1A Reyes 8, 1 - 66

[1] Salomón congregó en Jerusalén a todos los jefes de Israel, a los jefes de sus tribus y a los príncipes de sus familias, para subir el Arca de la Alianza de Yavé desde la ciudad de David llamada Sión.

CONSAGRACIÓN DEL TEMPLO

[2] Todos los hombres de Israel se reunieron junto a Salomón en el mes de Etanim, que es el séptimo del año, en la Fiesta de las Chozas. [3] Los sacerdotes tomaron el Arca de la Alianza de Yavé [4] y la tienda que la cubría, con todos los objetos sagrados que había en ella, y los subieron a la Casa de Yavé. [5] El rey Salomón y toda la comunidad de Israel, reunida con él ante el Arca, sacrificaron ovejas y bueyes en tal cantidad que no se podían contar. [6] Los sacerdotes llevaron el Arca de la Alianza de Yavé a su sitio en el Santuario, el Lugar Santísimo, bajo las alas de los querubines. [7] Pues los querubines extendían sus alas y formaban como un toldo encima del Arca y sus barras. [8] Estas barras eran tan largas que sus puntas se veían desde el Lugar Santo que precede al Lugar Santísimo; pero no se veían desde afuera. Y permanecieron allí hasta el día de hoy. [9] En el Arca no hay nada fuera de las dos tablas de piedra que Moisés colocó allí en el Horeb, cuando Yavé pactó la Alianza con los israelitas a su salida de Egipto. [10] Cuando los sacerdotes salieron del Lugar Santo, la nube llenó la Casa de Yavé. [11] Y por causa de la nube, los sacerdotes no pudieron continuar con la ceremonia, pues la Gloria de Yavé había llenado su Casa. [12] Entonces Salomón declaró: «Yavé ha dicho que permanecía en una espesa nube. [13] Así, pues, la Casa que he edificado será tu morada, una morada en que permanecerás para siempre.» [14] El rey se volvió para bendecir a toda la asamblea de Israel. Todos estaban de pie. [15] Y dijo: «Bendito sea Yavé, Dios de Israel, que habló personalmente a mi padre David y que, en este día, ha cumplido lo que había dicho: [16] Desde el día que saqué de Egipto a mi pueblo, Israel, no había elegido ninguna ciudad entre todas las tribus de Israel, para edificar una casa en la que esté mi Nombre. Hoy, sin embargo, he elegido a Jerusalén para que esté ahí mi Nombre, lo mismo que he elegido a David para que esté al frente de mi pueblo. [17] Mi padre David deseaba edificar una Casa para el Nombre de Yavé, Dios de Israel. [18] Pero Yavé le dijo: Ha sido bueno que pensaras edificar esta Casa. [19] Pero no lo harás tú sino tu hijo, nacido de tu sangre. El edificará esta Casa para mi Nombre. [20] Yavé ha cumplido su palabra; he sucedido a mi padre David y me he sentado en el trono de Israel, como él lo había prometido, y he construido esta Casa para el Nombre de Yavé. [21] La he destinado para recibir el Arca con el documento de la Alianza que Yavé pactó con nuestros padres, cuando los sacó de la tierra de Egipto.»

