Génesis 2

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[1] Así estuvieron terminados el cielo, la tierra y todo lo que hay en ellos. [2] El Séptimo día Dios tuvo terminado su trabajo, y descansó en ese día de todo lo que había hecho. [3] Bendijo Dios el Séptimo día y lo hizo santo, porque ese día descansó de sus trabajos después de toda esta creación que había hecho. [4] Este es el origen del cielo y de la tierra cuando fueron creados.

«EL ADÁN» EN EL JARDIN DE EDEN El día en que Yavé Dios hizo la tierra y los cielos, [5] no había sobre la tierra arbusto alguno, ni había brotado aún ninguna planta silvestre, pues Yavé Dios no había hecho llover todavía sobre la tierra, y tampoco había hombre que cultivara el suelo [6] e hiciera subir el agua para regar toda la superficie del suelo. [7] Entonces Yavé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en sus narices un aliento de vida, y existió el hombre con aliento y vida. [8] Yahvé Dios plantó un jardín en un lugar del Oriente llamado Edén, y colocó allí al hombre que había formado. [9] Yavé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, agradables a la vista y buenos para comer. El árbol de la Vida estaba en el jardín, como también el árbol de la Ciencia del bien y del mal. [10] Del Edén salía un río que regaba el jardín y se dividía en cuatro brazos. [11] El primero se llama Pisón, y corre rodeando toda la tierra de Evila donde hay oro, [12] oro muy fino. Allí se encuentran también aromas y piedras preciosas. [13] El segundo río se llamaba Guijón y rodea la tierra de Cus. [14] El tercer río se llama Tigris, y fluye al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates. [15] Yavé Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara. [16] Y Yahvé Dios le dio al hombre un mandamiento; le dijo: «Puedes comer todo lo que quieras de los árboles del jardín, [17] pero no comerás del árbol de la Ciencia del bien y del mal. El día que comas de él, ten la seguridad de que morirás.» [18] Dijo Yavé Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Le daré, pues, un ser semejante a él para que lo ayude.» [19] Entonces Yavé Dios formó de la tierra a todos los animales del campo y todas las aves del cielo, y los llevó ante el hombre para que les pusiera nombre. Y el nombre de todo ser viviente había de ser el que el hombre le había dado. [20] El hombre puso nombre a todos los animales, a las aves del cielo y a las fieras salvajes. Pero no se encontró a ninguno que fuera a su altura y lo ayudara. [21] Entonces Yavé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Le sacó una de sus costillas y rellenó el hueco con carne. [22] De la costilla que Yavé había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces el hombre exclamó: [23] «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada varona porque del varón ha sido tomada.» [24] Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y pasan a ser una sola carne. [25] Los dos estaban desnudos, hombre y mujer, pero no sentían vergüenza.
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[4] Después de la "institución del universo", que ocupa el primer capítulo del Génesis, la Biblia nos ofrece aquí un relato mucho más antiguo: el hombre y la mujer en el paraíso terrestre. Para nosotros es como el ensueño de una felicidad perdida, pero no es así como lo entendía el autor. En aquellos tiempos no se preguntaban: ¿A dónde vamos?; pensaban que en el pasado, al comienzo, Dios o los dioses habían instituido todas las cosas como debían ser, y entonces todo andaba bien. Así que esta historia de la primera pareja era como el espejo en el que se debía apreciar el hombre presente, sus decisiones y su porvenir. No soñemos, pues, con un Adán superhombre cuyo pecado habría traído todas las desgracias de la futura humanidad. Algunos de los Santos Padres de los primeros siglos, como san Ireneo, acertaban mejor al hablar de una pedagogía de Dios cuya ambición era de hacer crecer a Adán, es decir, a la raza humana, llevándola a la edad adulta (Ef 4,13). Yavé, el Dios Santo, es representado aquí como el propietario de un jardín maravilloso (Edén significa: Delicias) en el que le gusta pasearse (3,8). No es necesario imaginar un escenario muy grande: aquí solamente están los dos árboles, el hombre y su compañera. Los animales no hacen más que pasar para someterse al Hombre (es lo que significa su nombramiento en 2,20).Pero, por muy pequeño que sea el Edén de la pareja humana, lo que ahí sucede determina al final la suerte de la tierra entera. Es así como, al comienzo, la pequeña fuente del Edén se considera que alimenta los