Éxodo 9, 1 - 35

QUINTA PLAGA: LA PESTE [1] Yavé dijo a Moisés: «Anda donde Faraón y dile: Esto dice Yavé, el Dios de los hebreos: Deja salir a mi pueblo para que me rinda culto. [2] Si te niegas otra vez y te pones duro con ellos, [3] volveré mi mano contra los animales de tus campos, de manera que habrá una mortandad tremenda de los caballos, de los burros, de los camellos, de las vacas y ovejas. [4] También haré distinción entre el ganado de los egipcios y el de mi pueblo, de manera que no se perderá nada de lo que pertenece a los hijos de Israel.» [5] Yavé fijó el plazo, dijo: «Esto lo hará Yavé mañana por todo el país.» [6] Y Yavé lo hizo al día siguiente: murieron todos los animales pertenecientes a los egipcios, mientras que no murió ni uno siquiera de los que pertenecían a los israelitas. [7] Faraón se informó al respecto: ¡ninguno había muerto de los que pertenecían a Israel! Pero siguió en su ceguera y no dejó salir al pueblo.

SEXTA PLAGA: LAS ÚLCERAS [8] Entonces Yavé dijo a Moisés y a Aarón: [9] «Tomen unos puñados de cenizas, que Moisés tirará hacia el cielo en presencia de Faraón. El polvo se esparcirá por todo el territorio de Egipto, provocando úlceras y tumores en hombres y animales por todo el país de Egipto.» [10] Tomaron, pues, cenizas de un horno, se presentaron a Faraón, y Moisés las lanzó hacia el cielo. Luego aparecieron úlceras y tumores infecciosos en hombres y animales. [11] Esta vez los brujos no pudieron presentarse delante de Faraón, pues tenían úlceras, como todos los demás egipcios. [12] Pero Yavé mantuvo a Faraón en su ceguera, y éste no quiso escuchar a Moisés y a Aarón, tal como él lo había advertido.

SÉPTIMA PLAGA: EL GRANIZO [13] De nuevo Yavé dijo a Moisés: «Levántate temprano, preséntate a Faraón y dile: Esto dice Yavé, Dios de los hebreos: Deja salir a mi pueblo para que me rinda culto. [14] Porque esta vez enviaré todas mis plagas sobre ti, tus servidores y tu pueblo, para que entiendas de una vez que no hay nadie como yo en toda la tierra. [15] Yo podría haber vuelto mi mano contra ti y tu pueblo, y habrían perdido la vida con semejante peste. [16] Pero no, preferí mantenerte de pie, para que veas mi fuerza y para que se celebre mi Nombre por toda la tierra. [17] ¿Y todavía te opones a que salga mi pueblo? [18] Pues bien, mañana a esta misma hora, haré llover una granizada tan fuerte como no ha habido otra en Egipto desde el día en que fue fundado hasta hoy. [19] Desde ahora, pues, manda recoger tu ganado y todo lo que tengas en el campo, porque el granizo caerá sobre todos los hombres y animales que se hallen fuera, y cuantos pille al descubierto perecerán.» [20] Aquellos servidores de Faraón que creyeron en la palabra de Yavé pusieron bajo techo a su gente y su ganado, [21] pero aquellos que no hicieron caso a la palabra de Yavé los dejaron en el campo. [22] Yavé, pues, dijo a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo, para que caiga el granizo en toda la tierra de Egipto sobre hombres, ganados y sembrados.» [23] Así lo hizo Moisés. Extendió su bastón hacia el cielo, y Yavé mandó truenos y granizos, e hizo caer fuego sobre la tierra. Yavé hizo llover granizos sobre el país de Egipto. [24] Caía el granizo y, junto a él, caía fuego; cayó tan fuerte como jamás se había visto desde que se fundó aquel país. [25] El granizo dañó todo cuanto había en el campo, en todo el país de Egipto, desde los hombres hasta los animales; el granizo echó a perder todas las verduras del campo y aún quebró todos los árboles del campo. [26] Pero no hubo granizada en la tierra de Gosén donde habitaban los israelitas, . [27] Por fin Faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón y les dijo: «¡Ahora sí que tengo la culpa! Yavé es el justo; yo y mi pueblo somos los culpables. [28] Pidan a Yavé que cesen esos truenos tremendos y esa granizada, y ya no los detendré sino que los dejaré que se vayan.» [29] Moisés le respondió: «En cuanto salga de tu presencia extenderé mis manos hacia Yavé, y cesarán los truenos y no caerá más granizo; con eso comprenderás que Yavé es dueño de la tierra. [30] Pero yo sé que ni tú ni tus ministros querrán todavía obedecer a Dios.» [31] El lino y la cebada se perdieron: la cebada estaba espigada y el lino granaba; [32] pero el trigo y la escanda no fueron destruidos, por ser tardíos. [33] En cuanto Moisés entró en la ciudad, volviendo de la casa de Faraón, alzó sus brazos hacia Yavé; y cesaron los truenos y el granizo y no cayó más lluvia sobre la tierra. [34] Pero, al ver Faraón que habían cesado la lluvia y el granizo, volvió a pecar, [35] pues siguió negándose a que salieran los hijos de Israel, tal como Yavé lo había dicho.

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