Levítico 25
EL AÑO SABÁTICO Y EL JUBILEO [1] Yavé dijo a Moisés en el monte Sinaí: [2] «Di a los hijos de Israel: Cuando hayan entrado en el país que les voy a dar, la tierra tendrá su descanso el año séptimo en honor a Yavé. [3] Durante seis años sembrarás tu campo, podarás tu viña y cosecharás sus frutos, [4] pero el séptimo año será un sábado, un descanso solemne para la tierra, un sábado en honor de Yavé. No sembrarás tu campo ni podarás tu viña; [5] tampoco segarás los rebrotes de la última cosecha, ni vendimiarás los racimos de tu viña sin cultivar: será un año de descanso completo para la tierra. [6] Lo que produzca naturalmente la tierra durante su descanso, servirá de comida a ti, a tu siervo y a tu sierva, a tu jornalero y al extranjero que vive junto a ti. [7] También tus animales comerán lo que produce naturalmente la tierra, igual que las bestias del campo. [8] Después de pasadas siete semanas de años, es decir, cuarenta y nueve años, [9] al llegar el día diez del séptimo mes, harás resonar el cuerno. Será entonces el día del Perdón, y harás resonar el cuerno en todo el país. [10] El año cincuenta será para ustedes un año santo, un año en que proclamarán una amnistía para todos los habitantes del país. Será para ustedes el Jubileo. Los que habían tenido que empeñar su propiedad, la recobrarán. Los esclavos regresarán a su familia. [11] Este año cincuenta será para ustedes el Jubileo. No sembrarán ni segarán los rebrotes, ni vendimiarán la viña sin cultivar, [12] pues es año jubilar. Será para ustedes un año santo en que comerán de lo que el campo produce por sí solo. [13] Este año jubilar, cada uno volverá a su propiedad. [14] Por eso, si venden o compran algo a tu prójimo, no lo engañen: [15] Pagarás a tu prójimo de acuerdo al número de años transcurridos después del jubileo y, según el número de años de cosecha, él te fijará el precio de venta: [16] cuanto más años quedan, mayor será el precio; cuantos menos años queden, tanto menor será, porque lo que él vende es el número de cosechas. [17] Ninguno de ustedes dañe a su prójimo; antes bien, teme a tu Dios, pues yo soy Yavé tu Dios. [18] Si ponen mis leyes en práctica y observan mis mandamientos, vivirán seguros en esta tierra. [19] La tierra dará su fruto para que coman hasta saciarse; y vivirán seguros en ella. [20] Tal vez preguntes: «¿Qué comeremos el séptimo año, ya que no podremos sembrar ni cosechar?» [21] Piensa que yo les mandaré mi bendición en el sexto año, de modo que éste produzca para tres años. [22] Y cuando siembren en el año octavo, seguirán comiendo de la cosecha pasada, y la seguirán comiendo hasta que venga la cosecha del año noveno. [23] La tierra no se venderán para siempre, porque la tierra es mía y ustedes están en mi tierra como forasteros y huéspedes. [24] Por tanto, en todo el territorio que ustedes ocupan, las tierras conservarán el derecho de rescate. [25] Si tu hermano pasa necesidad y se ve obligado a venderte su propiedad, su pariente más cercano podrá rescatar lo vendido por su pariente. [26] Si alguno no tiene quien le rescate su propiedad, pero tiene por sí solo recursos suficientes para rescatarla, [27] ustedes contarán los años pasados desde la venta y se dará al comprador la cantidad correspondiente al tiempo que falta; y volverá a su propiedad. [28] Si no halla lo suficiente para recuperarla, lo vendido quedará en poder del comprador hasta el año del jubileo; entonces la tierra quedará libre y volverá al que la vendió. [29] En cambio, el que venda una casa ubicada en una ciudad con murallas, tendrá un año para rescatarla a partir de su