Zacarías 12, 1 - 14

EL ÚLTIMO COMBATE [1] Esta es sentencia de Yavé que estiró los cielos, que puso los cimientos de la tierra y que formó el espíritu del hombre en su interior; y se refiere al futuro de Israel. [2] Vienen los días en que yo haré que Jerusalén sea para todos los pueblos una copa de vino que hace perder los sentidos. [3] Jerusalén, en ese entonces, será como una piedra que tratarán de levantar todos los pueblos; pero cuantos lo hagan quedarán desgarrados.( ) [4] Ese día, dice Yavé, sembraré la confusión entre los caballos y volveré locos a sus jinetes. Dejaré ciegos a todos los pueblos y cuidaré de la casa de Juda. [5] Entonces los jefes de Judá dirán en su interior: «La fuerza de Jerusalén le viene de Yavé, su Dios.» [6] Aquel día haré que los pueblitos de Judá sean como un fósforo encendido en un montón de leña, como una antorcha lanzada entre las gavillas; devorarán a izquierda y derecha a todos los pueblos de los alrededores. A Jerusalén, empero, no le pasará nada. [7] Yavé salvará, en primer lugar, a las otras familias de Judá, para que la familia de David y los habitantes de Jerusalén no se crean más importantes que el resto de Judá. [8] Ese día, también, Yavé protegerá de tal forma a los habitantes de Jerusalén que el más débil de entre ellos será como David, y la familia de David, que los encabezará, será como Dios, como el ángel de Yavé. [9] Ese día, destruiré sin piedad a todas las naciones que hayan atacado a Jerusalén. [10] Dispondré el ánimo de los descendientes de David y de los habitantes de Jerusalén para que vuelvan a mí con amor y confianza. Llorarán por aquel que ha sido traspasado, como se siente la muerte de un hijo único, y lo echarán de menos como se lamenta el fallecimiento del primer hijo. [11] La lamentación que habrá en ese día, en Jerusalén, será tan grande como la que se celebra para Hadad Rimón en la llanura de Meguido. [12] Cada familia en el país, por separado, guardará luto y pesar: así, por ejemplo, la familia de David sola, y lo mismo sus mujeres. [13] La familia de Natán, por su cuenta, y lo mismo sus mujeres; la familia de Leví, en su casa, y lo mismo sus mujeres; la familia de Semeí aparte y lo mismo sus mujeres. [14] Y de la misma manera, en todas las demás familias, ya sean hombres o mujeres.

[1] Este capítulo anuncia la tragedia que va a conmover al pueblo judío: todas las naciones en contra suya, y él, salvado por Dios. Los v. 8-11, que recordará Juan en Jn 19,37 y Ap 1,7, expresan veladamente el misterio de la muerte de Cristo. Los judíos se convertirán al ver al que traspasaron. De su sacrificio nacerá la fuente mencionada en 13,1, fuente de perdón y santidad. Nótese que Hadad Rimón era un dios fenicio; los habitantes de la llanura de Meguido celebraban anualmente su muerte (ver Is 17,10).

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Eclesiastés 3, 1 - 22

SIRACIDES