Salmo 88 (87), 1 - 19




[2] Señor, mi Dios, te clamo a ti de día, y de noche me quejo en tu presencia. [3] Que hasta ti llegue mi oración, presta atención a mi clamor. [4] Pues de pruebas mi alma está saturada y mi vida está al borde del abismo. [5] Me cuentan entre los que bajan a la fosa, soy un hombre acabado, [6] que ya tiene su cama entre los muertos, parecido a los cuerpos tirados en la tumba, de los cuales ya no te acuerdas, y que se han sustraído de tu mano. [7] Me arrojaste a las cavernas inferiores, a las tinieblas, a los abismos; [8] tu cólera ha pesado sobre mí y me han arrollado todas tus olas. [9] Alejaste de mí a mis conocidos, hiciste que me miraran con horror. Estoy encerrado y no puedo salir, [10] el sufrimiento mis ojos ha gastado. Señor, a ti clamo todo el día, y mis manos extiendo hacia ti. [11] ¿Harás milagros para los difuntos, se levantarán sus sombras para alabarte? [12] ¿Se hablará de tu bondad entre los muertos, de tu lealtad donde todo está perdido? [13] ¿Admirarán tus maravillas en lo oscuro, y tu justicia en la tierra del olvido? [14] Yo, por mi parte, clamo a ti, Señor, y de mañana sube a ti mi oración. [15] ¿Por qué, Señor, entonces, me rechazas y me escondes tu cara? [16] Soy pobre y enfermizo desde niño, sufrí tus golpes y me quedo sin fuerzas; [17] tus cóleras han pasado sobre mí, tus espantos me han aniquilado. [18] Como las aguas me arrollan todo el día, y me cercan todos de una vez. [19] De mí alejaste amigos y compañeros, y son mi compañía las tinieblas.

[1] Este parece ser un salmo muy pesimista. Sin embargo el enfermo no ha perdido su confianza. Pero la visión que tiene del más allá, y que era compartida por los judíos hasta poco antes de la venida de Jesús, no era ciertamente para animarlo. (v 5,10,12).El Señor en la cruz quiso confiarnos a su madre para que nos aliviara en los días de angustia.

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