2A Reyes 22, 1 - 20

DESCUBRIMIENTO DE LA LEY

[1] Josías tenía ocho años cuando comenzó a gobernar, y reinó durante treinta y un años en Jerusalén. Su madre era Jedidá, hija de Asías, de Boscat. [2] El hizo en todo lo que es recto a los ojos de Yavé, y siguió las huellas de David, su padre, sin desviarse para ningún lado. [3] En el año dieciocho de su reinado, el rey Josías mandó a su secretario Safán, hijo de Asalía, hijo de Mesulán, a la Casa de Yavé, diciéndole: [4] «Sube donde el sumo sacerdote Helquías, y dile que funda el dinero que la gente ofrece para la Casa de Yavé y que recogen los guardias de las puertas, [5] y cuando lo haya fundido, que se lo entregue a los encargados de la Casa de Yavé. Con ese dinero pagarán a los que están haciendo las reparaciones de la Casa. [6] Páguese con ello a los carpinteros y obreros de la construcción. Igualmente compren la madera y las piedras necesarias para las reparaciones de la Casa. [7] Pero no se les pida cuenta de los gastos hechos, pues son gente honrada.» [8] Al recibirlo, el sumo sacerdote Helquías dijo al secretario Safán: «He hallado el libro de la Ley en la Casa de Yavé.» Helquías entregó el libro a Safán, que lo leyó. [9] Luego fue Safán donde el rey para decirle: «Hemos reunido el dinero que estaba en la Casa, y ha sido entregado a los encargados de la Casa para hacer las reparaciones.» [10] Después, Safán anunció al rey: «El sacerdote Helquías me ha entregado un libro.» Y Safán leyó el libro para que lo conociera el rey. [11] Al escuchar lo que decía el libro, el rey rasgó sus vestidos [12] y ordenó a Helquías, a Ajicam, a Acbor, al secretario Safán y a Asías, su ministro, lo siguiente: [13] «Vayan a consultar a Yavé sobre lo que dice este libro que encontraron. Consulten por mí, por el pueblo y todo Judá; porque nuestros padres no escucharon lo que dice este libro, ni escucharon sus ordenanzas, y por eso es grande el enojo de Yavé contra nosotros.» [14] El sacerdote Helquías, Ajicam, Acbor, Safán y Asías, fueron a consultar a la profetisa Joldá, esposa de Salum, hijo de Ticva, hijo de Jarjas, encargado del vestuario. Ella vivía en Jerusalén en la ciudad nueva. [15] Ella les contestó: «Esto dice Yavé: [16] Voy a traer el mal sobre este lugar y sobre sus habitantes, según todas las palabras del libro que ha leído el rey de Judá, [17] porque ellos me han abandonado y han quemado incienso en honor de otros dioses. Por todo lo que han hecho, estoy enojado contra este lugar, y el fuego de mi cólera no se apagará. [18] Ustedes transmitirán esta respuesta al rey de Judá, que los ha enviado a consultar a Yavé: Esto dice Yavé, Dios de Israel: No te alcanzarán las amenazas de este libro, [19] porque tu corazón se ha conmovido y has hecho penitencia en la presencia de Yavé al oír lo que he dicho contra este lugar y contra sus habitantes, pues este lugar será desolado y maldito. Pero tú has rasgado tus vestiduras y has llorado ante mí, y yo te he escuchado, dice Yavé. [20] Por eso voy a reunirte con tus padres; morirás y serás sepultado en paz, sin haber visto ninguno de los males que voy a mandar contra este lugar.»

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[1] Josías siguió el recto camino, como David, su padre. En los últimos días del reino de Judá, un rey «semejante a David» va a dedicarse a una renovación de la fe y de la Alianza de Yavé, y a una reconquista del territorio de los antepasados. Muertos los reyes perseguidores, los fieles despiertan lentamente. En el año 622 antes de Cristo, el descubrimiento casual de la «Ley» sacude el reino.He hallado el libro de la Ley en la Casa de Yavé. Durante los reinados precedentes, los libros sagrados habían sido olvidados o escondidos. Lo que se descubrió fue seguramente lo esencial del Génesis, del Exodo y del Deuteronomio. Este último se debía principalmente a los levitas y sacerdotes que llegaron del norte a la caída de Samaria. Insistía sobre la fidelidad a la Alianza de Yavé, afirmando sin vacilar que éste era asunto de vida o muerte para el pueblo de Dios. Se puede notar el impacto de la palabra sagrada. Desde ese momento, Josías (que tiene entonces veintiséis años) se dedica antes que nada a modelar su vida y la de su pueblo sobre las exigencias de la Ley. Se da cuenta que la protección de Yavé es lo único que puede salvar a su pueblo frente a las grandes naciones. La descripción de todo lo que hubo de destruir da una idea de la ola de paganismo que, en tiempo de Manasés, lo había sumergido todo.

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