Éxodo 17, 1 - 15

EL AGUA SALIDA DE LA PIEDRA [1] Al salir la comunidad de Israel del desierto de Sin, dispusieron sus etapas según Yavé les ordenaba. Acamparon en Refidim donde el pueblo, sediento, no encontró agua. [2] Le reclamaron a Moisés, diciendo: «Danos agua para beber.» Moisés les contestó: «¿Por qué me reclaman ustedes a mí?, ¿por qué tientan a Yavé?» [3] Allí el pueblo, atormentado por la sed, murmuró contra Moisés: «¿Por qué nos has hecho salir de Egipto? ¿Para que ahora muramos de sed con nuestros hijos y nuestros animales?» [4] Entonces Moisés llamó a Yavé y le dijo: «¿Qué puedo hacer con este pueblo?; por poco me apedrean.» [5] Yavé respondió a Moisés: «Preséntate al pueblo, lleva contigo algunos jefes de Israel, lleva también en tu mano el bastón con que golpeaste el río Nilo. [6] Yo estaré allá delante de ti, sobre la roca. Golpearás la roca y de ella saldrá agua, y el pueblo tendrá para beber.» Moisés lo hizo así, en presencia de los jefes de Israel. [7] Aquel lugar se llamó Masá (o sea, tentación) y Meribá (o sea, quejas), a causa de las quejas de los israelitas que allí tentaron a Yavé, diciendo: «¿Está Yavé en medio de nosotros, o no?

» LA VICTORIA SOBRE AMALEC [8] En Refidim los amalecitas vinieron a atacar a Israel. [9] Moisés dijo a Josué: «Elígete algunos hombres y marcha a pelear contra los amalecitas. Yo, por mi parte, estaré mañana en lo alto de la loma, con el bastón de Dios en mi mano.» [10] Josué hizo como se lo ordenaba Moisés, y salió a pelear contra los amalecitas. Mientras tanto, Moisés, Aarón y Jur subieron a la cumbre de la loma. [11] Y sucedió que mientras Moisés tenía las manos arriba, se imponía Israel, pero cuando las bajaba, se imponían los amalecitas. [12] Se le cansaron los brazos a Moisés; entonces tomaron una piedra y sentaron a Moisés sobre ella, mientras Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así, Moisés mantuvo sus brazos alzados hasta la puesta del sol [13] y Josué hizo una enorme matanza entre la gente de Amalec. [14] Entonces Yavé dijo a Moisés: «Escribe todo esto en un libro para que sirva de recuerdo, y dile a Josué que yo no dejaré ni el recuerdo de Amalec debajo de los cielos.» [15] Luego Moisés edificó allí un altar a Yavé, al que puso por nombre: Yavé es mi triunfo. Y declaró: «La bandera de Yavé en la mano: Yavé está en guerra con Amalec de generación en generación.»

[1] En el desierto, Dios pone a Israel a prueba: ¿Hasta cuándo esta gente común aceptará seguir un destino que sale de lo común? ¿Hasta dónde alcanzará su fe? También Israel tienta a Dios, o sea, le pide pruebas porque no tiene confianza en él. Exige milagros: «Si estás con nosotros, muéstralo, y sin demora. »La Biblia recuerda este enfrentamiento en el suceso del agua salida de la roca. También Moisés fue puesto a prueba en dicho lugar ver el mismo hecho relatado en Núm 20.En tiempos posteriores la tradición judía vio en esta roca una figura de Dios, fuente de vida, presente en medio de su pueblo, Roca milagrosa que los acompañaba en sus andanzas (ver 1 Cor 10,40). Dios es la Roca impenetrable que retiene su secreto hasta que acepte ser herido y de su misma herida mana la vida. Dios es quien se anonada en la persona de Jesús para que se nos revele el secreto de su amor -o mejor habría que decir- el secreto de Dios mismo, tan capaz de hacerse débil entre nosotros aun cuando se da el lujo de lanzar al aire varios millones de soles. El Evangelio enfatiza que del corazón de Jesús, herido por la lanzada, salió sangre y agua, que figura al Espíritu Santo: Jn 7,37 y 19,34.

[8] La victoria sobre Amalec viene a completar estas experiencias referentes a la Providencia divina. Josué dirige el combate, pero Moisés tiene levantado su bastón, con el cual obra prodigios. De Dios viene la victoria. En este relato la tradición cristiana ha reconocido siempre una imagen de la oración que obtiene de Dios las victorias. La misión de los profetas no es solamente de hablar, sino de interceder ante Dios: 1 Sam 7,7 Jer 7,16 Ex 22,30.

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