Isaías 35, 1 - 10
LA VUELTA DE LOS DESTERRADOS
[1] Que se alegren el desierto y la tierra seca, que con flores se alegre la pradera. [2] Que se llene de flores como junquillos, que salte y cante de contenta, pues le han regalado el esplendor del Líbano y el brillo del Carmelo y del Sarón. Ellos a su vez verán el esplendor de Yavé, todo el brillo de nuestro Dios. [3] Robustezcan las manos débiles y afirmen las rodillas que se doblan. [4] Díganles a los que están asustados: «Calma, no tengan miedo, porque ya viene su Dios a vengarse, a darles a ellos su merecido; él mismo viene a salvarlos a ustedes.» [5] Entonces los ojos de los ciegos se despegarán, y los oídos de los sordos se abrirán, [6] los cojos saltarán como cabritos y la lengua de los mudos gritará de alegría. Porque en el desierto brotarán chorros de agua, que correrán como ríos por la superficie. [7] La tierra ardiente se convertirá en una laguna, y el suelo sediento se llenará de vertientes. Las cuevas donde dormían los lobos se taparán con cañas y juncos... [8] Por allí pasará una buena carretera, que se llamará el camino santo; por él no transitará ningún impuro, y el sinvergüenza no se atreverá a pisarlo; [9] no habrá allí ningún león, y la fiera salvaje no se acercará a él. Por este camino marcharán los rescatados [10] y por ahí regresarán los libertados por Yavé; llegarán a Sión dando gritos de alegría, y con una dicha eterna reflejada en sus rostros; la alegría y la felicidad los acompañarán y ya no tendrán más pena ni tristeza.
[1] El regreso de los desterrados y el anuncio de los tiempos del Mesías. Ver los comentarios de Is 40-41.
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