venta; su derecho de rescate no vale más que un tiempo. [30] De no ser rescatada dentro del año, una casa ubicada en una ciudad con murallas quedará para siempre para el comprador y sus descendientes: no se la quitarán en el jubileo. [31] Pero las casas de las aldeas sin murallas serán tratadas como los campos; hay derecho de rescate para ellas y en el año del jubileo volverán al vendedor. [32] En cuanto a las ciudades de los levitas, éstos tendrán siempre derecho de rescate sobre las casas que posean en estas ciudades. [33] Aun cuando no se rescate una casa ubicada en una ciudad de los levitas, lo vendido quedará libre en el jubileo; porque las casas de las ciudades de los levitas son su propiedad en medio de los hijos de Israel. [34] Tampoco pueden venderse los campos que rodean sus ciudades, pues son su propiedad para siempre. CÓMO SE DEBE AYUDAR AL PRÓJIMO [35] Si tu hermano pasa necesidad y ves que no puede salir del apuro, ayúdalo, aunque sea forastero o huésped, para que pueda vivir junto a ti. [36] No tomarás de él interés ni usura; antes bien, teme a tu Dios y haz que tu hermano pueda vivir junto a ti. [37] No le prestarás dinero a interés; no le facilitarás víveres para después aprovecharte de él, [38] pues yo soy Yavé, el Dios de ustedes, que los saqué de la tierra de Egipto para darles la tierra de Canaán y ser su Dios. [39] Si tu prójimo se hace tu deudor y se vende a ti, no le impondrás trabajo de esclavo; [40] estará contigo como jornalero o como huésped y trabajará junto a ti hasta el año del jubileo. [41] Entonces saldrá de tu casa con sus hijos y volverá a su familia recobrando la propiedad de sus padres. [42] Porque todos son mis siervos, que yo saqué de la tierra de Egipto, y no deben ser vendidos como se vende un esclavo. [43] Así que no te pondrás duro con tu hermano, sino que temerás a tu Dios. [44] Si quieres adquirir esclavos y esclavas, los tomarás de las naciones vecinas: de allí comprarás esclavos y esclavas. [45] También podrán comprarlos entre los extranjeros que viven con ustedes y de sus familias que están entre ustedes, es decir, de los que hayan nacido entre ustedes. Esos pueden ser propiedad de ustedes, [46] y los dejarán en herencia a sus hijos después de ustedes como propiedad para siempre. Pero tratándose de tus hermanos israelitas, no actuarás en forma tiránica, sino que los tratarás como a tus hermanos. [47] Si el extranjero o el forastero que vive contigo adquiere bienes, y en cambio tu hermano se empobrece al lado de él y se vende al extranjero o al forastero, o al descendiente de la familia del extranjero, [48] después de haberse vendido le quedará el derecho de rescate; uno de sus hermanos podrá rescatarlo. [49] Lo rescatará su tío paterno, o el hijo de su tío, o algún otro pariente cercano suyo dentro de su familia, o, si le alcanzan sus recursos, él mismo podrá rescatarse. [50] Contará con su comprador los años desde que se vendió hasta el año del jubileo, y el precio se calculará en proporción de los años, valorando sus días de trabajo como los de un jornalero. [51] Si faltan todavía muchos, devolverá en proporción a ellos, tomando como base el precio de venta. [52] Si faltan pocos años para el jubileo, se le calculará en proporción a ellos. [53] Estará en casa de su patrón, año tras año, como quien trabaja a jornal. No permitas que se le trate con dureza ante tus ojos. [54] Si nadie lo rescata, quedará libre el año del jubileo, y sus hijos con él. [55] Porque es a mí a quien sirven los hijos de Israel, siervos míos son a quienes yo he sacado del país de Egipto. Yo soy Yavé, el Dios de ustedes.
