2a Crónicas 6, 1 - 42

[1] Entonces dijo Salomón: «Yavé ha dicho que habita en una espesa nube. [2] Yo te he edificado una Casa, un lugar donde habites para siempre.» [3] Se volvió el rey y bendijo a la asamblea de Israel, mientras todos estaban en pie. Dijo: [4] «Bendito sea Yavé, Dios de Israel, que habló por boca de mi padre David, y ha cumplido por su mano lo que dijo: [5] Desde que saqué a mi pueblo de la tierra de Egipto, no he elegido ninguna ciudad entre todas las tribus de Israel, para edificar una Casa en la que esté mi nombre; ni elegí varón que estuviera al frente de mi pueblo Israel, [6] sino que he elegido a Jerusalén, para que esté allí mi Nombre, y elegí a David, para que esté al frente de mi pueblo Israel. [7] Mi padre David se preocupó por edificar una Casa para el Nombre de Yavé, Dios de Israel. [8] Pero Yavé dijo a mi padre David: Has hecho bien en preocuparte por edificar una Casa a mi Nombre. [9] Pero no edificarás tú la Casa, sino un hijo tuyo, nacido de tu sangre. [10] Yavé ha cumplido la promesa que dijo; he sucedido a mi padre David, me he sentado en el trono de Israel, como Yavé había dicho, y he construido la Casa para el Nombre de Yavé, Dios de Israel. [11] Allí he puesto el Arca, en la cual está la alianza de Yavé, el que pactó su alianza con los hijos de Israel.»

ORACIÓN DE SALOMÓN

[12] Salomón se puso ante el altar de Yavé en presencia de toda la asamblea de Israel y extendió las manos. [13] Salomón había hecho un estrado de bronce de cinco codos de largo, cinco codos de ancho y tres codos de alto, que había colocado en medio del patio; poniéndose sobre él se arrodilló frente a toda la asamblea de Israel. Y extendiendo sus manos hacia el cielo dijo: [14] «Yavé, Dios de Israel, no hay Dios como tú en el cielo ni en la tierra; tú que guardas tu alianza y tu amor a tus siervos que te sirven con todo su corazón; [15] tú que has cumplido a favor de mi padre David la promesa que le hiciste, pues por tu boca lo prometiste, y con tu mano lo has cumplido este día. [16] Ahora, pues, Yavé, Dios de Israel, cumple a favor de tu siervo David, mi padre, la promesa que le hiciste cuando dijiste: Nunca será quitado de mi presencia el de los tuyos que te suceda sentado en el trono de Israel, con tal de que tus hijos sigan tu camino y anden en mi Ley, como tú has andado delante de mí. [17] Ahora, Yavé, Dios de Israel, que se cumpla la palabra que dijiste a tu siervo David. [18] Pero ¿es que verdaderamente habitará Dios con los hombres sobre la tierra? Si los cielos y los Cielos de los cielos no pueden contenerte, ¡cuánto menos esta casa que yo te he construido! [19] Atiende a la plegaria de tu siervo y a su petición, Yavé, Dios mío; escucha el clamor y la plegaria que tu siervo hace en tu presencia. [20] Que tus ojos estén abiertos día y noche sobre esta Casa, sobre este lugar del que dijiste que pondrías en él tu Nombre. ¡Escucha la oración que te dirige tu siervo en este lugar! [21] Oye, pues, las plegarias de tu siervo y las de Israel, tu pueblo, cuando recen en este lugar. Escucha tú desde el lugar de tu morada, desde los cielos; escucha y perdona. [22] Cuando un hombre peque contra su prójimo, y éste pronuncie una imprecación sobre él, haciéndolo jurar delante de tu altar en esta casa, [23] escucha tú desde los cielos y obra; juzga a tus siervos y castiga al culpable, haciendo recaer su conducta sobre su cabeza y declarando inocente al justo, dándole según lo que merece. [24] Si Israel, tu pueblo, es vencido por el enemigo por haber pecado contra ti, pero se vuelven ellos y alaban tu nombre, rezando y suplicando ante ti en esta Casa, [25] escucha tú desde los cielos, perdona el pecado de tu pueblo Israel, y vuélvelos a la tierra que les diste a ellos y a sus padres. [26] Cuando los cielos estén cerrados y no haya lluvia porque pecaron contra ti, si rezan en este lugar y alaban tu nombre, y se convierten de su pecado porque los humillaste, [27] escucha tú desde los cielos y perdona el pecado de tus siervos y de tu pueblo Israel (pues les enseñarás el camino bueno por el que deben andar) y manda lluvia sobre tu tierra, la que diste a tu pueblo por herencia. [28] Cuando haya hambre en esta tierra, cuando haya peste, tizón, plaga en los árboles frutales, langostas, o pulgón, cuando su enemigo lo tenga bloqueado en una de sus ciudades, en todo azote y toda enfermedad; [29] si un hombre cualquiera, o todo Israel, tu pueblo, hace oraciones y súplicas, y reconociendo su plaga y su dolor, tiende sus manos hacia esta Casa, [30] escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, y perdona, dando a cada uno según sus caminos, pues tú conoces su corazón, y sólo tú conoces el corazón de todos los hijos de los hombres, [31] para que te teman, caminando en tus caminos todos los días que vivan en la tierra que has dado a nuestros padres. [32] También al extranjero que no es de tu pueblo Israel, el que viene de un país lejano a causa de tu gran nombre, tu mano fuerte y tu brazo fuerte, cuando venga a rezar en esta Casa, [33] escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, y haz cuanto te pida el extranjero, para que todos los pueblos de la tierra conozcan tu nombre y te teman como tu pueblo Israel, y sepan que tu nombre es invocado sobre esta Casa que yo he construido. [34] Si tu pueblo va a la guerra contra tus enemigos por el camino que tú le envías, si rezan a ti, vueltos hacia esta ciudad que tú has elegido, y hacia la Casa que yo he construido a tu nombre, [35] escucha tú desde los cielos su oración y su plegaria y hazles justicia. [36] Cuando pequen contra ti, pues no hay hombre que no peque, y tú, irritado contra ellos, los entregues al enemigo, y sus conquistadores los lleven cautivos a un país lejano o cercano, [37] si se convierten en la tierra a que hayan sido llevados, si se arrepienten y te suplican en la tierra de su destierro, diciendo: Hemos pecado, hemos sido perversos, somos culpables; [38] si se vuelven a ti con todo su corazón y con toda su alma en el país de su destierro al que fueron deportados, y te suplican vueltos hacia la tierra que tú diste a sus padres y hacia la ciudad que tú has elegido y hacia la Casa que yo he edificado a tu nombre, [39] escucha tú desde los cielos, lugar de tu morada, su oración y su plegaria; hazles justicia y perdona a tu pueblo los pecados que cometieron contra ti. [40] Que tus ojos, Dios mío, estén abiertos, y tus oídos atentos a la oración que se haga en este lugar. [41] Y ahora: ¡levántate, Yavé Dios, hacia tu reposo, tú y el Arca de tu fuerza! ¡Que tus sacerdotes, Yavé Dios, se revistan de tu fuerza salvadora y tus fieles gocen de la felicidad! [42] Yavé, Dios mío, no rechaces el rostro de tu Ungido; acuérdate de tus favores a David tu siervo.»

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