1A Reyes 18, 1 - 46

[1] Pasado mucho tiempo, Yavé habló a Elías, al tercer año, y le dijo: «Vete y preséntate a Ajab, pues nuevamente mandaré la lluvia sobre este país.» [2] Y partió Elías para presentarse a Ajab. En la ciudad de Samaria faltaban los alimentos, [3] así que llamó Ajab al administrador de su casa, de nombre Abdías. (Este Abdías era gran servidor de Yavé y, [4] cuando Jezabel exterminó a los profetas de Yavé, él había ocultado a cien profetas en dos cavernas, cincuenta en cada una, y después los había proveído de pan y agua.) [5] Dijo, pues, Ajab a Abdías: «Ven, vamos a recorrer el país por todas sus fuentes y todos sus torrentes para ver si encontramos algo de hierba para mantener los caballos y mulos sin que tengamos que suprimir el ganado.» [6] Se repartieron el país para recorrerlo: Ajab se fue solo por un camino y Abdías solo por otro. [7] Estando Abdías en camino, Elías le salió al encuentro. Lo reconoció Abdías y, cayendo con el rostro en el suelo, le dijo: «¿Eres tú Elías, mi señor?» [8] «Yo soy», respondió Elías. «Vete a decir a tu señor: Ahí viene Elías.» [9] Respondió Abdías: «¿Qué pecado he hecho para que me entregues en manos de Ajab? ¿Acaso quieres mi muerte? [10] Por Yavé, tu Dios, que no hay nación ni reino donde no haya mandado a buscarte, y cuando decían: «Elías no está aquí», les hacía jurar que no te habían encontrado. [11] Y ahora, ¿le voy a decir que tú estás aquí? [12] Sucederá que, en cuanto me aleje de ti, el espíritu de Yavé te llevará no sé dónde. Mientras tanto habré avisado a Ajab y él, al no hallarte, me matará. Sin embargo, yo soy siervo de Yavé desde mi juventud. [13] ¿Acaso nadie te ha hecho saber lo que hice, cuando Jezabel mataba a los profetas de Yavé, y cómo oculté a cien de ellos en dos cuevas, cincuenta en cada una, y los alimenté con pan y agua? [14] Y ahora tú quieres que avise al rey que estás aquí. Es seguro que me matará.» [15] Respondió Elías: «Por Yavé Sabaot, a quien sirvo, hoy mismo yo me presentaré a él.» [16] Abdías, pues, fue a transmitir este recado a Ajab, el cual volvió para ver a Elías.

