Salmo 112 (111), 1 - 10

[1] ¡Aleluya! ¡Feliz el hombre que teme al Señor y valora mucho sus mandamientos! [2] Su semilla será pujante en el país, los retoños del hombre bueno serán benditos. [3] Habrá en su casa bienes y riquezas, y su honradez, que durará para siempre. [4] Brilla como luz en las tinieblas para los de recto corazón; él comprende, es clemente y justo. [5] Le va bien al compasivo y que presta, y lleva sus negocios en conciencia, [6] pues nada logrará perturbarlo: el recuerdo del justo será eterno. [7] No tiene miedo a las malas noticias, pues en su corazón confía en el Señor, [8] su corazón está firme, nada teme, al final, despreciará a sus adversarios. [9] Es generoso en dar a los pobres, su honradez permanece para siempre, su cuerno aumenta en gloria. [10] El malvado lo ve y se irrita, le rechinan los dientes, se debilita; nada queda del deseo de los malos.

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