Levítico 1


SACRIFICIOS: EL HOLOCAUSTO [1] Yavé llamó a Moisés y le habló así, desde la Tienda de las Citas divinas: «Esto tienes que decir a los hijos de Israel: [2] Cuando alguno de ustedes presente a Yavé una ofrenda de animales, esta ofrenda podrá ser de ganado mayor o menor. [3] Si quiere ofrecer un holocausto, es decir una víctima totalmente quemada, presentará a la entrada de la Tienda de las Citas el macho sin defecto que haya escogido, y así su sacrificio será agradable a Yavé. [4] Pondrá su mano sobre la cabeza de la víctima, para que Yavé se la reciba para perdón de sus pecados. [5] Sacrificará el novillo delante de Yavé y los sacerdotes, hijos de Aarón, ofrecerán la sangre derramándola sobre el altar que está a la entrada de la Tienda de las Citas, y todo en derredor. [6] Entonces desollarán la víctima y la despedazarán; [7] luego los hijos del sacerdote Aarón pondrán fuego en el altar y colocarán leña sobre el fuego; [8] acomodarán los trozos con la cabeza y las grasas encima de la leña colocada sobre el fuego del altar. [9] Lavarán con agua las entrañas y las patas, y el sacerdote lo quemará todo en el altar. Así es el holocausto, y es un sacrificio por el fuego cuyo suave olor apacigua a Yavé. [10] Si alguien ofrece ganado menor, corderos o cabras, también ofrecerá un macho sin defecto. [11] Lo sacrificarán ante Yavé, al lado norte del altar; los sacerdotes derramarán la sangre en el altar y en todo su derredor. [12] Luego lo despedazarán en porciones y el sacerdote lo dispondrá con la cabeza y el sebo encima de la leña colocada sobre el fuego del altar. [13] Lavarán con agua las entrañas y las patas y el sacerdote lo ofrecerá y lo quemará en el altar. Así es el holocausto, y es un sacrificio por el fuego cuyo suave olor apacigua a Yavé. [14] Si se ofrece a Yavé un holocausto de aves, presentarán tórtolas o pichones. [15] El sacerdote presentará la víctima en el altar, le retorcerá la cabeza y la quemará sobre el altar; la sangre la exprimirá sobre la pared del altar. [16] Le quitará el buche y las plumas y las arrojará a las cenizas, al lado oriental del altar. [17] Se abrirá el ave entre las alas, sin partirla. El sacerdote la quemará en el altar encima de la leña colocada sobre el fuego. Así es el holocausto, y es un sacrificio por el fuego cuyo suave olor apacigua a Yavé.»

[1] «Yavé habló a Moisés». Cada ley es introducida por esta expresión, como si Moisés hubiera dictado todas las leyes que debían ponerse en práctica siglos después. Pero ésa es una forma literaria y significa que la Ley guarda el espíritu de lo que Dios enseñó a Moisés en el Sinaí, a pesar de que corresponde a tiempos muy posteriores.Los hebreos, Abraham y los suyos, practicaban los ritos y costumbres de sus antepasados. Siendo pastores, ofrecían sus animales en sacrificio. ¿Estableció Moisés algunas prescripciones religiosas? Esto es muy probable, pero en ningún caso edictó todo lo que este libro le atribuye. Luego, al entrar en Canaán, los israelitas tuvieron un culto centrado en varios santuarios, tomando por modelo lo que los cananeos hacían en sus templos. En el tiempo de los reyes, los descendientes de David organizaron el clero en torno al templo de Jerusalén. Algunos de ellos se preocuparon por la pureza del culto y codificaron la liturgia. En todo esto la revelación que se le hizo a Moisés en el Sinaí les dio criterios para adoptar y adaptar formas nuevas de culto sin dejar de permanecer fieles a la Alianza.Cuando se redactó el Levítico, el pueblo judío tenía un solo santuario, el Templo de Jerusalén. Allí acudían de todos los lugares para ofrecer sus sacrificios. El Templo, construido por el rey Salomón (ver 1 Reyes 6), era un edificio no muy grande (de unos 25 metros de largo por 15 de ancho) y sólo entraban en él los sacerdotes. El pueblo se reunía alrededor, en los patios pavimentados. En el patio principal había un altar grande, hecho de piedras macizas, el Altar de los Holocaustos, o sea, de las víctimas totalmente quemadas. En ciertas ocasiones, parte de la sangre de la víctima se derramaba sobre otro altar mucho más pequeño, dentro del Templo.Había varias clases de sacrificios. En la mayoría de ellos, los sacerdotes recibían como sueldo una parte de la víctima; la otra parte se la comían los donantes en un banquete de comunión. Por el contrario, en el holocausto nada se comía, sino que todo se ofrecía a Dios en señal de perfecta sumisión.Los israelitas, como otros pueblos antiguos, consideraban que la vida de cada ser está en su sangre (ver Gén 9,5). Por eso la sangre pertenecía a Dios y nadie la podía comer o beber.La vida y la sangre del animal inmolado tenían valor para el que lo ofrecía, quien era liberado de todo lo que en él disgustaba a Dios y podía conducirlo a la muerte (Lev 17,11). Por esa razón Jesús debía morir derramando su sangre, para expresar que daba su vida para lavar a su pueblo de sus culpas. La Carta a los Hebreos saca de los sacrificios judíos la enseñanza siguiente, que se cumplió en la Pasión de Jesús: «Sin sangre derramada no se borran los pecados» (Hebreos 9,22).Hay que resaltar la repetida expresión «sin defecto». Los profetas reprocharán al pueblo por no cumplir con este mandato (Mal 18,13). Se da a Dios cualquier cosa, lo que sobra, y no lo mejor de lo que tenemos.

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