1A Reyes 19, 1 - 21

ELÍAS HUYE AL DESIERTO.

ENCUENTRA A DIOS EN EL HOREB

[1] Ajab contó a Jezabel todo lo que había hecho Elías y cómo había dado muerte a cuchillo a todos los profetas de Baal. [2] Y Jezabel mandó a decir a Elías: «Que yo muera si mañana a esta hora no te trato como has tratado a los profetas de Baal.» [3] Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Al llegar a Bersebá de Judá dejó allí a su muchacho. [4] Caminó por el desierto todo un día y se sentó bajo un árbol. Allí deseó la muerte y se dijo: «Ya basta, Yavé. Toma mi vida, pues yo voy a morir como mis padres.» [5] Después se acostó y se quedó dormido debajo del árbol. Un ángel vino a tocar a Elías y lo despertó diciendo: «Levántate y come.» [6] Elías miró y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras calientes y un jarro de agua. Después que comió y bebió, se volvió a acostar. [7] Pero por segunda vez el ángel de Yavé lo despertó diciendo: «Levántate y come; si no, el camino será demasiado largo para ti.» [8] Se levantó, pues, para comer y beber, y con la fuerza que le dio aquella comida, caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta llegar al cerro de Dios, el Horeb. [9] Allí se dirigió hacia la cueva y pasó la noche en aquel lugar. Y le llegó una palabra de Yavé: «¿Qué haces aquí, Elías?» [10] El respondió: «Ardo de amor celoso por Yavé, Dios de los Ejércitos, porque los israelitas te han abandonado, han derribado tus altares y han muerto a espada a tus profetas. Sólo quedo yo, y me buscan para quitarme la vida.» [11] Entonces se le dijo: «Sal fuera y permanece en el monte esperando a Yavé, pues Yavé va a pasar.» Vino primero un huracán tan violento que hendía los cerros y quebraba las rocas delante de Yavé. Pero Yavé no estaba en el huracán. [12] Después hubo un terremoto, pero Yavé no estaba en el terremoto. Después brilló un rayo, pero Yavé no estaba en el rayo. Y después del rayo se sintió el murmullo de una suave brisa. [13] Elías al oírlo se tapó la cara con su manto, salió de la cueva y se paró a su entrada. Y nuevamente se le preguntó: «¿Qué haces aquí, Elías?» [14] El respondió: «Ardo de amor celoso por Yavé, Dios de los Ejércitos, porque los israelitas te han abandonado, derribando tus altares y dando muerte a tus profetas. Sólo quedo yo, y quieren matarme.» [15] Yavé le dijo: «Vuelve por donde viniste atravesando el desierto y anda hasta Damasco. Tienes que establecer a Jazael como rey de Aram, [16] a Jehú como rey de Israel, y a Eliseo para ser profeta después de ti. [17] Al que no mate Jazael, lo hará morir Jehú, al que no haga morir Jehú, lo matará Eliseo. [18] Pero dejaré en Israel a siete mil hombres, que son todos los que no se arrodillaron ante Baal, ni lo besaron.» [19] Elías partió de allí. Encontró a Eliseo, hijo de Safat. Este estaba arando una parcela de doce medias hectáreas y llegaba a la última. Elías, al pasar, le echó su manto encima. [20] Eliseo entonces abandonó los bueyes, corrió tras Elías y le dijo: «Déjame ir a abrazar a mi padre y a mi madre y te seguiré.» Respondió Elías: «Vuélvete, si quieres; era algo sin importancia.» [21] Pero Eliseo tomó los bueyes y los sacrificó. Asó su carne con la madera del arado y la repartió a su gente para que comiera. Después partió en seguimiento de Elías y entró a su servicio.

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[1] Elías tuvo miedo y huyó para salvar su vida. Así, pues, el milagro no solucionó milagrosamente los problemas de la fe. Se puede ver en el mapa cómo Elías atraviesa de norte a sur los dos reinos de Israel y de Judá. El Carmelo dista 250 kilómetros de Bersebá, último pueblo antes del desierto, en el sur de Judá. El camino será largo para ti (7). Elías iba solamente a la entrada del desierto para ponerse a salvo, pero Dios lo lleva mucho más allá. Se le da un pan misterioso que recuerda el maná de los hebreos en el desierto y el pan eucarístico que dará Jesús para nuestro camino espiritual (Juan 6,8).Caminó cuarenta días y cuarenta noches (ver Ex 24,18). Elías va al encuentro de Yavé. Jesús mismo irá al desierto como a una prueba necesaria, y nosotros también necesitamos en ciertos momentos «ir al desierto», o que Dios, a la fuerza, nos ponga en el desierto, es decir, a solas con nuestra pobreza, para saber mejor cuánta falta nos hace él. (Ver también Os 2,16.) El camino solitario de Elías anuncia el itinerario que habrán de emprender los que buscan a Dios. Por más que necesitemos el apoyo del cónyuge, de los compañeros, de la Iglesia, cada uno sigue su propio camino, y encuentra a Dios a solas.

[10] Así llega Elías al Horeb: es el otro nombre del Sinaí, donde Yavé se había dado a conocer a Moisés cuatro siglos antes. Sal, porque Yavé va a pasar. Al que arde de un amor celoso por Dios, éste le manifiesta su ternura más allá de todo lo que pueden imaginar los hombres. Así, Yavé se da a conocer en la brisa suave mejor que en el huracán y el terremoto. ¿Qué haces aquí, Elías? Primeramente, Dios pregunta y obliga al profeta a descubrir lo íntimo de su corazón. Pero en Elías no hay sino amor celoso por Yavé. A su vez, éste revela sus designios infalibles. Jazael, Jehú, Eliseo. Yavé revela a Elías el porvenir de Israel con toda su trágica verdad: el Reino, empezado con la gloria de David y Salomón, está destinado a desaparecer. Jazael, rey de Siria, es el rey enemigo que va a vencer y humillar a Israel. Jehú destruirá la familia de Ajab y exterminará a los adoradores de Baal. Pero no por eso salvará a su pueblo de la ruina. Eliseo transmitirá las palabras amenazantes de Yavé. Sin embargo, Israel no desaparecerá totalmente, pues Dios se reserva un Resto, expresado en forma simbólica por siete mil hombres que no se arrodillaron ante Baal. Esta revelación aclara la misión de los profetas de la Biblia. La mayoría de ellos, y los más grandes, vivieron durante los tres siglos en que Israel pasó de la gloria de Salomón a la cautividad en el destierro. Trataron de detener la infidelidad del pueblo escogido que iba a su ruina; llamaron a una conversión interior; enseñaron el porvenir que Dios reservaba al "Resto" de Israel, después de la destrucción de su reino material en tierra de Palestina.

[19] Elías pasó junto a Eliseo y le echó su manto encima. Lo llama de la misma manera que Jesús llamará a sus apóstoles: «Síganme. » Tal vez Elías interpreta la respuesta: «Déjame abrazar a mis padres» como una vacilación o una demora de Eliseo a dejarlo todo, y por eso le contesta: «Vuélvete, si quieres». Pero Eliseo solamente quería despedirse de sus familiares en forma decente. Ver Lc 9,61. En adelante Eliseo será el discípulo de Elías y su sucesor en Israel.

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