Lecturas - martes 18, 2011

Primera Lectura: II Timoteo 4:10-17

10 porque me ha abandonado Demas por amor a este mundo y se ha marchado a Tesalónica; Crescente, a Galacia; Tito, a Dalmacia. 11 El único que está conmigo es Lucas. Toma a Marcos y tráele contigo, pues me es muy útil para el ministerio. 12 A Tíquico le he mandado a Efeso. 13 Cuando vengas, tráeme el abrigo que me dejé en Tróada, en casa de Carpo, y los libros, en especial los pergaminos. 14 Alejandro, el herrero, me ha hecho mucho mal. El Señor le retribuirá según sus obras. 15 Tú también guárdate de él, pues se ha opuesto tenazmente a nuestra predicación. 16 En mi primera defensa nadie me asistió, antes bien todos me desampararon. Que no se les tome en cuenta. 17 Pero el Señor me asistió y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara plenamente el mensaje y lo oyeran todos los gentiles. Y fui librado de la boca del león.


Salmo Responsorial: Salmo 145:10-13, 17-18

10 Te darán gracias, Yahveh, todas tus obras y tus amigos te bendecirán; 11 dirán la gloria de tu reino, de tus proezas hablarán, 12 para mostrar a los hijos de Adán tus proezas, el esplendor y la gloria de tu reino. 13 Tu reino, un reino por los siglos todos, tu dominio, por todas las edades. Yahveh es fiel en todas sus palabras, en todas sus obras amoroso; 17 Yahveh es justo en todos sus caminos, en todas sus obras amoroso; 18 cerca está Yahveh de los que le invocan, de todos los que le invocan con verdad.


Evangelio: Lucas 10:1-9

1 Después de esto, designó el Señor a otros 72, y los envió de dos en dos delante de sí, a todas las ciudades y sitios a donde él había de ir. 2 Y les dijo: «La mies es mucha, y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. 3 Id; mirad que os envío como corderos en medio de lobos. 4 No llevéis bolsa, ni alforja, ni sandalias. Y no saludéis a nadie en el camino. 5 En la casa en que entréis, decid primero: "Paz a esta casa." 6 Y si hubiere allí un hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; si no, se volverá a vosotros. 7 Permaneced en la misma casa, comiendo y bebiendo lo que tengan, porque el obrero merece su salario. No vayáis de casa en casa. 8 En la ciudad en que entréis y os reciban, comed lo que os pongan; 9 curad los enfermos que haya en ella, y decidles: "El Reino de Dios está cerca de vosotros."

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