Deuteronomio 24

[1] Si un hombre toma una mujer y se casa con ella, puede ser que le encuentre algún defecto y ya no la quiera. En ese caso, escribirá un certificado de divorcio que le entregará antes de despedirla de su casa. [2] Habiendo salido de su casa, puede ser la mujer de otro. [3] Pero si éste también ya no la quiere y la despide con un certificado de divorcio, o bien si llega a morir este otro hombre que la tomó como mujer suya, [4] el primer marido que la repudió no podrá volver a tomarla por esposa, ya que pasó a ser para él como impura. Sería una abominación a los ojos de Yavé que la volviera a tener. No manches la tierra que Yavé te dará en herencia. POR UNA SOCIEDAD SOLIDARIA [5] Si un hombre está recién casado, no irá a la guerra ni se le molestará con otro servicio. Que esté exento de todo durante un año para así quedar en su casa y hacer feliz a su esposa. [6] No se tomará en prenda el molino, ni la muela de piedra del molino, porque ello sería tomar en prenda la vida misma. [7] Si se descubre a un hombre que haya raptado a un israelita, es decir, a uno de sus hermanos, y lo haya vendido como esclavo, el raptor debe morir. Así cortarás el mal entre tu gente. [8] Cuídate de las lepras contagiosas. Observa y pon en práctica lo que te enseñen los sacerdotes levitas; cumple lo que yo les mandé. [9] Acuérdate de lo que Yavé, tu Dios, hizo con Miriam, cuando el pueblo estaba en camino, al salir de Egipto. [10] Si prestas algo a tu prójimo, no entrarás en su casa para tomar alguna prenda. [11] Esperarás afuera, y el deudor saldrá de la casa para entregarte la prenda. [12] Si has tomado como prenda el manto de un pobre, no te acostarás guardándolo, [13] sino que se lo devolverás a la puesta del sol y así él se acostará en su manto. El pobre te bendecirá y tú tendrás méritos a los ojos de Yavé, tu Dios. [14] No explotarás al jornalero humilde y pobre, ya sea uno de tus hermanos o un forastero que se encuentre en tu tierra, en algunas de tus ciudades. [15] Le pagarás cada día, antes de la puesta del sol, porque es pobre y está pendiente de su salario. No sea que clame a Yavé contra ti, pues tú cargarías con un pecado. [16] No se matará a los padres por la culpa de sus hijos, ni a los hijos por la de sus padres. Cada cual pagará por su propio pecado. [17] No violarás el derecho del forastero, ni del huérfano, ni tomarás en prenda las ropas de la viuda. [18] Recuerda que fuiste esclavo en Egipto y que Yavé, tu Dios, te rescató. Por eso te mando hacer esto. [19] Cuando cortes el trigo en tu campo, si se te cae alguna gavilla, no volverás a recogerla, sino que quedará para el forastero, el huérfano y la viuda. Así Yavé te bendecirá en todos tus trabajos. [20] Cuando coseches tus olivos, no pasarás otra vez para sacudirlos: el resto será para el forastero, el huérfano y la viuda. [21] Cuando vendimies tu viña, no volverás a buscar lo que haya quedado. Esto será la parte del forastero, del huérfano y de la viuda. [22] Acuérdate de que fuiste esclavo en Egipto. Por eso te mando hacer esto.

[5] Encontramos aquí una serie de leyes que promueven relaciones más humanas. A esto llega la predicación de los profetas: crear entre los hombres, en todos los sectores de la vida social, una actitud de cooperación y de bondad semejante a la actitud misericordiosa de Dios mismo. Todo esto fue planeado por un pueblo de agricultores, con una economía bastante primitiva, y necesitaría una adaptación para nuestra sociedad, más organizada. Aquí están las bases para una legislación de seguro y de prevención social. Viene a continuación la atención a los desamparados. Uno no puede considerar como exclusivamente suyo todo lo que ha ganado. Es un deber observar las leyes de solidaridad social y pagar lo que exigen. Y ahora no podemos limitarnos sólo a una solidaridad en el plano nacional: los países ricos deben compartir con las naciones menos desarrolladas, a menudo arruinadas por el desarrollo de aquellos y por el libre mercado que les han impuesto los más desarrollados.

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