1A Reyes 6, 1 - 38

SALOMÓN CONSTRUYE EL TEMPLO

[1] El cuarto año de su reinado sobre Israel, Salomón empezó a construir la Casa de Yavé. Era el año cuatrocientos ochenta después de la salida de los israelitas de la tierra de Egipto. Era el segundo mes del año (mes de Ziv). [2] La Casa tenía treinta metros de largo, diez metros de ancho y quince metros de alto. [3] El vestíbulo que precedía al Santuario de la Casa tenía diez metros de ancho y cinco metros de fondo. [4] Salomón hizo en la Casa ventanas con rejas. [5] Edificó, junto al muro de la Casa, una galería en torno al Santuario y al Lugar Santísimo, e hizo habitaciones laterales alrededor. [6] La galería inferior tenía dos metros y medio de ancho, la intermedia tenía tres, y la tercera tres metros y medio de ancho, porque fue rebajando alrededor del templo, por la parte exterior, para no empotrar las vigas en las paredes de la Casa. [7] La Casa fue construida con piedras labradas de antemano en las mismas canteras, a fin de que en la construcción no se escucharan ni martillazos ni ningún ruido producido por instrumentos de hierro. [8] La entrada del piso de abajo estaba en el ala derecha de la Casa y por una escalera se subía al otro piso y, de éste, al de arriba. [9] Cuando se terminó la construcción de la Casa, Salomón le puso un cielo raso de artesones sobre vigas de cedro. [10] Sobre todo el largo de la Casa se edificó la galería; cada uno de sus pisos tenía dos metros y medio de altura. [11] Yavé habló a Salomón y le dijo: «Si caminas según mis preceptos, [12] si obras según mis normas y guardas todos mis mandamientos, yo cumpliré lo que dije a tu padre David acerca de ti. [13] Habitaré en medio de los hijos de Israel, en esta Casa que estás construyendo, y no abandonaré a mi pueblo.» [14] Salomón llevó hasta su término la construcción de la Casa de Yavé. [15] Cubrió las paredes de la Casa al interior con planchas de madera de cedro desde el suelo hasta las vigas, quedando así todo el interior de madera. El suelo lo cubrió con planchas de ciprés. [16] Dispuso en el fondo de la casa un Lugar Santísimo, de diez metros de largo, forrado de cedro desde el piso hasta las vigas. [17] La parte anterior de la casa, el Lugar Santo, medía veinte metros. [18] En todo el interior, la madera estaba esculpida con figuras de calabazas y guirnaldas de flores. Así, todo era de cedro y no se veía la piedra. [19] El Lugar Santísimo, en lo más interior de la Casa, estaba destinado para recibir el Arca de la Alianza de Yavé; [20] tenía diez metros de largo, diez de ancho y diez de alto, y estaba cubierto de oro fino. [21] En la parte anterior de la Casa levantaron un altar de cedro cubierto de oro. [22] Salomón cubrió todo el edificio de oro, absolutamente todo. [23] Dentro del Lugar Santísimo, puso dos querubines hechos de madera de olivo silvestre, de cinco metros de alto. [24] Cada una de sus alas tenía dos metros y medio de largo, de manera que había cinco metros de una punta a la otra de las alas. [25] Los dos querubines tenían exactamente la misma hechura [26] y las mismas medidas: cinco metros de alto. [27] Colocó los querubines dentro de la Casa, con las alas desplegadas, de manera que, por el lado exterior un ala tocaba la pared y, en el medio de la Casa, las alas de ambos se tocaban. [28] Salomón cubrió de oro los dos querubines. [29] Las paredes de la Casa fueron esculpidas en todo su contorno, con figuras de querubines, de palmas y guirnaldas de flores, tanto en el interior del Lugar Santísimo como en la parte anterior. [30] Salomón cubrió de oro el piso, tanto en el Lugar Santísimo como en la parte anterior. [31] Hizo la puerta del Lugar Santísimo de madera de olivo silvestre. El dintel y los postes ocupaban la quinta parte del total de la puerta. [32] Esculpió en ellas figuras de querubines, palmas y guirnaldas de flores, y revistió con oro tanto los querubines como las palmas. [33] A la entrada del Lugar Santo puso puertas con postes de olivo silvestre, siendo las dos hojas de madera de ciprés. [34] Ambas hojas eran de dos tablones unidos por bisagras. [35] Estas también se esculpieron con querubines, palmas y guirnaldas de flores, y todo se cubrió con láminas de oro. [36] Luego edificó el patio interior con tres filas de piedras y, arriba, tablones de cedro. [37] El cuarto año del reinado de Salomón, en el mes de Ziv, se pusieron los cimientos de la Casa de Yavé, [38] y el año once, en el mes de Bul, que es el mes octavo, fue terminada en todas sus partes, conforme a todos los planos. La construcción había demorado siete años.

