1A Reyes 2, 1 - 46

ULTIMAS INSTRUCCIONES DE DAVID


[1] Pocos días antes de morir, David mandó llamar a su hijo Salomón para decirle: [2] «Muy pronto me voy a ir por el camino de todos. Para ti ha llegado el momento de ser firme y de portarte como hombre. [3] Guarda las ordenanzas de Yavé, tu Dios; sigue su camino, cumple sus leyes, sus mandamientos, sus disposiciones y sus consejos como está escrito en la Ley de Moisés. Así tendrás éxito en todas tus empresas y no te fallará ningún proyecto. [4] Pues Yavé me prometió que cumplirá sus promesas y que nunca faltará un descendiente mío en el trono de Israel, siempre que mis hijos se porten bien con él y le sean leales de corazón. [5] Tú sabes, además, lo que me ha hecho Joab, hijo de Sarvia: cómo asesinó a los dos generales del ejército de Israel, Abner y Amasá. Quiso vengarse en tiempo de paz de las muertes que hubo durante la guerra. Con esa sangre, no sólo manchó sus ropas y sus zapatos, sino también mi fama. [6] Actúa con él conforme a tu criterio, no permitiéndole que muera de viejo. [7] Tratarás, en cambio, muy bien a los hijos de Barzilay de Galaad. Los harás sentarse diariamente a tu mesa, pues ellos me atendieron cuando yo andaba huyendo de tu hermano Absalón. [8] Por último, no te olvides de Semeí, el benjaminita de Bajurim. El me lanzó toda suerte de maldiciones cuando yo salía rumbo a Majanaim. Cierto que, después, salió a recibirme cuando yo llegaba al Jordán y que por eso le juré por Yavé que no le quitaría la vida; [9] pero tú no estás obligado; sabrás encontrar el medio más oportuno para que, a pesar de sus años, muera en forma violenta.» [10] David fue a juntarse con sus padres, y lo sepultaron en la Ciudad de David. [11] Reinó cuarenta años en Israel, de los cuales siete pasó en Hebrón y treinta y tres en Jerusalén. [12] Salomón subió al trono de su padre David y afianzó su poder.