ORACIÓN DE SALOMÓN

[22] Entonces Salomón se puso ante el altar de Yavé, en presencia de toda la asamblea de Israel. Extendió sus manos al cielo [23] y dijo: «Yavé, Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti, ni en el cielo, ni en la tierra. Tú eres fiel a tu alianza y tienes compasión con tus siervos cuando te sirven con sinceridad. [24] Tú habías anunciado este día a mi padre David, tu servidor. Hoy vemos que has sido fiel a tus palabras y has cumplido tus promesas. [25] Y ahora, oh Yavé, Dios de Israel, cumple bien esta otra promesa que le hiciste a David, diciendo: «Siempre habrá uno de tus hijos para servirme y reinar sobre Israel, con tal que tus hijos se comporten y me sirvan como lo has hecho tú.» [26] Cumple, pues, la palabra que le dijiste a David, mi padre. [27] Pero, ¿será posible que Dios viva en medio de los hombres? Si los cielos invisibles no pueden contenerte, ¿cómo permanecerás en esta Casa que yo te he contruido? [28] Escucha, pues, la plegaria y las súplicas que tu siervo hace hoy en tu presencia. [29] Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del que tú mismo dijiste: En él estará mi Nombre, y dígnate escuchar las oraciones que haré en este lugar. [30] Escucha mi plegaria y la de Israel, tu pueblo, cuando recen en este lugar. Desde tu morada celestial escucha y perdona. [31] Vendrán a este lugar los que son acusados de algún crimen y juran que son inocentes. Cuando se presenten en esta Casa ante tu altar, [32] escucha tú desde los cielos y haz justicia. Castiga al malo, haciendo recaer sobre él todo el mal que hizo; pero declara inocente al que obró rectamente, premiándolo según tu justicia. [33] Si los israelitas son derrotados por sus enemigos por haber pecado contra ti, pero luego vuelven a ti y confiesan su pecado, rogando y suplicando en esta Casa, [34] escúchalos desde el cielo y perdona el pecado de Israel. Devuélvelos a la tierra de sus padres. [35] Cuando tengan sequía, porque pecaron contra ti, si luego rezan en este lugar, confiesan su maldad y se arrepienten de sus pecados a consecuencia de sus apuros, [36] escucha desde los cielos y perdona a Israel. Enséñales el buen camino que deben seguir y envía lluvia sobre tu tierra que diste por heredad a tu pueblo. [37] Cuando haya hambre en el país, cuando haya peste, plaga del trigo, langosta o pulgón, cuando el enemigo tenga sitiada una de sus ciudades, en toda calamidad y enfermedad, escúchalos. [38] Sea cual sea el motivo de la súplica, si un hombre verdaderamente arrepentido te ruega y extiende sus manos hacia tu Casa, [39] escúchalo desde tu morada celestial. Perdona, actúa y da a cada uno según se lo merezca, pues sólo tú conoces el corazón de todos. [40] Así los hombres te respetarán toda su vida y vivirán en esta tierra que diste a nuestros padres. [41] Vendrá un tiempo en que los extranjeros que no pertenecen a tu pueblo, Israel, también tendrán noticias de tu gran Nombre, de tu fuerza y de tu poder. [42] Si uno de ellos viene de una tierra lejana a rezar a tu Casa, [43] escúchalo desde tu morada celestial y haz todo lo que te haya pedido. Así todos los pueblos de la tierra conocerán tu Nombre y te temerán como te teme Israel; y sabrán que ése es el lugar donde se invoca tu Nombre, en esta Casa que yo he construido. [44] Cuando tu pueblo vaya a la guerra contra sus enemigos por el camino que tú le hayas señalado y supliquen a Yavé, vueltos hacia la ciudad que has elegido y hacia esta Casa que yo he construido para tu Nombre, [45] escucha tú desde los cielos su oración y plegaria y hazles justicia. [46] Cuando pequen contra ti, pues no hay hombre que no peque, y tú irritado contra ellos los entregues al enemigo, y sus vencedores los lleven al país enemigo, lejano o próximo, [47] si se convierten en su corazón en aquella tierra, diciendo: «Hemos pecado, hemos sido perversos, somos culpables», [48] si se vuelven a ti de todo corazón y con toda su alma en el país de sus enemigos que los deportaron y te suplican vueltos hacia la tierra que tú diste a sus padres, hacia la ciudad que tú elegiste y hacia la Casa que he edificado para morada de tu Nombre; [49] escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, [50] y perdona a tu pueblo que ha pecado contra ti. Perdona todas las rebeliones con que te ha traicionado, y concede que hallen compasión entre los que los deportaron y les tengan piedad; [51] porque son tu pueblo y tu heredad, los que sacaste de Egipto, de en medio del horno de hierro. [52] Que tus ojos estén abiertos a las súplicas de tu siervo y a las de tu pueblo, Israel, escuchándolos cuando clamen hacia ti. [53] Porque tú los separaste para que fueran tu herencia entre todos los pueblos de la tierra, como dijiste por boca de Moisés, tu siervo, cuando sacaste a nuestros padres de Egipto.» [54] Al terminar Salomón esta plegaria y esta súplica, se levantó de delante del altar de Yavé, del lugar donde estaba arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo, [55] y se puso de pie para bendecir a toda la asamblea de Israel, diciendo en alta voz: [56] «Bendito sea Yavé, que ha dado paz y reposo a su pueblo, Israel, según se lo había prometido; no ha faltado a ninguna de las promesas que hizo por boca de Moisés, su siervo. [57] Que ahora Yavé esté con nosotros como estuvo con nuestros padres, que no nos abandone ni nos rechace. [58] Que incline nuestro corazón hacia él para que caminemos por sus caminos y guardemos todos los mandamientos, los decretos y las ceremonias que ordenó a nuestros padres. [59] Que mis súplicas a Yavé permanezcan día y noche en su presencia para que me dé lo merecido a mí, tu siervo, y a todo su pueblo según las necesidades de cada día, [60] para que todos los pueblos sepan que Yavé es Dios y que no hay otro. [61] Así los corazones de ustedes estarán enteramente con Yavé, nuestro Dios, para caminar según sus preceptos y para guardar sus mandamientos como hoy.» [62] El rey, y todo el pueblo con él, ofrecieron sacrificios ante Yavé. [63] Salomón ofreció como sacrificios de comunión veintidós mil bueyes y ciento veinte mil ovejas. Así fue inaugurada la Casa de Yavé. [64] Aquel día el rey consagró el interior del patio que está delante de la Casa, pues ofreció allí el holocausto, la oblación y las grasas de los sacrificios de comunión, porque el altar de bronce que estaba ante Yavé se hizo chico ese día, para contener todas las víctimas sacrificadas. [65] En aquella ocasión celebró Salomón la fiesta de las Chozas, y con él todo Israel. Era una gran asamblea, pues habían venido desde la entrada de Jamat hasta el torrente de Egipto. Estuvieron en presencia de Yavé durante siete días y siete noches. [66] El día octavo despidió al pueblo. Bendijeron al rey y se fueron a sus casas, alegres y contentos por todo el bien que Yavé había hecho a su siervo David y a su pueblo Israel.

