Oseas 6

[1] «Vengan, volvamos a Yavé; pues si él nos lesionó, él nos sanará; si él nos hirió, él vendará nuestras heridas. [2] Dentro de poco nos dará la vida, al tercer día nos levantará y viviremos en su presencia. [3] Empeñémonos en conocer a Yavé. Su venida es tan cierta como la de la aurora, y su intervención, tan repentina como la llegada del día. Llegará como la lluvia, como el aguacero que riega la tierra. [4] «¿Qué he de hacer contigo, Efraím? ¿Cómo he de tratarte, Judá? El cariño que me tienen es como una nube matinal, como el rocío que sólo dura algunas horas. [5] Por eso les envié profetas para desarraigarlos, y de mi propia boca salió su sentencia de muerte. [6] Porque me gusta más el amor que los sacrificios, y el conocimiento de Dios, más que víctimas consumidas por el fuego.» [7] Pero ellos no cumplieron mi alianza en Adam, pues allí me traicionaron. [8] Galaad, ciudad de malhechores, está llena de huellas de sangre. [9] Como una banda de salteadores, los sacerdotes se juntan para asaltar a los que pasan por el camino de Siquem: lo que hacen es una vergüenza. [10] He visto una cosa horrible en Betel; pues allá Efraím se prostituye, Israel se deshonra. [11] (A ti, Judá, te espera una buena cosecha cuando traiga de vuelta a los desterrados de mi pueblo y sane a Israel).

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[1] El hombre lamenta sus errores, pero su sinceridad no es tal que se aleje de sus pecados. Piensa contentar a Dios con ofrecerle algunos sacrificios, pero está lejos del amor verdadero que se prueba con la obediencia; prefiere ofrecer sacrificios costosos que él mismo decide, en vez de obedecer lo que Dios le pedía. Quiero amor, no sacrificios. En una oportunidad Cristo rebatió a los fariseos con esa frase (ver Mateo 9,13).

[7] Adam, Galaad, Betel, lugares donde se celebra el culto a Yavé mezclado con prácticas paganas.

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