Tito 2

ANDEMOS COMO SERES RESPONSABLES

[1] Tus palabras deben fortalecer la sana doctrina. [2] Los ancianos han de ser sobrios, respetables, juiciosos, maduros en su fe, caridad y perseverancia. [3] Que las ancianas igualmente se porten como corresponde a santas mujeres; no sean chismosas ni aficionadas al vino, sino más bien personas de buen consejo. [4] Así enseñarán a las jóvenes a amar a su marido y a querer a sus hijos, [5] a ser juiciosas y puras, a cuidar bien de su hogar, a ser buenas y obedientes a sus maridos. De este modo nadie podrá hablar mal de nuestra fe. [6] Invita también a los jóvenes a que sean responsables en todo. [7] Tú mismo serás un ejemplo para ellos cuando vean tu conducta, tu enseñanza desinteresada, tu honradez, [8] tu predicación sana e intachable. Con esto los de fuera no encontrarán cosa alguna que criticar, y más bien se sentirán avergonzados. [9] Los siervos, que se sometan a sus amos en forma habitual; que traten de complacerlos y no los contradigan. [10] Que no roben a sus patrones, sino que se muestren dignos de toda confianza; así atraerán elogios sobre la doctrina de Dios, nuestro Salvador. [11] Porque la generosidad del Dios Salvador acaba de manifestarse a todos los hombres; [12] nos enseña a rechazar la vida sin Dios y las codicias mundanas, y viviendo en el mundo presente como seres responsables, justos y que sirven a Dios. [13] Ahora nos queda aguardar la feliz esperanza, la manifestación gloriosa de nuestro magnífico Dios y Salvador, Cristo Jesús, [14] que se entregó por nosotros para rescatarnos de todo pecado y purificar a un pueblo que fuese suyo, dedicado a toda obra buena. [15] Tú enseña estas cosas, aconsejando y reprendiendo con toda autoridad. No dejes que nadie te menosprecie.

[1] Aquí se recuerdan las obligaciones de los fieles según su situación en la vida. En la sociedad de aquel tiempo, mucho menos compleja que la nuestra, todo se reducía a esclavos o libres, hombres o mujeres, jóvenes o viejos. En nuestros días habría que pedir a cada uno que mirara más de cerca sus responsabilidades en la vida. Se insiste en que debemos producir frutos; el párrafo siguiente dirá que si Cristo se sacrificó por nosotros, ese sacrificio no debe quedar estéril. La generosidad del Dios Salvador, acaba de manifestarse (11). La carta vuelve a recordarnos la esencia del mensaje cristiano, que nos revela un don de Dios; y debe producir bondad y reconciliación, sacando a los hombres del egoísmo que los paraliza. Se entregó por nosotros (14). Como en Ef 5,25 y 1 Cor 11,25, el sacrificio de Jesús es en primer lugar para purificar a los que formarán su pueblo. Nos enseña a rechazar la vida sin Dios (12). Después de nuestra conversión, es contemplando a Jesús como poco a poco abandonaremos todo lo malo que hay en nosotros. Progresaremos gracias a:- la sobriedad, y el sentido de nuestras responsabilidades.- la justicia con los demás, siendo en primer lugar justo ante de Dios.- la santidad, que aquí se entiende como sinceridad en el servicio de Dios.

rnaron � G g e @^S ��R a misma autoridad -al menos teóricamente-.Lo que Pablo dice aquí, sobre las condiciones necesarias para ser anciano o supervisor, recuerda lo que hallamos en 1 Timoteo. Notemos, sin embargo, los siguientes puntos:- Casados una sola vez. No era necesario, por supuesto, que estuvieran casados, sino que como se consagraba a hombres de una cierta edad, comúnmente casados, la carta excluye aquí a los que se habían divorciado y se habían vuelto a casar varias veces, mientras eran todavía paganos.- Debe ser irreprensible, no sólo él, sino también su familia. Su aptitud para presidir es esencial a su vocación, y de hecho no podía ser aceptado por la comunidad si la gente de su derredor daba mal ejemplo.- Debe ser acogedor. La Iglesia es más comunión que organización. Todo el mundo debe ser acogido y sentirse a gusto en casa de los responsables. Por otra parte, se debe acoger a los hermanos y a los responsables que vienen de otras regiones para asegurar así la unidad y la comunión entre las diversas comunidades. El equilibrio humano de este «obispo» es, pues, parte de su vocación; no puede ser un hombre de carácter mal equilibrado, cuyas intervenciones hieren, cuya autoridad ignora las reglas elementales de la sana convivencia y del respeto hacia las personas. Muchas veces se ha reprochado a los responsables de la Iglesia tener fe, pero no saber actuar humanamente. El párrafo 1,12-16 es una advertencia contra la vuelta a una religión de prácticas y abstinencias inspirada en la Ley judía. Todo es limpio para los limpios: conforme a lo dicho en Mt 15,11 y Rom 14,20. Eso no quiere decir que nuestras intenciones (¡las nuestras son siempre puras!) justifiquen nuestros actos; eso sería olvidar que el árbol (el deseo que nos impulsa a actuar) se juzga por sus frutos, que no son justificables si van contra la voluntad de Dios manifestada por la Ley.


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