LOS PRIMEROS ACTOS DE SALOMÓN

[13] Adonías, hijo de Jaguit, fue a encontrar a Betsabé, madre de Salomón, y se postró ante ella. Ella le dijo: «¿Traes buenas intenciones?» «Sí», contestó. [14] Y añadió: «Quiero hablar contigo.» Ella dijo: «Habla.» Contestó Adonías: [15] «Sabes bien que el trono del rey me tocaba a mí y que todos los israelitas me preferían para que fuera su rey, pero David me negó el trono y se lo concedió a mi hermano, porque Yavé se lo tenía destinado. [16] Ahora quiero pedirte tan sólo una cosa; no me la niegues.» Ella le dijo: «Habla.» Dijo Adonías: [17] «Te suplico le pidas al rey Salomón, ya que a ti no te puede negar nada, que me dé por esposa a Abisag, la sunamita.» [18] Betsabé le contestó: «Está bien; yo hablaré al rey por ti.» [19] Entró Betsabé a ver al rey Salomón para hablarle en favor de Adonías. Se levantó el rey para recibirla y se postró ante ella; se sentó después en su trono y pusieron un trono para la madre del rey, la cual se sentó a su derecha. [20] Ella le dijo: «Vengo a hacerte una pequeña petición, no me la niegues.» Contestó el rey: «Pide, madre mía, que no te lo negaré.» [21] Ella añadió: «Da a Abisag, la sunamita, por esposa a tu hermano Adonías.» [22] El rey Salomón respondió a su madre: «Con esto me pides que le entregue mi reino, pues es mi hermano mayor y lo apoyan el sacerdote Abiatar y Joab, hijo de Sarvia.» [23] Entonces el rey Salomón dijo: «Que Yavé me haga morir, si no es cierto que, al hacerme esta petición, Adonías se ha jugado la vida. [24] Y ahora, por Yavé que me ha sentado en el trono de mi padre David, y me ha construido una casa como había prometido, juro que hoy mismo morirá Adonías.» [25] El rey Salomón dio órdenes a Banaías, hijo de Yoyada, el cual fue a matar a Adonías. [26] Dijo el rey al sacerdote Abiatar: «Vete a Anatot, a tus tierras, porque mereces la muerte, pero no quiero hacerte morir hoy, porque llevaste el Arca de Yavé delante de mi padre y lo acompañaste en todos los trabajos y aflicciones que pasó.» [27] Así expulsó Salomón a Abiatar, quitándole su oficio de sacerdote de Yavé, y se cumplió la palabra pronunciada por Yavé contra la familia de Helí, en Silo. [28] Estas noticias llegaron a oídos de Joab, quien había seguido también el partido de Adonías, aunque no el de Absalón. Se refugió Joab en la Tienda de Yavé y se agarró a los cuernos del altar. [29] Le dijeron al rey Salomón: «Joab se ha refugiado en la Tienda de Yavé y está al lado del altar.» Salomón mandó decir a Joab: «¿Qué te sucede, que te refugias en el altar?» Y él respondió: «Tengo miedo del rey y me he refugiado junto a Yavé.» Salomón mandó a Banaías, hijo de Yoyada, con esta orden: «Anda y mátalo.» [30] Entró Banaías en la Tienda de Yavé y le dijo: «El rey manda que salgas fuera.» Joab se negó y declaró: «Aquí moriré.» Banaías llevó la respuesta al rey, diciendo: «Esto he dicho a Joab y esto es lo que me ha respondido.» [31] El rey le dijo: «Hazlo como él te ha dicho: mátalo y sepúltalo, y con eso me limpiarás a mí y la casa de mi padre de la sangre inocente que derramó Joab. [32] Yavé hace recaer su sangre en su cabeza, ya que él asesinó a dos hombres buenos y mejores que él, sin que mi padre David lo supiera: a Abner, hijo de Ner, jefe del ejército de Israel, y a Amasá, hijo de Jeter, jefe del ejército de Judá. [33] El castigo de estos crímenes caerá sobre Joab y su descendencia para siempre, mientras que David y su descendencia, su familia y su trono tendrán paz para siempre de parte de Yavé.» [34] Subió Banaías, hijo de Yoyada y mató a Joab. Lo sepultaron en su casa, en el desierto. [35] El rey puso al frente de su ejército a Banaías, en lugar de Joab, y puso al sacerdote Sadoc en el puesto de Abiatar. [36] Salomón mandó llamar a Semeí y le dijo: «Hazte una casa en Jerusalén; ahí te quedarás y no saldrás por ningún motivo. [37] El día que salgas y cruces el torrente de Cedrón, ten por seguro que morirás y sólo tú serás el culpable.» [38] Semeí contestó al rey: «Está muy bien lo que tú dices, así lo hará tu siervo, como tú lo mandas.» Semeí se quedó un buen tiempo en Jerusalén. [39] Pero, al cabo de tres años, dos de los esclavos de Semeí fueron a refugiarse al territorio de Aquís, hijo de Maaca, rey de Gat. Se lo avisaron a Semeí: «Tus esclavos están en Gat.» [40] Semeí se levantó, aparejó su burro y fue a Gat, donde Aquís, para recobrar sus esclavos. No hizo más que ir y volver con ellos. [41] Pero se lo avisaron a Salomón: «Semeí ha ido de Jerusalén a Gat y ha vuelto.» [42] El rey mandó llamar a Semeí y le dijo: «¿Acaso no te hice jurar por Yavé y te advertí: el día que salgas a alguna parte, ten por seguro que morirás? [43] Y tú mismo dijiste: está muy bien. ¿Por qué no has guardado el juramento de Yavé y la orden que yo te di?» [44] El rey prosiguió: «Recuerda todo el mal que hiciste a mi padre David: Yavé hace ahora que tu maldad recaiga sobre ti. [45] En cambio el rey Salomón será bendito y el trono de David permanecerá ante Yavé para siempre.» [46] El rey dio orden a Banaías, hijo de Yoyada, quien salió y mató a Semeí. Con todo esto, el reino se hizo más fuerte en manos de Salomón.

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[1] Cumple las leyes de Yavé, tu Dios (3). Esta es la sabiduría de los profetas: si el rey y su pueblo cumplen esas leyes, tendrán prosperidad.Joab... Semeí... (5 y 8). David los había perdonado; ¿por qué, ahora, pide a Salomón que los mate? No se debe a un rencor de David, sino a que es supersticioso como la gente de su tiempo. Para ellos, aquella maldición proferida por Semeí (2 Sam 16,6) o por cualquier otro queda como suspendida en el aire y podría caer de improvisto sobre los descendientes de David. Eliminar a Semeí es el medio más eficaz para que la maldición caiga sobre él mismo y se salven los descendientes de David. Asimismo la sangre derramada por Joab (2 Sam 3,28) «clama al cielo» y es mejor eliminarlo para que la «justicia de Dios» se descargue sobre él y no sobre los hijos de David. Salomón va a ser el ejemplo del hombre dotado por Dios de todo lo que se puede desear. David, con sus victorias, le dejó un pueblo fuerte. La economía era sana y el pueblo dinámico. «Salomón el magnífico» derrochará todo, siendo en esto la figura de su pueblo: colmado de favores por Dios, «se sacia, engorda como el toro y después se resiste y rechaza a su Dios» ( Deut 32,15).

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