grandes ríos del mundo, en especial el Eufrates y el Guijón que distan uno del otro miles de kilómetros. ¿Debemos hablar de Adán o del Hombre? Pues en hebreo Adán significa un ser humano cualquiera. Cuando el término se utiliza como nombre propio, sin el artículo (por ejemplo en 5,1 y 5,3), ponemos Adán. Aquí en cambio la Biblia escribe «el» Adán, o sea el Hombre. Recordemos al respecto la palabra del gran biblista Orígenes que, viviendo en el siglo 3, ya escribía: «Solamente entenderán el sentido profundo de dicha historia quienes sepan que, en idioma hebreo, Adán significa el hombre. En estos párrafos que se presentan como la historia de un tal Adán, Moisés expone su enseñanza sobre la naturaleza humana.»Yavé, como buen artesano, trabaja la arcilla con sus propias manos, teniendo en mente a aquel que todavía no puede conocerle y preparándolo para que reciba el aliento y la vida de su propio "aliento". Véase: Enseñanza bíblica, 83 sobre el soplo de vida o alma. Armonía del hombre con el universo creado. El está allí como en un oasis en medio del desierto, y siendo la pareja unida, la naturaleza entera es ordenada. El Hombre es puesto en el jardín para cultivarlo: la humanidad se va haciendo a sí misma trabajando el mundo. Y tendrá que trabajar durante muchos siglos para madurar y para saber lo que es y lo que puede. Dios se ha ausentado, pero el hombre vive por gracia de Dios (el árbol de vida era tenido por un privilegio de los dioses). El soplo de Dios lo mantiene despierto para que no se duerma y no vuelva allí de donde viene. De abandonarlo el Espíritu, en pocos minutos o pocas generaciones retornaría al polvo. ¿El hombre sin Dios? Es fácil proclamar la muerte de Dios, pero de hecho el hombre es el que muere junto con sus obras. ¿Qué significa el árbol de la ciencia del bien y del mal? El bien y el mal designan lo que es bueno y útil, y lo que no lo es. Este árbol, pues, es la sabiduría, o mejor, el arte de vivir y de ser feliz. Dios abre al hombre un camino de sabiduría, pero este hombre es libre: ¿aceptará acaso no ser él quien sepa y decida como señor lo que será bueno para él? No es bueno que el hombre esté solo (2,18). Dios, que no conoce la soledad, establece la división de los sexos, no porque sea necesaria para transmitir la vida, sino para promover el amor, la entrega mutua y el gozo compartido. No se encontró a ninguno que estuviera a su altura y le ayudara. (2,20). La procesión de los animales nos prepara para descubrir el valor irremplazable de la mujer: una compañera, y no una sirvienta. Adán se durmió (2,21): para que Dios realizara en él una transmutación: pasará a ser uno en dos personas, y para cada uno de ellos esto será como nacer de nuevo. Será llamada mujer... En hebreo las palabras hombre y mujer comienzan con la misma sílaba: símbolo de profundo parentesco. Véase al respecto Mt 2,15; Lc 8,1; 1 Cor 7,4; 7,10; Ef 5,31.Por eso el hombre deja a su padre y a su madre. La costumbre judía quería que la mujer dejara su familia para entrar en el clan de su marido. Pero se acordaban de que en los tiempos antiguos era lo contrario: el hombre entraba en el clan de la mujer. En realidad tanto el uno como el otro deben asumir el riesgo de separarse del medio familiar para fundar una nueva unidad social. Y pasan a ser una sola carne: en hebreo esto quiere decir que forman un solo ser. Esta unidad de la pareja es parte de su misión: no será un acuerdo provisorio para gozar el uno del otro, sino la unidad de una familia en la que se realiza la obra de Dios. La familia, pues, será fecunda, y ambos devolverán a la gran familia humana los tesoros de humanidad que de ella recibieron. ¿Quién no sabe que Jesús volvió a tomar estas palabras en el evangelio (Mt 19,10)? Las palabras de Jesús sobre el matrimonio serán de las que menos se comprendan. La voluntad de Dios estaba sin embargo clara en esta página antigua: los años de vida en común, los esfuerzos para escucharse, comprenderse y tomar en conjunto decisiones, la capacidad de perdonarse y de perseverar en la total fidelidad, los riesgos tomados en conjunto para traer al mundo y educar a toda una familia, esos son los medios que poco a poco van transformando al hombre y a la mujer, permitiéndoles adquirir madurez y sentido de su responsabilidad. Y eso es precisamente lo que Dios quiere encontrar en ellos al término de su vida cuando él sea todo en todos. Estaban desnudos, pero no por eso se avergonzaban. En la cultura hebraica la desnudez es lo que nos deja indefensos. Entendemos que el hombre y la mujer se aceptan tales como son sin abusar de sus mutuas debilidades.


