Josué 22, 1 - 34

EL ALTAR DEL OTRO LADO DEL JORDÁN [1] Entonces Josué convocó a los rubenitas, gaditas, a la media tribu de Manasés, [2] y les dijo: «Todo lo que les ordenó Moisés, servidor de Yavé, lo han cumplido; también a mí me han obedecido en todo [3] y no han desamparado a sus hermanos pese al tiempo transcurrido, cumpliendo el mandamiento de Yavé. [4] Por lo tanto, ya que Yavé, según su promesa, les ha dado reposo y paz a sus hermanos, vuélvanse y regresen a sus casas, a la tierra que les entregó Moisés al este del Jordán. [5] Les encargo solamente que recuerden y practiquen el mandamiento de la Ley que les entregó Moisés y que es amar a Yavé, nuestro Dios, siguiendo sus caminos y observando sus mandamientos. Permanezcan fieles, sirviéndolo con todo el corazón y con toda el alma.» [6] En seguida Josué los bendijo y los despidió, regresando a sus tierras. [7] Moisés había dado a la media tribu de Manasés su posesión en Basán; por eso, a la otra mitad Josué le dio la herencia entre los demás hermanos suyos en este lado del Jordán, al occidente. Por eso, al despedirlos después de bendecirlos, [8] les dijo: «Regresen a sus casas con grandes riquezas, cargados de plata, oro, cobre, hierro y de toda clase de vestidos, y repartan con sus hermanos el botín de los enemigos.» [9] Con esto, los hijos de Rubén, los de Gad y la media tribu de Manasés se separaron de los hijos de Israel en Silo, en el país de Canaán, el país que habían recibido de Moisés, conforme a la orden de Yavé. [10] Cuando llegaron a las cercanías del Jordán, en tierra de Canaán, edificaron junto al Jordán un altar de grandes proporciones. [11] Entonces se dijo entre los hijos de Israel: «Los hijos de Rubén, Gad y la media tribu de Manasés han edificado el altar que está frente a Canaán, cerca del Jordán.» [12] Al saber esto, toda la asamblea de los israelitas se reunieron en Silo para combatirlos. [13] Los israelitas mandaron a Finjas, hijo de Eleazar, [14] junto con diez de los principales jefes, uno por cada tribu. [15] Estos se dirigieron a Galaad y dijeron a los hijos de Rubén, de Gad y a los de la media tribu de Manasés: [16] «La asamblea de Israel les manda a decir: ¿Qué infidelidad es ésta? ¿Por qué han abandonado a Yavé, Dios de Israel, y se han rebelado contra él, levantando este altar? [17] ¿Les parece poco el pecado que se cometió en Baal Fogor, del que todavía no estamos purificados aún, cuando Israel tuvo que padecer un terrible castigo? [18] Hoy se rebelan ustedes contra Yavé y mañana su ira se desatara contra todo Israel. 19 Si la tierra que ocupan les parece impura, pasen a la nuestra, donde está el Tabernáculo de Yavé; vengan a vivir con nosotros, pero no se alejen de Yavé y de nuestra comunidad, construyendo otro altar fuera del de Yavé. [20] Cuando Acán, hijo de Zaré, violó el anatema de Yavé, ¿no descargó él su ira sobre todo el pueblo de Israel? Ojalá él solo hubiera muerto por su pecado.» [21] La gente de Rubén, de Gad y los de la media tribu de Manasés respondieron a los enviados de Israel: [22] «El Dios de los dioses, Yavé, sabe nuestras intenciones: Israel también las conocerá. Castíguenos Yavé de inmediato si al edificar este altar nos ha animado la intención de rebelarnos. [23] Que Yavé nos condene si construimos este altar para ofrecer sobre él holocaustos, sacrificios y víctimas pacíficas. [24] Más bien hemos hecho esto pensando en el porvenir. Acaso algún día sus hijos pregunten a los nuestros: ¿Qué tienen ustedes de común con Yavé, Dios de Israel? [25] Yavé puso una frontera entre nosotros y ustedes, hijos de Rubén y de Gad: es el río Jordán; por lo tanto, ustedes no tienen parte con Yavé. Así nuestros hijos se alejarían de Yavé. [26] Por eso dijimos: Levantemos un altar, no para ofrecer holocaustos ni víctimas, [27] sino como una prueba entre nosotros y ustedes, entre nuestra descendencia y la de ustedes, de que somos también servidores de Yavé y tenemos derecho a ofrecer holocaustos y víctimas pacíficas; lo hicimos para que los hijos de ustedes no puedan decir a los nuestros: Ustedes no tienen parte con Yavé. [28] Y si lo dijeran, nuestros hijos podrían responder: Reconozcan por su forma el altar de Yavé que levantaron nuestros padres, no para ofrecer holocaustos o sacrificios, sino como señal de comunión entre nosotros. [29] No está en nuestro ánimo alejarnos de Yavé al construir un altar para ofrecerle holocaustos y sacrificios. Solamente lo haremos en el altar de Yavé, nuestro Dios, que se levanta frente a su Tabernáculo.» [30] El sacerdote Finjas y los jefes de las tribus se quedaron conformes con la respuesta de la gente de Rubén y de Gad y de la media tribu de Manasés. [31] Finjas les dijo: «Ahora comprobamos que Yavé está con nosotros, ya que ustedes no han cometido semejante traición, y ahora Israel no tiene que temer la venganza de Yavé.» [32] Regresó Finjas a Israel con los jefes principales informando de todo. [33] Todos quedaron satisfechos, y los israelitas dieron gracias a Yavé, olvidando su intención de combatirlos. [34] La gente de Rubén y de Gad llamaron al altar que habían edificado «Testigo», pues dijeron: «Este altar es testigo de que Yavé es Dios.»

[1] El capítulo 22 es una manera de afirmar que las tribus ubicadas al este del Jordán son parte del pueblo de Israel. Además quiere justificar y excusar a los que, en el pasado, habían multiplicado los lugares sagrados, pues fue escrito en la época de Josías, a fines del siglo 7º a.C. cuando se prohibieron estos santuarios y se reagrupó el culto en el Santuario de Jerusalén.

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