Apocalípsis 6
LOS SIETE SELLOS [1] Como estaba mirando, el Cordero abrió el primero de los siete sellos, y oí al primero de los cuatro Seres Vivientes que gritaba como con voz de trueno: «Ven.» [2] Apareció un caballo blanco, el que lo montaba tenía un arco. Le dieron una corona, y partió como vencedor y para vencer. [3] Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo Ser Viviente gritar: «Ven.» [4] Salió entonces otro caballo de color rojo fuego. Al que lo montaba se le ordenó que desterrara la paz de la tierra, y se le dio una gran espada para que los hombres se mataran unos a otros. [5] Cuando abrió el tercer sello, oí gritar al tercer Ser Viviente: «Ven.» Esta vez el caballo era negro y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. [6] Entonces se escuchó una voz de en medio de los cuatro Seres que decía: «Una medida de trigo por una moneda de plata; tres medidas de cebada por una moneda también; ya no gastes el aceite y el vino.» [7] Cuando abrió el cuarto sello, oí el grito del cuarto Ser Viviente: «Ven.» [8] Se presentó un caballo verdoso. Al que lo montaba lo llamaban Muerte, y detrás de él iba otro: el Mundo del Abismo. Se le dio poder para exterminar a la cuarta parte de los habitantes de la tierra por medio de la espada, el hambre, la peste y las fieras. [9] Cuando abrió el quinto sello, divisé debajo del altar las almas de los que fueron degollados a causa de la palabra de Dios y del testimonio que les correspondía dar. [10] Se pusieron a gritar con voz muy fuerte: «Santo y justo Señor, ¿hasta cuándo vas a esperar a hacer justicia y tomar venganza por nuestra sangre a los habitantes de la tierra?» [11] Entonces se les dio a cada uno un vestido blanco y se les dijo que esperaran todavía un poco, hasta que se completara el número de sus hermanos y compañeros de servicio, que iban a ser muertos como ellos. [12] Y mi visión continuó. Cuando el Cordero abrió el sexto sello, se produjo un violento terremoto; el sol se puso negro como vestido de luto, la luna entera se tiñó como de sangre, [13] y las estrellas del cielo cayeron a la tierra como una higuera deja caer sus higos verdes al ser agitada por el huracán. [14] El cielo se replegó como un pergamino que se enrolla y no quedó cordillera o continente que no fueran arrancados de su lugar. [15] Los reyes de la tierra, los ministros, los generales, los ricos, los poderosos y toda la gente, tanto esclavos como hombres libres, se escondieron en las cavernas y entre las rocas de los cerros, [16] y decían: «Caigan sobre nosotros, cerros y rocas, y ocúltennos del que se sienta en el trono y de la cólera del Cordero, [17] porque ha llegado el gran día de su enojo, y ¿quién lo podrá aguantar?»
[1] El Cordero estaba de pie, a pesar de haber sido degollado (6). La visión nos ubica en el momento de la resurrección. Mientras los evangelios relatan la resurrección de Jesús tal como la conocieron sus discípulos en la tierra, aquí estamos en el cielo para contemplar a Cristo resucitado, que hace su entrada en el mundo glorioso. Está de pie después de sacrificado, glorioso, pero marcado para siempre por su pasión entre los hombres.Los siete cuernos y los siete ojos expresan la plenitud del poder y del conocimiento que tiene Cristo resucitado. En este día, frente a todas las fuerzas del mundo y del cielo, viene con autoridad a tomar el libro de la mano del Padre.El, ahora, puede leer el libro de la historia y del destino de los hombres: a El poder, riqueza y sabiduría (12). Pero también se hizo dueño de este libro, y, al ser desconocido por Israel, pueblo sacerdotal (Ex 19,5), se hizo su propio reino y pueblo de sacerdotes, la Iglesia (1 Pe 2,9), como se dice en el v.10.Notemos cómo, en el día de la resurrección, la misma alabanza dirigida anteriormente a Dios va al Cordero: Cristo al resucitar aparece con la gloria que le corresponde, la de Dios.El Cordero abre los sellos. Cristo resucitado aclara las grandes fuerzas que impulsaban la historia sagrada. En el momento en que escribe Juan, ya se acabó el Antiguo Testamento por el nacimiento de la Iglesia, y poco después, por la destrucción de la patria judía. Es hora de hacer el balance.Los cuatro caballos simbolizan las fuerzas que han plasmado la historia bíblica.El que monta el caballo blanco es «la palabra de Dios» que él entregaba a los profetas en el Antiguo Testamento. No había venido todavía Cristo, «la» Palabra de Dios, que aparecerá más tarde montado en el mismo caballo blanco, cuando se venga a la historia cristiana (Ap 19,11).Los otros tres caballos representan a la guerra, el hambre y las epidemias, las grandes plagas que aquejan a la humanidad pecadora, y las que hacen sentir a los hombres que necesitan una salvación.Con el quinto sello se descubre otra fuerza, invisible ésta, que mueve la historia sagrada: la exigencia de justicia por la sangre de los mártires. Estos mártires anteriores a Cristo ya comparten su victoria (por eso visten el vestido blanco); sin embargo, deben esperar que se junten a ellos otros mártires, cristianos esta vez, los mártires de la primera Iglesia, para que Dios haga justicia (ver en Mt 23,35).Con el sexto sello aparecen los signos y las plagas que los profetas anunciaban para el día de Yavé, y que se verificaron en la destrucción de Jerusalén (Mc 13,24).
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