LA BIBLIA Y LA EVOLUCION

Ya sabemos que este relato no pretende decir cómo empezó la raza humana. Si preguntamos: ¿Cuál ha sido la prehistoria de la raza humana? ¿Cómo se relaciona con las otras formas de vida animal?, esas son preguntas que la gente de aquel tiempo no se planteaba y para las que la Palabra de Dios no tiene respuesta. Dios deja que lo investiguemos nosotros, y es lo que hacen los científicos. Algunos se escandalizan de que el hombre sea formado del barro: ¿Pero si todos los dioses en la literatura de entonces creaban del barro a los seres vivientes? El autor sagrado siguió al folklore de su tiempo, y retomó a las antiguas leyendas, dándoles un nuevo sentido. Otras personas se dejan impresionar por el uso que las teorías materialistas han hecho de la evolución, así que debemos decir dos palabras al respecto. Cuando se cree ver una oposición entre la fe y la visión del mundo en evolución, esto habitualmente se debe a que se confunden tres cuestiones muy distintas:1. ¿ Ha habido una evolución de todo el universo y en particular de los seres vivos? ¿Se puede decir que todas las especies actuales o desaparecidas forman parte de una misma familia y provienen las unas de las otras? Hoy en día, todos los que han estudiado esos hechos dan una respuesta afirmativa.2. ¿Cuáles son las causas de esa evolución? Hay que confesar que no se sabe por qué. Se conocen las causas de algunas pequeñas evoluciones, pero hasta ahora no se ve ninguna cosa que pudiera explicar lo esencial de la evolución. Y de allí se desprende la respuesta a la tercera pregunta: 3. ¿Las teorías de la evolución se oponen a la fe? Esas teorías ya no pertenecen a la ciencia sino a la filosofía o a la imaginación, aun cuando hayan sido formuladas por hombres de ciencias muy eminentes, como lo fue Darwin. Un creyente o un materialista tendrán toda la libertad para sostener puntos de vista opuestos. Una última observación. Lo grande para nosotros es que cada uno reciba de Dios el espíritu que lo hace persona a imagen de Dios. Y no importa tanto que nuestro cuerpo lo debamos a padres humanos mientras que los primeros hombres heredaron el suyo de antepasados animales. Dios es el que ha impulsado y orientado toda la evolución de los seres vivos para que al fin apareciera el Hombre, el cual, en realidad, es primero en el plan de Dios.





UN MENSAJE PROFETICO

Como ya dijimos para el primer capítulo, los libros del Nuevo Testamento descubren en estos textos antiguos una prefiguración de todo aquello que pasará a ser claro "en Cristo". Si Adán figura toda la raza humana, una en su origen y también en su destino, el verdadero Adán es Cristo. Este es en el que se fijó Dios al crear. «En Cristo» Dios bendijo esta raza en la que cada uno de nosotros aparecía con su rostro propio, pero inseparable del conjunto (Ef 1,1). Sin duda nuestro primer antepasado según la carne merece un recuerdo cariñoso, pero otro es el que nos comunica el Espíritu y nos pone de pie ante Dios (ver 1 Cor 15,45-49).También la pareja humana es auténtica imagen de Dios que es comunión en su mismo ser eterno. Unidad y comunión, esta era la "ley del comienzo" (Mt 19,8). Al crear Dios la pareja, nos da a entender algo del misterio de Cristo y de su llegada a los hombres como "el esposo" de la humanidad (Mc 2,19). Del lado de Adán dormido nace Eva; del lado de Cristo muerto en cruz salió sangre y agua (Jn 19,34), lo que significaba el nacimiento de la Iglesia purificada por el agua del bautismo y la sangre de Cristo (Ef 5,26 y 31).

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