Génesis 22, 1 - 24

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EL SACRIFICIO DE ISAAC

[1] Tiempo después, Dios quiso probar a Abrahán y lo llamó: «Abrahán.» Respondió él: «Aquí estoy». [2] Y Dios le dijo: «Toma a tu hijo, al único que tienes y al que amas, Isaac, y vete a la región de Moriah. Allí me lo ofrecerás en holocausto, en un cerro que yo te indicaré.» [3] Se levantó Abrahán de madrugada, ensilló su burro, llamó a dos muchachos para que lo acompañaran, y tomó consigo a su hijo Isaac. Partió leña para el sacrificio y se puso en marcha hacia el lugar que Dios le había indicado. [4] Al tercer día levantó los ojos y divisó desde lejos el lugar. [5] Entonces dijo a los muchachos: «Quédense aquí con el burro. El niño y yo nos vamos allá arriba a adorar, y luego volveremos donde ustedes.» [6] Abrahán tomó la leña para el sacrificio y la cargó sobre su hijo Isaac. Tomó luego en su mano el brasero y el cuchillo y en seguida partieron los dos. [7] Entonces Isaac dijo a Abrahán: «Padre mío.» Le respondió: «¿Qué hay, hijito?» Prosiguió Isaac: «Llevamos el fuego y la leña, pero, ¿dónde está el cordero para el sacrificio?» [8] Abrahán le respondió: «Dios mismo proveerá el cordero, hijo mío.» Y continuaron juntos el camino. [9] Al llegar al lugar que Dios le había indicado, Abrahán levantó un altar y puso la leña sobre él. Luego ató a su hijo Isaac y lo colocó sobre la leña. [10] Extendió después su mano y tomó el cuchillo para degollar a su hijo, [11] pero el Angel de Dios lo llamó desde el cielo y le dijo: «Abrahán, Abrahán.» Contestó él: «Aquí estoy.» [12] «No toques al niño, ni le hagas nada, pues ahora veo que temes a Dios, ya que no me has negado a tu hijo, el único que tienes.» [13] Abrahán miró a su alrededor, y vio cerca de él a un carnero que tenía los cuernos enredados en un zarzal. Fue a buscarlo y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. [14] Abrahán llamó a aquel lugar «Yavé provee». Y todavía hoy la gente dice: «En ese monte Yavé provee». [15] Volvió a llamar el Angel de Dios a Abrahán desde el cielo, [16] y le dijo: «Juro por mí mismo - palabra de Yavé - que, ya que has hecho esto y no me has negado a tu hijo, el único que tienes, [17] te colmaré de bendiciones y multiplicaré tanto tus descendientes, que serán tan numerosos como las estrellas del cielo o como la arena que hay a orillas del mar. Tus descendientes se impondrán a sus enemigos. [18] Y porque has obedecido a mi voz, todos los pueblos de la tierra serán bendecidos a través de tu descendencia.» [19] Abrahán regresó a donde estaban sus muchachos, y juntos emprendieron la marcha hacia Bersebá, donde Abrahán fijó su residencia. [20] Algún tiempo después, llegaron noticias a Abrahán de que también Melcá le había dado hijos a Najor, su hermano: [21] Us, el primogénito, Buz su hermano, Camuel, que fue padre de los sirios, [22] Cased, Azau, Feldas, Jedlaf y Batuel, [23] (que fue el padre de Rebeca.) Estos fueron los ocho hijos que Melcá dió a Najor, el hermano de Abrahán. [24] Najor tenía una concubina, llamada Roma, que también dio a luz a Tebaj, Gajam, Tajas y Maaca.

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[1] Dios no deja en paz a sus amigos, sino que los prueba para que crezcan en la fe. Reserva sus mayores dones a los que se mantienen firmes en el momento que él les quita toda esperanza. Abrahán ha vivido confiado en las promesas de Dios para su hijo. Ahora, ¿está dispuesto a sacrificar a este hijo y estas promesas? Dios lo ha puesto en un camino, ¿qué hará el día que el camino esté cerrado? Este relato, sin embargo, nos choca: ¿cómo puede Dios pedirle a Abrahán que sacrifique a su hijo? Para comprender este texto, debemos hacer una doble lectura. En un primer tiempo, este texto quería ser una condenación formal de cualquier sacrificio humano. No olvidemos que en la época en que se redactó, los cananeos practicaban con frecuencia sacrificios de niños; y muchos israelitas, al ver el ejemplo de los cananeos, seguían esas costumbres muy antiguas. Por eso los profetas lucharon con todas sus fuerzas en contra de ese tipo de sacrificios (véase Jer 19). Aquí, en un primer momento, Abrahán considera que es voluntad de Dios que inmole a su hijo Isaac, pero al final del relato Dios interviene de manera categórica para detenerlo en su acción. Este texto también quiere justificar la ley del rescate de los primogénitos (Ex 13,13). Todas las primicias pertenecen a Dios; pero al revés de los primogénitos de los animales que deben ser inmolados, los del hombre son rescatados. Si bien estos problemas nos parecen pertenecer al pasado, este relato no ha dejado de instruir la conciencia cristiana:- nuestra sensibilidad se rebela al ver cómo Dios impone a Abrahán el sacrificio más costoso para un padre: ¿No habrá otro camino para llevarnos al amor perfecto? Pero Abrahán, por creyente y amigo de Dios que sea, es un hombre pecador y solamente una operación quirúrgica puede purificar su corazón. En este acto, es Abrahán el que muere, no Isaac, y con su sacrificio alcanza la Vida (ver Lc 17,38; Rom 4,17; Heb 11,19);- Abrahán es aquí el modelo de otros padres a los que Dios pide sacrificar el tiempo y los cuidados que podían dar a sus propios hijos, para trabajar en la tarea de salvar a sus hermanos. Seguramente que, para seguir a Jesús, algunos de los apóstoles, como Pedro, dejaron a su mujer y a sus hijos (Mc 10,28).- Abrahán es también como una figura del Padre Dios sacrificando a su propio Hijo para salvar a los pecadores (Rom 5,8; 8,31); si bien los términos sacrificio, sufrimiento, amor, no tienen para él el mismo sentido que para los humanos, no debemos pensar que un Dios indiferente e inaccesible a la compasión nos exige sacrificios de los que él no tiene experiencia.

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