1A Reyes 22, 1 - 54

[1] Transcurrieron tres años sin guerra entre Aram e Israel. [2] Al tercero bajó Josafat, rey de Judá, donde el rey de Israel. [3] El rey de Israel dijo a sus servidores: «Ustedes saben que Ramot de Galaad nos pertenece y no hacemos nada para rescatarla de manos del rey de Aram.» [4] Y preguntó a Josafat: «¿Quieres venir conmigo para atacar a Ramot de Galaad?» Josafat respondió al rey de Israel: «Somos los dos una misma cosa, y una misma cosa son tu pueblo y el mío, tus caballos y los míos.»

MIQUEAS Y LOS FALSOS PROFETAS

[5] Josafat, rey de Judá, dijo al rey de Israel: «Te pido, por favor, que antes de partir a la guerra consultemos primero a los profetas de Yavé.» [6] El rey de Israel reunió a los profetas, que eran unos cuatrocientos hombres, y les dijo: «¿Debo atacar a Ramot de Galaad o no lo hago?» Ellos respondieron: «Sube, porque Yavé te la entregará.» [7] Josafat preguntó: «¿No hay aquí otros profetas de Yavé a quienes podamos consultar?» [8] Dijo el rey de Israel a Josafat: «Hay todavía un hombre a quien podríamos pedir una respuesta de Yavé: es Miqueas, hijo de Jimla. Pero yo lo aborrezco porque siempre me anuncia desgracias y nunca algo bueno.» [9] Josafat lo reprendió: «No hables así.» El rey de Israel, pues, llamó a un funcionario y le dijo: «Tráeme inmediatamente a Miqueas, hijo de Jimla.» [10] El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, estaban sentados cada uno en su trono, vestidos de gala ante la puerta de Samaria, y todos los profetas estaban en trance delante de ellos. [11] Uno, llamado Sedecías, hijo de Canana, se había hecho unos cuernos de hierro y decía: «Dice Yavé: Con estos cuernos herirás a Aram hasta matarlo.» [12] Todos los profetas decían lo mismo: «Sube contra Ramot de Galaad, que tendrás éxito: Yavé la entregará en tus manos.» [13] El funcionario que había ido a buscar a Miqueas le habló así: «Mira que todos los profetas están de acuerdo en que al rey le irá bien. Procura hablar como ellos y anuncia algo bueno.» [14] Miqueas respondió: «Por la vida de Yavé, yo diré solamente lo que él me diga.» [15] Cuando llegó donde el rey, éste le preguntó: «Miqueas, ¿debemos atacar a Ramot de Galaad o no?» Y Miqueas respondió: «¡Ataca y vencerás, pues Yavé te la entregará!» [16] Pero el rey dijo: «¿Cuántas veces te debo preguntar para que me digas la verdad en nombre de Yavé?» [17] Entonces Miqueas dijo: «He visto a todo Israel disperso por las montañas, como rebaño sin pastor. Dice Yavé: Esa gente ya no tiene amo. Que cada uno vuelva a su casa en paz.» [18] El rey de Israel dijo a Josafat: «¿No te decía yo que nunca me anuncia el bien, sino sólo el mal?» [19] A lo que Miqueas respondió: «Escucha, pues, lo que Yavé me dio a conocer. He visto a Yavé sentado en su trono, y a toda la corte celestial que estaba de pie a su lado, unos a su derecha y otros a su izquierda. [20] Y Yavé les preguntó: ¿Quién engañará al rey de Israel para que suba a la ciudad de Ramot y que allí muera? Y unos decían una cosa, y otros, otra. [21] Se adelantó, pues, un espíritu y dijo a Yavé: Yo lo engañaré. Yavé le preguntó: ¿En qué forma? [22] Y el espíritu respondió: Iré y pondré la mentira en la boca de todos sus profetas. Y Yavé dijo: Tú lograrás engañarlo, anda y hazlo. [23] Ahora, pues, Yavé puso la mentira en la boca de tus profetas que están aquí, porque él ha decidido tu muerte.» [24] Sedecías, hijo de Canana, se acercó y dio una bofetada a Miqueas, diciendo: «¿Cómo se ha ido de mí el espíritu de Yavé para hablarte a ti?» [25] Miqueas contestó: «Lo sabrás el día en que vayas escondiéndote de habitación en habitación.» [26] Entonces el rey de Israel ordenó: «Tomen preso a Miqueas y llévenselo a Amón, gobernador de la ciudad, y a Joás, hijo del rey, [27] y díganles: Encarcelen a este hombre y ténganlo a ración estricta de pan y agua hasta que yo vuelva victorioso.» [28] Miqueas respondió: «Si vuelves victorioso, será señal de que Yavé no ha hablado por mí.»

