1A Reyes 12, 1 - 32

EL CISMA O DIVISIÓN DEL REINO

[1] Roboam fue a Siquem, donde todo Israel se había reunido para proclamarlo rey. [2] Lo supo Jeroboam, hijo de Nabat, y volvió de Egipto, pues allí se había establecido luego de escapar de manos de Salomón. [3] Los hombres de Israel dijeron a Roboam: [4] «Tu padre nos ha impuesto un yugo pesado; alivia tú los duros trabajos que nos exigió, y el yugo pesado que nos impuso, y te serviremos.» [5] Roboam les respondió: «Váyanse y vuelvan dentro de tres días.» Y el pueblo se fue. [6] Entonces, el rey Roboam consultó a los ancianos que habían estado al servicio de Salomón mientras vivía. Les dijo: «¿Qué me aconsejan hacer con este pueblo?». [7] Y ellos respondieron: «Si ahora te haces servidor de este pueblo y lo tratas con buenas palabras, ellos te servirán para siempre.» [8] Pero Roboam no hizo caso de este consejo y se fue a consultar también a los jóvenes que se habían criado con él y estaban a su servicio. [9] Y les dijo: «¿Qué vamos a contestar a este pueblo?» [10] Y aquellos jóvenes, sus compañeros, le dictaron esta respuesta, para que el rey la diera al pueblo: «Con mi dedo meñique golpeo mucho más fuerte que mi padre con su brazo. [11] Mi padre los trató duramente, pero yo los trataré peor. Mi padre los azotaba con látigos y yo pondré a las cuerdas ganchitos de hierro.» [12] Al tercer día Jeroboam, con todo Israel, vino donde el rey, conforme a lo que les había dicho. [13] Pero el rey respondió al pueblo con dureza. En vez de seguir el consejo de los ancianos [14] les habló según lo que los jóvenes le habían aconsejado. [15] El rey no escuchó a la gente de Israel. Así lo había dispuesto Yavé, comprobándose la palabra de Yavé que el profeta Ajías había dicho a Jeroboam. [16] La gente de Israel comprendió que el rey no quería hacerles caso, y le respondieron en los mismos términos: «¿Qué tenemos que ver con David y con sus hijos? No es de nuestra familia, ¡arréglate con los tuyos, hijo de David! Los de Israel, vámonos.» Así, pues, los israelitas volvieron a sus tiendas. [17] Solamente los israelitas del sur, los del país de Judá, reconocieron a Roboam por su rey. [18] Entonces el rey envió a Adoniram, mayordomo de los trabajadores reclutados por el rey, pero los hombres de Israel le tiraron piedras hasta que murió. El propio Roboam tuvo que subirse a su carro para ir a refugiarse a Jerusalén. [19] De este modo se rebeló Israel contra la familia de David, y su rebeldía sigue hoy todavía. [20] Cuando todo Israel supo que Jeroboam había regresado, lo mandaron llamar a la asamblea y lo hicieron rey sobre todo Israel. No hubo quien siguiera el partido de la familia de David, a excepción de la tribu de Judá. [21] Al llegar Roboam a Jerusalén, reunió toda la tribu de Judá y la de Benjamín, ciento cincuenta mil hombres, guerreros escogidos, para pelear contra los de Israel y someterlos. [22] Pero Yavé dirigió esta palabra a Semeías, hombre de Dios: [23] «Habla a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, así como al pueblo de Judá y de Benjamín y al resto del pueblo, y diles de mi parte: [24] No suban a pelear contra sus hermanos de Israel. Que cada uno regrese a su casa, porque yo soy el que ha dispuesto lo sucedido.» Ellos hicieron caso de las palabras de Yavé y se volvieron, según lo que Yavé les había dicho. [25] Jeroboam fortificó Siquem, en los cerros de Efraím, y vivió en ella. Después se fue a Penuel y también la fortificó.

