Hebreos 5, 1 - 14

[1] Todo sumo sacerdote es tomado de entre los hombres, y le piden representarlos ante Dios y presentar sus ofrendas y víctimas por el pecado. [2] Es capaz de comprender a los ignorantes y a los extraviados, pues también lleva el peso de su propia debilidad; [3] por esta razón debe ofrecer sacrificios por sus propios pecados al igual que por los del pueblo. [4] Pero nadie se apropia esta dignidad, sino que debe ser llamado por Dios, como lo fue Aarón. [5] Y tampoco Cristo se atribuyó la dignidad de sumo sacerdote, sino que se la otorgó aquel que dice: Tú eres mi Hijo; te he dado vida hoy mismo. [6] Y en otro lugar se dijo: Tú eres sacerdote para siempre a semejanza de Melquisedec. [7] En los días de su vida mortal, presentó ruegos y súplicas a aquel que podía salvarlo de la muerte; este fue su sacrificio, con grandes clamores y lágrimas, y fue escuchado por su religiosa sumisión. [8] Aunque era Hijo, aprendió en su pasión lo que es obedecer. [9] Y ahora, llegado a su perfección, es fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen, [10] conforme a la misión que recibió de Dios: sacerdote a semejanza de Melquisedec.

USTEDES DEBERÍAN SER MAESTROS

[11] A propósito de esto tendríamos muchas cosas que decir, pero nos cuesta exponerlas, porque se han vuelto lentos para comprender. [12] Ustedes deberían ser maestros después de tanto tiempo, y en cambio, necesitan que se les vuelvan a enseñar los primeros elementos de las enseñanzas de Dios. Necesitan leche y no alimento sólido. [13] El que se queda con la leche no entiende todavía el lenguaje de la vida en santidad, no es más que un niño pequeño. [14] A los adultos se les da el alimento sólido, pues han adquirido la sensibilidad interior y son capaces de distinguir lo bueno y lo malo.

[7] Este fue su sacrificio, con grandes clamores y lágrimas. En la Biblia estos términos designan la oración ferviente de los hijos de Dios oprimidos; gritan tan fuerte al Señor que él los escucha. Y así, en la víspera de su muerte, Jesús se identificó con todos los que sufren y que no quieren morir.

[11] Ustedes deberían ser maestros. Hay diferentes etapas en el desarrollo de la fe. No se puede volver a dar los primeros pasos. Formar parte de la Iglesia durante años, sin que progresen nuestra fe y nuestra experiencia de Dios, es envejecer y hacerse incapaz de progresar.

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