Salmo 55 (54), 1 - 24

[2] Oh Dios, pon atención a mi plegaria no desatiendas mis súplicas. [3] Atiéndeme y respóndeme: me agito lamentándome y gimiendo, [4] al oír la voz del enemigo y las amenazas del impío. [5] Con sus aullidos me ensordecen y me persiguen con alevosía. [6] Mi corazón se estremece en mi pecho, una angustia mortal me sobrecoge; me invaden el miedo y el terror y el pavor me atenaza. Y yo dije: [7] Si tuviera alas de paloma volaría a donde pudiera posarme. [8] Huiría muy lejos, y pasaría la noche en el desierto. [9] Buscaría un asilo a toda prisa contra la tempestad y contra el viento. [10] Dispérsalos, Señor, confúndeles las lenguas, pues violencia y discordia he visto en la ciudad; [11] rondan por sus murallas día y noche y dentro están la injusticia y el crimen. [12] El mal aloja en ella; de su plaza no se alejan la astucia y el engaño. [13] Si llegara a insultarme un enemigo, yo lo soportaría; si el que me odia se alzara en contra mía, me escondería de él; [14] mas fuiste tú, un hombre como yo, mi familiar, mi amigo, [15] a quien me unía una dulce amistad; juntos íbamos a la casa de Dios en alegre convivencia. [16] Que la muerte los sorprenda, que bajen vivos al lugar de los muertos, pues el mal se cobija en su interior. [17] Pero yo clamo a Dios y el Señor me salvará. [18] De tarde, de mañana, al mediodía, me lamento y me aflijo y escuchará mi voz. [19] Me dará la paz, me sacará del combate, aaunque muchos estén en contra mía. [20] Dios atenderá y los humillará, el que reina desde siempre. ¿Podrán convertirse si no temen a Dios? [21] Alzan la mano contra sus amigos, no cumplen sus compromisos, [22] su boca es más untuosa que una crema pero su corazón es agresivo; sus palabras, más suaves que el aceite, son espadas desenvainadas. [23] Descarga en el Señor todo tu peso, porque él te sostendrá; no dejará que el justo se hunda para siempre. [24] Tú, oh Dios, los echarás al pozo de la muerte los hombres sanguinarios y embusteros: no llegarán a la mitad de su vida, pero yo, confío en ti.

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