LA DIVISIÓN RELIGIOSA

[26] Jeroboam pensó: «El reino podría muy bien volver otra vez a los descendientes de David. [27] Si este pueblo continúa yendo a Jerusalén para ofrecer sus sacrificios en la Casa de Yavé, se reconciliarán con su señor Roboam, rey de Judá. Entonces me matarán y mi reino volverá a Roboam.» [28] Pidió consejo el rey, e hizo dos terneros de oro. Luego dijo al pueblo: «Déjense de ir a Jerusalén para adorar. Aquí están tus dioses, Israel, que te sacaron de Egipto.» [29] Colocó uno de los terneros en Betel, y el otro en Dan. [30] Este fue el origen del pecado. El pueblo llevó su ternero en procesión hasta Dan. [31] Jeroboam construyó santuarios en las lomas y estableció como sacerdotes a hombres comunes que no eran de la tribu de Leví. [32] También decretó una fiesta que se celebraba el quince del octavo mes, semejante a la que se celebraba en Judá, y en esta ocasión él mismo subió al altar. Esto ocurrió en Betel, donde ofreció sacrificios a los terneros, y estableció sacerdotes para los santuarios de las lomas que había levantado.

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[1] Muerto Salomón, se realiza lo anunciado por el profeta Ajías: se divide el reino. El autor destaca la culpabilidad y la insensatez de Roboam: el rey no escuchó al pueblo. Sin embargo, al separarse los de Israel, pierden el beneficio de las promesas que Dios había hecho a David y que no retiró a sus descendientes, aunque equivocados y culpables. El reino del norte, Israel, tendrá años de prosperidad, y de su pueblo saldrán grandes profetas: Elías, Eliseo, Os. Sin embargo, no habrá continuidad en el poder, y varios usurpadores se apoderarán de él, sin lograr que sus descendientes lo conserven. Parecería como que Dios trata a cada uno de ellos según sus propios méritos. Mientras tanto, en Judá, los reyes descendientes de David, buenos o malos, se suceden sin interrupción durante cuatro siglos: su historia está gobernada y dominada por la fidelidad de Dios. San Pablo dice que los hechos del Antiguo Testamento son figuras de lo que pasa con Jesús y su Iglesia (Hebreos 9). Aquí se puede ver una imagen de la división que desgarró más tarde a la única Iglesia de Cristo. En el siglo XV, la Iglesia se asemejaba a un imperio, con más afán de prestigio que de humilde servicio a Dios. Sus jefes impulsados por un deseo de dejar tras de sí un testimonio indestructible de su grandeza, aplastaban con impuestos a los fieles para financiar la construcción de basílicas suntuosas en vez de satisfacer la sed espiritual de los creyentes. Estos se rebelaron en nombre de un evangelio mejor vivido, y ése fue el comienzo del Protestantismo. Sin embargo, reconocer todo lo bueno que hay en los protestantes y evangélicos no impide ver cómo, después de separarse de los sucesores de los apóstoles, se enfrentan a una serie de divisiones y buscan la unidad de la fe sin lograrla. La Iglesia católica ha pasado por muchas crisis cuya responsabilidad le cabe en absoluto, y sin embargo parece que en cada oportunidad Dios la ha tratado según sus promesas y no según los méritos de ella, para ponerla nuevamente en vereda. Ella debe por cierto reconocer los aspectos tan poco evangélicos de sus estructuras y de su práctica presente, pero sabe que puede contar con la promesa de Cristo. Ella es el centro, el lugar de comunión, en cuyo derredor se deben reunir todos un día (véase Ez 16,52-59; Sal 87).

[26] Las doce tribus estaban unidas por la misma religión. Jeroboam se da cuenta de que su autoridad será débil mientras los israelitas suban a Jerusalén para ofrecer allí sus sacrificios. Afianza la separación política por un cisma, o sea, la separación religiosa. Al narrar la Biblia los hechos de los reyes de Israel, o sea del norte, siempre repite: «Siguieron cometiendo el pecado de Jeroboam». Así recalca la necesidad de permanecer unidos al centro que estableció Dios en Jerusalén. No basta pensar: «Servimos al mismo Dios», o «servimos a nuestra manera».Jeroboam es el modelo de otros gobiernos que, más tarde, quisieron hacer Iglesias nacionales: en Inglaterra, en tiempos de la Reforma; en Francia, después de la Revolución; en China y países socialistas, después de la revolución comunista. Muchos católicos fueron perseguidos y muertos por haber permanecido fieles a la única Iglesia, que debe ser católica, o sea, universal.

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