Salmo 39 (38), 1 - 14

[2] Había dicho:"Andaré derecho, para que no peque por mi lengua, le pondré a mi lengua una mordaza mientras el malvado se yergue ante mí". [3] Callaba resignado, sin decir palabra, pero me atormentaba al ver su buena suerte; [4] me ardía por dentro el corazón, y el escándalo atizaba el fuego, hasta que al fin se me soltó la lengua. [5] "Señor, haz que conozca mi fin y cuál es el largo de mis días, para que sepa lo frágil que soy. [6] A mis días no les diste más de una cuarta y mi existencia es nada para ti. El hijo de Adán se pavonea, pero no es más que soplo [7] Pasa el hombrel mortal como una sombra, no es más que un soplo, pero se afana y almacena sin saber quién lo tendrá. [8] Si es así, ¿qué me queda, Señor? Pondré en ti mi esperanza. [9] No consideres todos mis pecados, no me avergüences ante el insensato". [10] Me callo, no hablaré más, pues tú así lo dispusiste. [11] Aleja de mí tus castigos, que me han destrozado los golpes de tu mano. [12] Corriges al hombre cobrándole sus culpas, roes como polilla lo que más deseó En verdad, el hombre es sólo un soplo. [13] Señor, escucha mi plegaria, presta oído a mis clamores, no permanezcas sordo a mis lágrimas, pues en tu casa soy un forastero y, como mis padres, peregrino. [14] Dame un descanso, que pueda respirar antes de que me vaya y ya no esté.

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