Ezequiel 31, 1 - 18

[1] El año once, el primer día del tercer mes, me llegó esta palabra de Yavé: [2] "Hijo de hombre, esto dirás al Faraón y a toda su corte:¿Cómo expresar tu grandeza? [3] Tú eras un cedro del Líbano de magníficas ramas y de abundante follaje, de altura tan grande que alcanzabas las nubes. [4] Las aguas lo habían hecho crecer, las aguas subterráneas le habían dado su prestancia, y de donde él estaba regaba a todos los árboles del campo por medio de canales. [5] Era el más alto de los árboles del campo, sus ramas se habían multiplicado, su ramaje cubría todo su derredor gracias a la abundancia de las aguas. [6] En sus ramas anidaban todos los pájaros del cielo ( ) y numerosos pueblos se cobijaban bajo su sombra. ([7] Su altura, sus largas ramas constituían su belleza, sus raíces estaban orientadas hacia abundantes aguas.) [8] Ningún cedro le igualaba en el jardín de Dios: ni los cipreses tenían tales ramas, ni los plátanos, tal follaje ( ). [9] ( ) Su follaje era tan espeso que todo el jardín de Dios estaba envidioso de él. [10] Pero esto es lo que dice Yavé: Subió demasiado alto, su copa se elevó hasta las nubes y su corazón se hinchó de orgullo. [11] Por eso lo entregué en manos del príncipe de las naciones para que lo trate como merece su falta. [12] Extranjeros, los sepultureros de los pueblos, lo cortaron: lo echaron abajo en la montaña y sus ramas cayeron en todos los valles. Se quebraron en el fondo de los barrancos; todos los pueblos de la tierra se retiraron de su sombra y lo abandonaron. [13] Los pájaros del cielo se posan sobre sus restos y las fieras salvajes se instalan en medio de sus ramas. [14] Que no se vea más en adelante a un árbol bien regado que se enorgullezca de su grandeza, o que quiera alcanzar con sus ramas hasta las nubes. Ningún árbol cuyas raíces alcanzan las aguas profundas pondrá su confianza en sí mismo, porque todos están condenados a muerte, todos irán a parar a la morada de los muertos igual que los humanos que descienden a la tumba. [15] Esto dice Yavé: Dispuse un gran duelo para el día en que el cedro bajó a la morada de los muertos; cerré el abismo encima de él, detuve los ríos y sus aguas se secaron. Por él vestí de negro al Líbano, y se secaron todos los árboles del campo. [16] Las naciones se conmovieron de espanto ante el estruendo de su caída, cuando lo hice descender a la morada de los muertos con los que bajan a la tumba. Pero en el país subterráneo, se consolaron todos los árboles del Edén, los más bellos del Líbano y los mejor regados. [17] Los que vivían bajo su sombra en todas las naciones bajaron con él a la morada de los muertos, y se juntaron con las víctimas de la espada. [18] ¿Con quién podría compararte? Te precipité en lo más profundo de la tierra, igual como los árboles del Edén: allí estás acostado junto con los incircuncisos, con las víctimas de la espada. Allí están el Faraón y su pueblo, dice Yavé.

[1] Bella comparación del cedro, representando a Egipto.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Eclesiastés 3, 1 - 22

Josué 1, 1 - 18