EL SACRIFICIO DEL CARMELO

[17] Cuando Ajab vio a Elías, le dijo: «Ahí vienes, ¡peste de Israel!» [18] Contestó Elías: «No soy yo la peste de Israel, sino tú y tu familia, que han abandonado los mandamientos de Yavé para servir a Baal. [19] Ahora bien, manda que se reúnan conmigo en el monte Carmelo todos los israelitas y los cuatrocientos cincuenta profetas de Baal a quienes mantiene Jezabel.» [20] Ajab avisó a todo el pueblo de Israel y reunió a todos los profetas de Baal en el monte Carmelo. [21] Entonces Elías se dirigió a todo el pueblo: «¿Hasta cuándo van a danzar de un pie en el otro? Si Yavé es Dios, síganlo; si lo es Baal, síganlo a él.» El pueblo quedó callado. [22] Entonces Elías les dijo: «Yo solo he quedado de los profetas de Yavé. En cambio los profetas de Baal son cuatrocientos cincuenta. [23] Que nos den dos novillos; que ellos elijan uno, que lo despedacen y lo pongan sobre la leña para el sacrificio sin prenderle fuego. Yo haré lo mismo con el otro y lo pondré sobre la leña sin prenderle fuego. [24] Ustedes, pues, rogarán a su Dios y yo invocaré el Nombre de Yavé. El verdadero Dios es el que responderá enviando fuego.» El pueblo respondió: «Está bien.» [25] Entonces Elías dijo a los profetas de Baal: «Elíjanse un novillo y prepárenlo primero ustedes, ya que son más numerosos, e invoquen el nombre de su dios.» [26] Tomaron el novillo, lo prepararon y estuvieron rogando desde la mañana hasta el mediodía, diciendo: «Baal, respóndenos.» Pero no se oyó ni una respuesta, y danzaban junto al altar que habían hecho. [27] Cuando llegó el mediodía, Elías empezó a burlarse de ellos, diciendo: «Griten más fuerte, cierto que Baal es Dios, pero debe estar ocupado, debe andar de viaje, tal vez está durmiendo y tendrá que despertarse.» [28] Ellos gritaron más fuerte y, según su costumbre, empezaron a hacerse tajos con cuchillo hasta que les brotó la sangre. [29] Pasado el mediodía cayeron en trance hasta la hora en que se ofrecen los sacrificios de la tarde, pero no se escuchó a nadie que les diera una respuesta o una señal de aceptación. [30] Entonces Elías dijo a todo el pueblo: «Acérquense a mí.» Todos se acercaron a él. Arregló el altar de Yavé, que había sido destruido, [31] tomó doce piedras, según el número de las tribus de los hijos de Jacob, a quien Yavé se había dirigido para darle el nombre de Israel, [32] y levantó un altar a Yavé; en seguida hizo alrededor del altar una zanja que contenía como treinta litros, [33] acomodó la leña, descuartizó el novillo, y lo puso sobre la leña. [34] Ordenó entonces: «Lleven cuatro cántaros de agua y échenla sobre la víctima y sobre la leña.» La echaron y Elías dijo: «Otra vez.» Y tres veces hicieron lo mismo. [35] El agua corrió alrededor del altar y hasta la zanja se llenó de agua. [36] A la hora en que se hacen los sacrificios, la tarde, se acercó el profeta Elías y oró así: «Yavé, Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, que se sepa hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu servidor y que por orden tuya he hecho todas estas cosas. [37] Respóndeme, Yavé. Respóndeme y que todo el pueblo sepa que tú eres Dios, y que tú conviertes sus corazones.» [38] Entonces bajó el fuego de Yavé, que devoró al novillo del sacrificio y la leña, y absorbió el agua de la zanja. [39] Viendo esto, el pueblo cayó, rostro en tierra, y exclamó: «¡Yavé es Dios! ¡Yavé es Dios!» [40] Elías dijo: «Apresen a los profetas de Baal: que no escape ninguno.» Una vez apresados, Elías los hizo bajar al torrente de Cisón, y los degolló allí. [41] Luego Elías le mandó decir a Ajab: «Come y bebe ahora, porque ya siento ruido de lluvia que cae.» [42] Subió Ajab a comer y beber, mientras que Elías subía a la cumbre del monte Carmelo, donde se postró con el rostro entre las rodillas. [43] Dijo a su muchacho: «Sube y mira para el mar.» Este fue a mirar, y dijo: «No veo nada.» Elías ordenó: «Vuelve hasta siete veces.» [44] A la séptima vez, el muchacho dijo: «Veo una nube pequeña, como la palma de la mano, que sube del mar.» Entonces Elías le mandó decir a Ajab: «Prepara tu carro y baja para que no te detenga la lluvia.» [45] Empezó a soplar el viento y las nubes oscurecieron el cielo, hasta que cayó una gran lluvia. Ajab entonces subió a su carro y se fue a Jezrael. [46] Yavé tenía con su mano a Elías; éste se amarró el cinturón y se puso a correr delante de Ajab hasta la entrada de Jezrael.

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[17] El sacrificio del monte Carmelo es una de las grandes manifestaciones de Dios en el Antiguo Testamento. Yavé se adelanta para conmover a un pueblo indiferente. Baal o Yavé. El pueblo no ve claramente la diferencia entre los dos. Los considera como dos poderes o personas dotadas de capacidades diferentes, pero igualmente útiles. Yavé es Dios de la raza, auxilio seguro en el combate. Baal, al contrario, es un dios al servicio del campesino: con mandas y fiestas se le pide lluvia. ¿Hasta cuándo bailarán de un pie en el otro? Elías obliga a los israelitas a que se definan. El creyente no debe tener dos patrones:- Dios o el dinero (Mt 6,24).- Por o contra Cristo (Mt 12,30).- El éxito inmediato o la vida eterna (Mc 8,35).- Miembro activo de la comunidad cristiana, o oyente tibio que Dios un día vomitará por su boca (Ap 3,6).El verdadero Dios es el que responderá enviando fuego. Esta será la señal. El fuego que destruye, purifica, transforma; el fuego que permite consagrar a Dios las víctimas sacrificadas. También Israel necesita ser transformado «por el fuego», y más tarde Jesús anunciará que nos viene a bautizar, o sea, purificar y renovar «por el fuego y el Espíritu Santo» (ver Lc 3,16).Rogaron a Baal, pero no hubo respuesta. Los que leemos las burlas de Elías contra Baal, ¿estamos convencidos de que Dios responde y escucha nuestra oración? Dios no tiene obligación de satisfacer todos nuestros deseos, pero nosotros tenemos la obligación de pedirle de tal forma y con tanta perseverancia, que dé pruebas manifiestas de su presencia entre nosotros. Tú eres el que convierte sus corazones. El fuego, el milagro, la lluvia no tienen otro fin: Yavé ama a Israel y quiere despertar nuevamente su amor. No quiere asustarlo o dejarlo maravillado, sino, más bien, que esos hombres descubran que Dios vive, y se preocupen por buscarlo. La victoria del Carmelo es la victoria de Yavé. También es la victoria de Elías. Dios necesita del hombre y salva por medio de hombres. Nos choca la matanza que sigue; pero Elías vivía en un mundo violento en que la muerte era la suerte normal de los vencidos, y él pensaba de acuerdo con su tiempo. Además, esta matanza brutal nos enseña que perder la vida no es cosa tan grave como vivir al servicio de valores falsos, engañándonos y engañando a los demás.

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