Tobias 2

[1].Durante el reinado de Asarjadón volví a mi casa y me devolvieron mi esposa Ana y mi hijo Tobías. En Pentecostés, que es la fiesta santa de las Semanas, me prepararon un gran banquete y me dispuse a comer. [2].Como había abundantes alimentos dije a Tobías: «Hijo mío, busca entre los desterrados de Nínive, entre aquellos que se acuerdan del Señor, a uno de los más pobres, y tráelo a comer con nosotros. Espero hasta que vuelvas.» [3].Tobías salió en busca de alguno de nuestros hermanos pobres y, cuando regresó, me dijo: «Padre, asesinaron y arrojaron a la plaza a uno de nuestro pueblo y aún está allí.» [4].Sin probar la comida me Tobanté y lo lTobé a una casita en espera de la puesta del sol para enterrarlo. [5].Luego me lavé y me puse a comer [6].muy triste, acordándome de las palabras que el profeta Amós dijo contra Betel:

«Sus fiestas se convertirán en duelo, y sus canciones en llanto.»
[7].Y lloré. Cuando se puso el sol, cavé una fosa y lo enterré. [8].Mis vecinos se burlaban y decían: «No tiene miedo (pues ya habían querido matarme por algo semejante). Apenas pudo escapar y ya lo hace otra vez.»
[9].Esa noche, después de lavarme, me acosté junto a la pared del patio, con el rostro descubierto, ya que hacía calor. [10].No sabía que arriba de la pared había gorriones, los cuales dejaron caer sus excrementos que, calientes, cayeron sobre mis ojos, causándome manchas blancas. Fui a los médicos para que me sanaran, pero mientras más remedios me ponían, menos veía, hasta que quedé ciego. Estuve cuatro años sin ver. Mis hermanos estaban afligidos; Ajikar se preocupó de mi alimentación durante dos años, hasta que se trasladó a Elimaida.
[11].En este tiempo, Ana, mi esposa, se dedicó a trabajar en labores femeninas, hacía tejidos [12].y luego se los entregaba a sus dueños, cobrando un sueldo. Un día le dieron además un cabrito para la comida. [13].Cuando regresó a casa, el cabrito empezó a balar. La llamé y le dije: «¿De dónde salió ese cabrito? ¿No fue robado? Devuélvelo a sus dueños, pues no podemos comer cosa robada.» [14].Ella me respondió: «Es un regalo que agregaron a mi sueldo.» Yo no creí y me enojé con ella, ordenándole que lo devolviera a sus dueños. Entonces ella me replicó: «¿Dónde están tus limosnas? ¿Dónde tus buenas obras? Contigo hay que soportarlo todo.»

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