Génesis 44, 1 - 34
LA COPA DE JOSÉ EN LA BOLSA DE BENJAMÍN [1] Entonces José ordenó a su mayordomo: «Llena de alimentos las bolsas de estos hombres, todo lo que puedan llevar, y coloca el dinero de cada uno en la boca de su bolsa. [2] En la bolsa del menor pondrás, junto con el dinero de su trigo, también mi copa, mi copa de plata.» El mayordomo hizo tal como José le había ordenado. [3] Al amanecer fueron despedidos los hombres con sus burros. [4] Habían salido ya de la ciudad y se encontraban aún a poca distancia, cuando José dijo a su mayordomo: «Corre detrás de esos hombres, y cuando los alcances, les dirás: ¿Por qué han devuelto mal por bien? [5] ¿No es ésta la copa de plata en que bebe mi señor y con la que también practica la adivinación? Han obrado muy mal al hacer eso.» [6] El los alcanzó y les habló en esa forma. [7] Ellos le respondieron: «¿Por qué habla así mi señor? Jamás haríamos cosa semejante. [8] Si te trajimos desde Canaán la plata que encontramos en nuestras bolsas, ¿cómo íbamos ahora a robar oro y plata de la casa de tu señor? [9] Si a alguno de nosotros, tus siervos, se le encuentra el objeto, que muerá, y también nosotros seremos esclavos de mi señor.» [10] «Muy bien -dijo él-, sea como ustedes han dicho. Aquél a quien se le encuentre el objeto será mi esclavo, pero ustedes quedarán libres.» [11] Rápidamente bajó cada uno su bolsa y cada uno la abrió. [12] El mayordomo los registró empezando por el mayor y terminando por el más joven y la copa se encontró en la bolsa de Benjamín. [13] Entonces rasgaron sus ropas, y cargando cada uno su burro, volvieron a la ciudad. [14] Judá y sus hermanos volvieron a la casa de José, que todavía estaba allí, y se postraron con el rostro por tierra delante de él. [15] José les dijo: «¿Qué han hecho? ¿No sabían que un hombre como yo iba a adivinarlo?» [16] Contestó Judá: «¿Qué podemos decir a mi señor, y cómo podemos justificarnos? Dios ha descubierto alguna falta en tus servidores. En adelante seremos esclavos de mi señor, junto con aquél en cuyo poder se encontró la copa.» [17] Pero José respondió: «Jamás haría tal cosa. El hombre a quien se le halló la copa será mi esclavo, pero ustedes pueden volver en paz donde su padre.» [18] Entonces se adelantó Judá y le dijo: «Permite, señor mío, que pueda tu siervo decirte algunas palabras sin que te enojes contra mí, aunque tú eres como Faraón. [19] Tú, mi señor, preguntaste a tus siervos la otra vez: «¿Tienen todavía padre o hermano?» [20] y nosotros contestamos: «Tenemos todavía nuestro padre muy anciano, con un muchachito que le nació en su vejez. Este tenía otro hermano, hijo de la misma madre, pero murió y le queda ese solo hijo de ella. Por esto su padre lo quiere mucho.» [21] Después nos dijiste: «Que baje aquí con ustedes, y que yo mismo lo vea.» [22] Y nosotros te respondimos: «El muchacho no puede dejar a su padre, porque si lo abandona, éste se morirá.» [23] Y tú nos dijiste: «Si su hermano menor no baja con ustedes, no los admitiré en mi presencia.» [24] Subimos entonces a casa de nuestro padre y le dijimos tus palabras. [25] Y cuando nos pidió: «Vuelvan a comprar algo de comida», [26] nosotros respondimos: «No podemos ir, a menos que vaya con nosotros nuestro hermano menor, porque no nos recibirá aquel hombre si nuestro hermano menor no está con nosotros.» [27] Entonces nuestro padre nos dijo: «Ustedes saben que mi esposa me dio dos hijos. [28] Uno se me fue, al que no he vuelto a ver, y creo que habrá sido despedazado por las fieras. [29] Si ahora llevan de mi lado también a éste y le sucede alguna desgracia, me moriré de pena en mi ancianidad, y será por culpa de ustedes.» [30] Ahora yo no puedo volver donde mi padre sin el muchacho, pues no vive sino por él, y al ver que el muchacho no está morirá. [31] Y por culpa nuestra nuestro padre morirá de pena en su ancianidad. [32] Yo, tu servidor, me hice responsable por el joven ante mi padre y le dije: «Si no te lo traigo de vuelta, seré culpable ante mi padre para siempre.» [33] Te ruego, pues, que yo quede en lugar del joven como esclavo de mi señor, para que así el muchacho suba con sus hermanos. [34] Yo no podría regresar a la casa de mi padre sin el joven; no quiero ver la aflicción de mi padre.»
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