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[1] La primera construcción de Salomón es la Casa de Yavé, o sea, el Templo de Jerusalén.La tienda del Arca, en el desierto, había sido el centro de un culto como el de las tribus nómadas. En adelante, el Templo, bastante parecido a los templos cananeos, sería el centro de una cultura urbana y sedentaria. Los sacrificios y fiestas que allí se celebraban eran imitadas del culto de los cananeos; Israel empieza una nueva etapa de su cultura y también el culto se adapta a su nueva situación. Está el deseo sincero de honrar a Yavé, dándole una casa que sea la más hermosa de todas. Por eso, el Templo es llamado siempre, en la Biblia, la Casa de Yavé .Por otra parte, el pueblo quiere manifestar su éxito, y se siente orgulloso de tener un templo que haga competencia a los de otros pueblos. También está el anhelo de tener algo hermoso que sea como una imagen visible de la gloria de Dios invisible. Para los israelitas, el Templo de Jerusalén era el pedestal del Templo invisible donde Yavé está en su Gloria. Este había prohibido representarlo bajo la figura de criaturas; pero, al menos, se podía adornar la Casa con oro y maderas preciosas. Está por fin la inquietud de tener a Dios presente para que proteja a su pueblo. Al mismo tiempo que Yavé dice no tener otro templo que el universo entero (8,27), desea también estar presente materialmente en medio de su pueblo ( Deut 12,5). En Jerusalén, Yavé está «en su santa morada» (Jer 25,30), y para defender a su pueblo (Is 31,5).Semejantes en esto a Salomón, los reyes y poderosos de los siglos pasados quisieron adornar las iglesias con oro y plata; pensaron que la Casa de Dios debía ser más hermosa todavía que la suya propia. Respetemos su piedad; pero hoy comprendemos que diferentes criterios rigen la ciudad de Dios y la de los hombres. La riqueza de los templos no nos ayuda siempre a descubrir lo más grande de Dios.

[14] La parte más sagrada del Templo, el Lugar Santísimo, no contenía más que el Arca con las piedras en forma de tablas, donde se había firmado la alianza del pueblo con Yavé. Ante esta sala, estaba el Lugar Santo, en el que ardían los candeleros sagrados y se quemaban perfumes, además de los doce panes ofrecidos cada semana (ver 1 Sam 21,5). Un vestíbulo completaba la casa y, alrededor, estaban los patios, amplios y espaciosos, donde permanecía la gente. Esta disposición de varias salas que preceden al lugar más sagrado, es común a muchas religiones antiguas. Así se daba a entender que el hombre no puede acercarse a Dios sin una debida preparación. Aun cuando Yavé permanece en medio de su pueblo, su misterio queda inaccesible. Esta disposición refleja de alguna manera lo que existe en el hombre mismo, verdadero Templo de Dios. En nosotros hay un lugar más íntimo, donde está presente Dios (ver Juan 14,23). Cuando Jesús nos pide «encontrar al Padre en lo secreto» (Mateo 6,6), no se trata tanto de orar en un lugar apartado, como de buscar, dentro de nosotros, el Lugar Santísimo donde el Espíritu comunica su manera de sentir.

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