Cantar De Los Cantares 2, 1 - 17

[1] Yo soy el narciso de Sarón y el lirio de los valles. [2] Como lirio entre los cardos, así es mi amada entre las jóvenes. [3] Como manzano entre los arbustos, así es mi amado entre los jóvenes. Estoy sentada a su sombra deseada y su fruto me es dulce al paladar. [4] Me llevó a una bodega de vino: su divisa de amor estaba encima de mí. [5] Pásenme pasteles de pasas. Reanímenme con manzanas, porque estoy enferma de amor. [6] Su izquierda se deslizabajo mi cabeza, y su derecha me abraza. [7] Hijas de Jerusalén, yo les ruego por las gacelas y las cabras del campo que no despierten ni molesten al Amor hasta cuando ella quiera. Ella: [8] ¡La voz de mi amado! Miren cómo viene saltando por los montes, [9] brincando por los cerros, mi amado, como una gacela o un cabrito. Ahora se detiene detrás de nuestra cerca, y se pone a mirar por las ventanas, a espiar por las rejas. [10] Mi amado empieza a hablar y me dice: El: Levántate, compañera mía, hermosa mía, y ven por acá, paloma mía. [11] Acaba de pasar el invierno, y las lluvias ya han cesado y se han ido. [12] Han aparecido las flores en la tierra, ha llegado el tiempo de las canciones, se oye el arrullo de la tórtola en nuestra tierra. [13] Las higueras echan sus brotes y las viñas nuevas exhalan su olor. Levántate, amada mía, hermosa mía, y ven. [14] Paloma mía, que te escondes en las grietas de las rocas, en apartados riscos, muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz, porque tu voz es dulce y amoroso tu semblante. Ella: [15] ¡Que cacen a los zorros, esos dañinos zorritos que destrozan las viñas, pues las nuestras se encuentran en flor! [16] Mi amado es para mí, y yo para mi amado; él lleva a su rebaño a pastar entre los lirios. [17] Antes que sople la brisa del día y huyan las sombras, amado mío, vuelve, como la gacela o el cabrito, por los montes de las balsameras.

[8] Una primavera de Anunciación: El amor viene a buscar a la amada. Ha terminado el tiempo de esas pruebas de las cuales no se veía el fin ni el sentido. Y el Amante se complace cantando la belleza de su amada. Aquí se necesita la fe: las revistas científicas nos hablan de millones de galaxias sopladas como una burbuja de jabón a lo largo de algunos 15 mil millones de años, y luego el Cantar nos dice que El anda en busca de un amor entre los innumerables descendientes del pequeño "homo habilis". ¿Será verdad? ¿será posible? Esos millones de años y de soles no son tal vez más que una nube de humo tras lo cual se esconde, en otra profundidad, el misterio de la Persona Suprema, que es fuente del amor. Un amor que no sólo será humano, pues al mismo tiempo que él lo experimenta, su Espíritu hace surgir en nosotros la llama de ese amor. Hemos dicho que este texto lleva la marca de su tiempo: el versículo 2,15 alude con toda seguridad a las dificultades de la comunidad que no puede consagrarse como quisiera a la búsqueda de su Dios; ¿podremos encontrar algún día un sitio tranquilo donde no haya mosquitos -y probablemente mucho más que mosquitos- que nos impidan gozar de la presencia de Dios?

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