MUERTE DEL REY DE ISRAEL

[29] El rey de Israel y Josafat, rey de Judá, fueron a atacar la ciudadela de Ramot de Galaad. [30] El rey de Israel dijo a Josafat: «Me disfrazaré antes de empezar el combate, pero tú llevarás tus propias vestiduras.» Y el rey de Israel fue al combate disfrazado. [31] Ahora bien, el rey de Aram había ordenado a los jefes de los carros: «No ataquen a ninguno, chico o grande, sino sólo al rey de Israel.» [32] Por eso, en cuanto los jefes de los carros vieron a Josafat, pensaron que era el rey de Israel, y lo rodearon para atacarlo, pero Josafat lanzó su grito de guerra y, [33] al ver que no era el rey de Israel, se apartaron de él. [34] En esos momentos, uno de los arameos disparó una flecha sin saber a quién apuntaba e hirió al rey de Israel entre la parte alta y la parte baja de su coraza. Este dijo al conductor de su carro: «Da la vuelta con las riendas y sácame de aquí, pues no me siento bien.» [35] Pero la lucha era muy violenta aquel día, y el rey de Israel fue sostenido en pie en su carro, frente a los arameos. La sangre de su herida corría por el fondo del carro y en la tarde murió. [36] Al anochecer, se corrió la voz siguiente por el campamento: «Cada uno a su ciudad, cada uno a su tierra. El rey ha muerto.» [37] Muerto, pues, el rey de Israel, fue llevado a Samaria, donde lo sepultaron. [38] Pero habían lavado el carro con abundante agua junto al estero de Samaria, de modo que los perros lamieron la sangre y las prostitutas se bañaron en ella, según lo que había dicho Yavé. [39] Lo demás referente a Ajab está en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel; allí mencionan sus obras, la casa de marfil que construyó y las ciudades que edificó. [40] Cuando Ajab se hubo acostado con sus padres, su hijo Ocozías le sucedió. [41] Josafat, hijo de Asá, comenzó a reinar en Judá el año cuarto de Ajab, rey de Israel. [42] Tenía treinta y cinco años cuando comenzó a reinar, y reinó en Jerusalén veinticinco años. Su madre Azuba era hija de Silji. [43] Siguió las huellas de Asá, su padre, y no se desvió nunca de ellas, portándose correctamente a los ojos de Yavé. [44] Pero no desaparecieron los santuarios de las lomas y el pueblo siguió ofreciendo sacrificios y perfumes en ellos. [45] Hubo paz entre Josafat y el rey de Israel. [46] Lo demás referente a Josafat, sus hazañas y sus guerras, está escrito en el libro de las Crónicas de los reyes de Judá. [47] Eliminó también de su país al resto de los afeminados que se dedicaban a la prostitución sagrada y que Asá no había suprimido. [48] No había entonces rey en Edom sino que lo administraba un gobernador. [49] Josafat construyó barcos de Tarsis para ir a Ofir en busca de oro. Pero los barcos fueron destrozados en Asiongaber, así que el viaje fracasó. [50] En otra ocasión Ocozías, hijo de Ajab, hizo a Josafat la siguiente propuesta: «¿Quieres que mis servidores acompañen a los tuyos en los barcos?» Pero Josafat se negó. [51] Cuando Josafat se acostó con sus padres, lo sepultaron al lado de ellos en la ciudad de David, y Joram, su hijo, le sucedió. [52] Ocozías, hijo de Ajab, comenzó a reinar en Samaria como rey de Israel, el año diecisiete de Josafat, rey de Judá, y reinó dos años. [53] Se portó mal con Yavé, siguiendo los ejemplos de su padre y de su madre; imitó a Jeroboam, hijo de Nabat, que hizo pecar a Israel. [54] Sirvió a Baal y se postró ante él; ofendió a Yavé, Dios de Israel, como lo había hecho su padre.

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[5] En esos tiempos, la guerra era algo rutinario. Un pueblo no podía subsistir sino peleando continuamente con los demás. Pelear, matar y ser muerto no era sino una de las manifestaciones de la vida (ver 2 Sam 11,1).Por una vez, se unen los reyes de Judá e Israel. El relato habla muy diferentemente de los dos. En cuanto a Miqueas, no debe confundirse con el otro profeta Miqueas de Morastí (ver Miqueas 1,1). Los reyes se sientan a la puerta de la ciudad. En esos países, la entrada de la ciudad es muy a menudo la puerta de la muralla que cerca el poblado. Es el lugar donde se reúne la gente, como hoy en la plaza. Ahí juzgan los tribunales y se tratan los asuntos; ahí los ancianos se quedan horas sentados conversando. El presente texto quiere enseñar dos cosas: La palabra de Dios, que condenó a la familia de Ajab, se realiza infaliblemente; las mentiras de los profetas, la estratagema del rey y los acontecimientos imprevistos cooperan entre sí para que se realice lo anunciado: el rey muere y los perros lamen su sangre.Por otra parte, la oposición entre verdaderos y falsos profetas.Los falsos profetas son personajes que se dicen inspirados por Dios; en la realidad, reciben un sueldo del rey y su única preocupación es complacer al rey para conservar sus privilegios. Los verdaderos profetas, en cambio, están al servicio de la palabra de Dios, a pesar de las pruebas o persecuciones que esto les atrae (Jer 20, 7-10, Am 7, 10-17); de ahí que Miqueas responda: Yo diré solamente lo que él me diga (14).He visto a Yavé sentado en su trono. La visión de Miqueas dice claramente que uno no se debe fiar de los sueños e imaginaciones de su propio espíritu. Y son muchos los espíritus de mentira que prometen darnos la felicidad poniendo a un lado la Palabra de Dios.

[39] Esta noticia referente a Ajab hace pensar que murió de muerte natural. Nótese que todo el relato anterior habló del rey de Israel, y nombró una sola vez a Ajab en 22,20. Seguramente este relato se refería en un principio a Joram, hijo de Ajab (2 R 9,14-26) y en él se cumplía la profecía de Elías en 1 R 21,21.

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