[1] Dios ordena que la tierra descanse. Las tierras se agotan cuando son cultivadas en demasía. El año sabático (o de descanso) ocurre cada siete años. Esta costumbre cobra un significado preciso en el Levítico: es una oportunidad para hacerle confianza a Dios, el que no permitirá que su pueblo perezca de hambre. Si tal año cae en tiempos de miseria, o después de una invasión, será un gran sacrificio el observar dicha prescripción (ver 1 Mac 6,49). Sin embargo, Dios mismo promete ayudar a los que la observen con fe (23,30), y éste es uno de los temas del libro de Judit.Cada cincuenta años se celebra el Año de jubileo, que tiene valor aún más sagrado. La palabra jubileo no viene de júbilo, sino que ambas palabras provienen de yobel, o sea, cuerno con que se proclamaba dicho año santo. En ese año, todos los esclavos tienen que conseguir su libertad; los campos y las casas empeñadas vuelven a sus propietarios sin que medie pago.Ustedes son en mi tierra huéspedes y forasteros (23). En los largos capítulos del Deuteronomio y de Josué que relatan la conquista y la repartición de la Tierra Santa, siempre se habla de herencia. Es la herencia que Yavé da a las tribus de su pueblo. La tierra, pues, es de esas tribus; y al lado de la propiedad privada existen los terrenos pertenecientes a la comunidad, los cuales se reparten periódicamente. El año del jubileo es, pues, muy santo porque quiere reconciliar a los israelitas, no sólo entre ellos, sino que también con Dios. A él también se le invita a que perdone las deudas. Este año santo celebrado por el pueblo entero mantiene viva la esperanza de un año santo a expensas de Dios, que será el tiempo de la salvación: véase en Is 61,2 un texto que Jesús comentará en Lc 4,19.Esa garantía de una heredad inalienable otorgada a los pobres y a los desafortunados se expresa en el marco de una sociedad aún rural, pero el espíritu que la anima está en el corazón de la Biblia: todo derecho de propiedad tiene límites ante Dios. ¿Cómo no pensaríamos en los estragos causados por el liberalismo salvaje, los que han ido creciendo a lo largo de este siglo? Los países más fuertes, que siempre tenían algunos años de ventaja sobre los demás, les han predicado e impuesto el libre mercado. Esto les permitía, imponer por todas partes sus propios productos mientras que la producción local se venía abajo. Y antes de mucho, con la ayuda de la corrupción, se adueñaban de los recursos del país: minas, mercados agropecuarios, y, al final, del poder real.Los dos últimos siglos han justificado a nivel de la economía mundial el lenguaje de los profetas que no hablan de pobres y de ricos, sino de pobres y de opresores.En el siglo pasado la Iglesia no cesó de denunciar los males del liberalismo. Debemos reconocer que al hacerlo, no tuvo siempre una comprensión clara del mundo moderno y muchas veces no supo identificar al adversario. Pero la condenación es más que nunca justificada en un momento en que el liberalismo dispone de un casi monopolio de los medios de comunicación y no se enfrenta más que a escasas oposiciones declaradas. Así que debemos esperar el momento en que los cristianos proclamarán abiertamente las exigencias de la Biblia.Habrá que recordar que cada pueblo tiene una herencia inalienable, la cual no es sólo la tierra pelada; que nadie puede obligarles a dejar sin trabajo a todos sus trabajadores, o a tirar a las cacharras sus herramientas de producción; que nadie puede imponerles el rescate al precio fuerte, o el bloqueo económico, o las invasiones disfrazadas, cuando quieren recuperar bienes cuyos propietarios extranjeros ya repatriaron varias veces el valor. .
[35] Estos párrafos fueron escritos por sacerdotes judíos animados de un gran celo, pero en el contexto de una economía primitiva que ya no existe. Provocaron muchos escrúpulos y negativas, entre los siglos 13 y 15 de nuestra era, cuando la extensión del comercio necesitó de capitales. Muchos cristianos, basándose en estas prohibiciones se negaron a entrar en el sistema; los judíos en cambio, al ver que estas páginas los autorizaban a prestar con interés a los paganos (para ellos lo eran los cristianos) se convirtieron en banqueros del mundo cristiano.No prestarás dinero a interés (36). Tal es la ley de la solidaridad y del amor fraterno. Pero la aparición del gran comercio y de la industria planteó un nuevo problema: ¿hasta qué punto había que "interesar" a los inversionistas para que prestaran fondos necesarios? Aquí como en muchas otras realidades humanas, debemos comprender que toda ley está ligada a un tiempo y a un modo de vida particulares. Cada generación debe "inventar" su manera de vivir la fidelidad a la Palabra de Dios. Es por eso que cuando estudiamos en la Biblia las leyes relativas a un problema en particular, observamos una evolución de un texto a otro, y por lo tanto de una época a otra (compárese Ex 21,2-11; Lev 25,39-43; Deut 15,12-18).
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