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[2] El día de la inauguración del Templo, Dios manifiesta su presencia por la nube. Esta fue, en el Exodo, el signo visible de la presencia de Yavé junto a Israel (ver Ex 14,19 y 40,34). Más tarde los israelitas siguieron confiados en esta presencia de Dios que los amparaba (Jer 7) desde Jerusalén. Con el correr del tiempo pasaron en los patios del Templo muchas cosas poco decentes; incluso se construyeron altares a los ídolos y se practicaba la prostitución sagrada, según la costumbre pagana (ver 2 Reyes 23,4-7). Sin embargo, no se dice que Yavé haya abandonado su Santuario, donde permanecía por fidelidad a su Alianza. Solamente al acercarse el fin de Jerusalén, el profeta Ezequiel cuenta una visión en que la nube sale del Templo: Yavé, en adelante, va a vivir entre sus fieles que fueron desterrados a Babilonia (Ez 9,3).Más tarde, en el Apocalipsis, 15,8, el apóstol Juan verá esta nube en el Templo celestial, después de haberla visto sobre la persona de Jesús en su transfiguración.

[22] Yavé ha cumplido su palabra (20 y 25).Había dos promesas de Dios a David. La primera decía que su hijo construiría el templo; la segunda, que sus descendientes guardarían el trono de Israel. Vale la pena notar cómo Dios, siendo el Dios invisible y el Creador del Universo, quiere estar de alguna manera en cierto lugar: Jerusalén, y al lado de ciertos hombres: los descendientes de David. Esta continuidad de un centro visible se da ahora en la Iglesia. Aunque el Reino de Dios sea universal, esa Iglesia que misteriosamente es el Cuerpo de Cristo (Col 1,15-18) mantiene también con él lazos visibles, merced a la continuidad de los sucesores de sus apóstoles a través del tiempo. Esta oración de Salomón, redactada probablemente por un profeta de la época real, señala la importancia y la relatividad del Templo. Ahí es donde reside el "Nombre" de Dios y donde Dios escuchará la oración de su pueblo (8, 30-53), y por esta razón, el Templo es el Lugar Santo que el hombre no podrá profanar sin pecar gravemente (Jer 7). Sin embargo este Templo construido por manos de hombre será incapaz de encerrar a Dios y a su Gloria. Los cielos invisibles no pueden contenerlo (27), con mayor razón esa morada terrenal. Esta visión del Templo estará constantemente presente en la enseñanza de los profetas: el Templo, por magnífico que sea, no asegura a Israel la felicidad, como en forma mágica. El es, más bien, la señal y el recuerdo incesante de la presencia y de la santidad de Dios. Poco a poco, debido a esto mismo, toda la teología de Israel se irá centrando en el Templo: la tierra y los cielos son de Dios, pero, en esta tierra hay un país que le pertenece de manera muy particular: es la Tierra de la Promesa. En esta Tierra Prometida, todas las ciudades son de él, pero hay una que le es especialmente querida. Y en esta ciudad, en su corazón mismo, se encuentra la colina santa en la que está edificada la morada de Yavé. De esta manera el Templo pasa a ser como el eje central sobre el que se articula el conjunto del universo; así se comprende entonces por qué su destrucción en el año 587 a.C. fue para la fe de Israel una prueba inimaginable: junto con el Templo y Jerusalén, el universo perdía su centro, su punto de equilibrio. Pues bien, si el universo se había poco a poco concentrado, juntado alrededor del Templo, con el Nuevo Testamento en cambio, Cristo el Nuevo Templo pasará a ser el punto de partida de la irradiación salvadora: "Ustedes serán mis testigos en Jerusalén, en Judea y en Samaría y hasta los confines de la tierra".

[30] Después de pedir por sus descendientes, Salomón pide por el pueblo. Detengámonos en algunos puntos. Declara inocente al justo (32). La primera petición corresponde a una costumbre de ese tiempo (ver Núm 5,11). Cuando no se podía descubrir la verdad en algún crimen, el acusado tenía que jurar que era inocente, aceptando todos los castigos de Dios en el caso de que hubiera jurado en falso. La gente estaba convencida de que Dios siempre iba a intervenir y no dejaría impune al mentiroso. Los hombres te respetarán (40). En la Biblia, temer a Dios significa a menudo tomarlo en cuenta y respetarlo. Pero necesitamos también del temor a Dios y a sus castigos tanto como de su amor, pues éste no es lo suficientemente fuerte y continuo como para protegernos de nuestras debilidades. Los extranjeros tendrán noticias de tu poder (41). Esta oración fue escrita siglos después, cuando ya había empezado la propaganda misionera de los judíos, la cual logró convertir a numerosos paganos a su propia fe.

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