Salmo 41 (40), 1 - 14

[2] Feliz el que se acuerda del pobre y del débil, en el día malo lo salvará el Señor; [3] el Señor lo guardará, lo mantendrá con vida y feliz en esta tierra: - no lo dejarás en manos de sus enemigos- [4] El Señor lo acompaña en su lecho de dolor y le arregla la cama mientras está enfermo. [5] Yo dije: "Señor, apiádate de mí, sáname porque he pecado contra ti". [6] Mis enemigos me desean lo peor: "A ver si se muere y ya no se habla más de él". [7] Si alguien viene a verme, habla por hablar, pero se informa para dañarme; apenas está fuera, esparce sus rumores. [8] Mis enemigos se juntan y cuchichean, mientras comentan mi mal: [9] "Este ataque no es una cosa buena, cayó a la cama para no levantarse". [10] Hasta mi amigo seguro en el que yo confiaba, que mi pan compartía, se ha vuelto en contra mía. [11] Pero tú, Señor, ten piedad de mí, ponme en pie, que quiero pagarles con lo mismo. [12] Que mis enemigos no canten victoria, y reconoceré que me valoras. [13] Tú me asistirás, Señor, porque no hay falta en mí, y me mantendrás en tu presencia para siempre. [14] ¡Bendito sea el Señor, Dios de Israel, desde siempre y para siempre! ¡Así sea!


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