Salmo 87 (86), 1 - 7

[1] La ciudad que fundó en los montes santos, [2] las puertas de Sión, ama el Señor más que todas las moradas de Jacob. [3] De ti se dicen cosas admirables, ciudad de Dios. [4] Hablamos entre amigos de Egipto y Babilonia, luego, de Tiro, Filistea y Etiopía: tal y cual han nacido aquí o allá. [5] Mas de Sión se dirá: "Es la madre, porque en ella todos han nacido y quien la fundó es el Altísimo". [6] El Señor inscribe a los pueblos en el registro: "Este en ella nació, éste también". [7] Mientras tanto en ti todos se alegran con cantos y con bailes.

[1] También éstos nacieron en ella. Dios mira a todos los pueblos de la tierra y los inscribe en su libro como si fueran hijos de su Ciudad Santa. Pero de Sión se dirá: Madre. La Jerusalén nueva es la Iglesia, madre de todos los pueblos, y la viva imagen de la Iglesia es María, madre de todos los creyentes. No digamos que los hombres de cualquier religión pertenecen a la Iglesia sin saberlo. Sólo al fin de la historia ella será el centro de todos los problemas de la humanidad. Y es en la post-Iglesia donde todos juntos se alegran, cantan y bailan.

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