueblo de Dios preocupado por su tierra. No te desanimes cuando te pongan dificultades; mantente firme cuando se multipliquen las pequeñas molestias para echarte. Ten calma y no te descorazones. Los hijos de un pueblo solidario y que cree en las promesas de Dios, serán un día los dueños del mundo. El tiempo trabaja para Dios; el árbol que no plantó el Padre será arrancado; la historia se vuelve en contra de los que imponían su verdad.

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