2 Samuel 16

[1] Apenas pasó David la cumbre, vino a su encuentro Sibá, servidor de Mipibaal, con un par de burros cargados con doscientos panes, cien racimos de uvas pasas, cien frutas de la estación y un botellón de vino. [2] Como el rey le preguntaba qué iba a hacer con eso, respondió: «Los burros son para que monte en ellos la familia del rey; el pan y las frutas, para que se alimenten los jóvenes; el vino, para que beban los que se cansen en el desierto.» [3] El rey preguntó: «¿Dónde está el hijo de tu señor?» Sibá respondió: «Se quedó en Jerusalén, pues se dijo: Hoy la gente de Israel me devolverá el reino de mi padre.» [4] Entonces el rey dijo: «Todo lo que posea Mipibaal ahora es tuyo.» Y Sibá, arrodillándose, le dijo: «¡No sé cómo agradecértelo, oh rey, mi señor!» [5] Al llegar a Bajurim, salió a su paso, insultándolo, un hombre de la familia de Saúl, llamado Semeí. [6] Lanzaba piedras a David y a sus oficiales, sin importarle la gente y los guardias que rodeaban al rey. Maldecía al rey en estos términos: [7] «Vete, vete, hombre sanguinario y perverso. [8] Yavé hace recaer sobre tu cabeza toda la sangre de la familia de Saúl, que masacraste. Así como tú le quitaste el trono a Saúl, así también Yavé se lo ha dado a tu hijo Absalón. Tú eres un criminal, por eso te persigue la desgracia.» [9] Abisaí, hijo de Sarvia, dijo al rey: «¿Cómo se atreve ese perro hediondo a insultarte? Déjame pasar el torrente, y le corto la cabeza.» [10] Pero el rey respondió: «¡Ustedes nunca me comprenderán, hijos de Sarvia! Si Yavé le ordenó que me maldijera, ¿quién podrá preguntarle por qué lo hace?» [11] Y David dijo a Abisaí y a sus servidores: «Si mi propio hijo quiere matarme, con mayor razón este hombre de la tribu de Saúl. Déjenlo que me maldiga si Yavé se lo ha mandado. [12] Ojalá que, viendo mi angustia, Yavé se apiade de mí y cambie mi desgracia de hoy en felicidad.» [13] David y su gente siguieron su camino, mientras Semeí, desde el otro lado de la quebrada, continuaba maldiciéndolo, tirando piedras y levantando polvo. [14] Llegaron agotados a un lugar donde recuperaron las fuerzas. [15] Absalón, acompañado de Ajitofel, entró con todos los hombres de Israel en Jerusalén. [16] Jusay, el arquita, amigo de David, le vino a saludar: «¡Viva el rey!» [17] Y Absalón le dijo: «¿Este era el aprecio que tenías por tu amigo? ¿Por qué no te fuiste con él?» [18] Jusay respondió: «No, yo pertenezco y yo serviré a aquel que Yavé, todo el pueblo y todos los hombres de Israel han elegido. [19] Por lo demás, ¿a quién voy a servir?, ¿no eres tú el hijo de David? Como he servido a tu padre, así te serviré.» [20] Absalón dijo a Ajitofel: «Díganme qué es lo que vamos a hacer» [21] Ajitofel respondió: «Acuéstate con las concubinas que tu padre dejó para guardar el palacio, y todo Israel sabrá que rompiste totalmente con tu padre y tus partidarios cobrarán más ánimo.» [22] Levantaron, pues, para Absalón una tienda en la terraza, y todo Israel lo vio entrar con las concubinas de su padre. [23] En ese tiempo los consejos de Ajitofel eran tenidos como palabras de Dios, tanto por David como por Absalón.

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