Isaías 39, 1 - 8

DESPUÉS DE UNA LIBERACIÓN [1] En aquel tiempo, Merodac-Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, mandó cartas y un regalo a Ezequías al enterarse de su enfermedad y de su curación. [2] Ezequías estuvo tan contento que enseñó a los mensajeros la sala del tesoro, con la plata, el oro, los perfumes, los aceites aromáticos, como también su arsenal y todo lo que había en sus bodegas. Nada quedó de su palacio y de sus dependencias que no se lo mostrase Ezequías. [3] Entonces Isaías vino a ver a Ezequías y le preguntó: «¿Qué han dicho esos hombres? ¿De dónde venían?» Y Ezequías respondió: «Han venido de un país lejano, de Babilonia.» [4] Isaías le preguntó: «¿Qué han visto en tu palacio?» Ezequías respondió: «Han visto todo lo que hay en mi palacio. No ha quedado nada en mis almacenes que no les haya mostrado.» [5] Entonces Isaías dijo a Ezequías: «Escucha la palabra de Yavé de los Ejércitos: [6] Vendrán días en que todo lo que hay en tu palacio y todo lo que han atesorado tus padres hasta el día de hoy será llevado a Babilonia y no quedará nada. [7] E incluso tus hijos, que tú has engendrado, servirán como eunucos en el palacio del rey de Babilonia.» [8] Ezequías dijo a Isaías: «Es buena la palabra de Yavé que has anunciado.» Pues pensaba: «En mi vida, por lo menos, habrá paz y seguridad.»

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