Salmo 66 (65), 1 - 20

[2] Aclamen a Dios en toda la tierra, canten salmos a su glorioso nombre, hagan alarde de sus alabanzas. [3] Digan a Dios: ¡Qué terribles son tus obras! Tu fuerza es tal que tus enemigos se convierten en tus aduladores. [4] Toda la tierra ante ti se inclina, te canta y celebra tu Nombre. [5] Vengan a ver las obras de Dios: sus milagros que a los hombres espantan. [6] Transforma el mar en tierra firme, por el río pasaron caminando; ¡Que para él sean nuestros festejos, para el Valiente, siempre vencedor! [7] Con sus ojos vigila a las naciones no sea que se alcen los rebeldes. [8] Bendigan, pueblos, a nuestro Dios, que se escuchen sus voces, que lo alaban, [9] porque él nos ha devuelto a la vida y no dejó que tropezaran nuestros pies. [10] ¿Oh Dios, por qué nos examinaste y nos pusiste en el crisol como la plata? [11] Nos hiciste caer en la trampa y la angustia nos apretó el estómago. [12] Dejaste que un cualquiera cabalgara sobre nuestras cabezas, por el fuego y por el agua hemos pasado pero, al fin, nos has hecho respirar. [13] Llegaré hasta tu Casa con holocaustos, y te cumpliré mis votos, [14] que en mi angustia mis labios pronunciaron y ratificó mi boca. [15] Te ofreceré animales bien cebados, hacia ti subirá el humo de los corderos, te inmolaré bueyes y chivos. [16] Vengan a oírme los que temen a Dios, les contaré lo que hizo por mí. [17] Mi boca le gritaba alabanzas pues estaban debajo de mi lengua. [18] Si hubiere visto maldad en mi corazón, el Señor no me habría escuchado. [19] Pero Dios me escuchó y atendió a la voz de mi plegaria. [20] ¡Bendito sea Dios, que no desvió mi súplica ni apartó de mi su amor!

[1] El salmista sabe que Dios no es solamente el creador de la naturaleza, sino que defiende a su pueblo en medio de un mundo hostil, por lo que recuerda sus prodigios para salvar. Te damos gracias, Señor, Dios Todopoderoso, porque empezaste a reinar. Las naciones se habían enfurecido, pero llegó tu enojo, el momento de juzgar a los muertos, de premiar a tus siervos los profetas, a tus santos y a cuantos honran tu Nombre, y destruir a los que destruían la tierra. (Ap 11,17-18.)

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