Lucas 16
EL ADMINISTRADOR ASTUTO [1] Jesús dijo también a sus discípulos: «Había un hombre rico que tenía un administrador, y le vinieron a decir que estaba malgastando sus bienes. [2] Lo mandó llamar y le dijo: «¿Qué oigo decir de ti? Dame cuenta de tu administración, porque ya no continuarás en ese cargo.» [3] El administrador se dijo: «¿Qué voy a hacer ahora que mi patrón me despide de mi empleo? Para trabajar la tierra no tengo fuerzas, y pedir limosna me da vergüenza. [4] Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me quiten el cargo, tenga gente que me reciba en su casa.» [5] Llamó uno por uno a los que tenían deudas con su patrón, y dijo al primero: [6] «¿Cuánto debes a mi patrón?» Le contestó: «Cien barriles de aceite.» Le dijo el administrador: «Toma tu recibo, siéntate y escribe en seguida cincuenta.» [7] Después dijo a otro: «Y tú, ¿cuánto le debes?» Contestó: «Cuatrocientos quintales de trigo.» Entonces le dijo: «Toma tu recibo y escribe trescientos.» [8] El patrón admiró la manera tan inteligente de actuar de ese administrador que lo estafaba. Pues es cierto que los ciudadanos de este mundo sacan más provecho de sus relaciones sociales que los hijos de la luz. [9] Por eso les digo: Utilicen el sucio dinero para hacerse amigos, para que cuando les llegue a faltar, los reciban a ustedes en las viviendas eternas. [10] El que ha sido digno de confianza en cosas sin importancia, será digno de confianza también en las importantes y el que no ha sido honrado en las cosas mínimas, tampoco será honrado en las cosas importantes. [11] Por lo tanto, si ustedes no han sido dignos de confianza en manejar el sucio dinero, ¿quién les va a confiar los bienes verdaderos? [12] Y si no se han mostrado dignos de confianza con cosas ajenas, ¿quién les confiará los bienes que son realmente nuestros? [13] Ningún siervo puede servir a dos patrones, porque necesariamente odiará a uno y amará al otro o bien será fiel a uno y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero. [14] Los fariseos escuchaban todo esto, pero se burlaban de Jesús porque eran personas apegadas al dinero. El les dijo: [15] «Ustedes aparentan ser gente perfecta, pero Dios conoce los corazones, y lo que los hombres tienen por grande, lo aborrece Dios. [16] La época de la Ley y de los Profetas se cerró con Juan. Desde entonces se está proclamando el Reino de Dios, y cada cual se esfuerza por conquistarlo. [17] Más fácil es que pasen el Cielo y la tierra, que no que deje de cumplirse una sola letra de la Ley. [18] Todo hombre que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio. Y el que se casa con una mujer divorciada de su marido, también comete adulterio. EL RICO Y LÁZARO [19] Había un hombre rico que se vestía con ropa finísima y comía regiamente todos los días. [20] Había también un pobre, llamado Lázaro, todo cubierto de llagas, que estaba tendido a la puerta del rico. [21] Hubiera deseado saciarse con lo que caía de la mesa del rico, y hasta los perros venían a lamerle las llagas. [22] Pues bien, murió el pobre y fue llevado por los ángeles al cielo junto a Abraham. También murió el rico, y lo sepultaron. [23] Estando en el infierno, en medio de los tormentos, el rico levantó los ojos y vio a lo lejos a Abraham y a Lázaro con él en su regazo. [24] Entonces gritó: «Padre Abraham, ten piedad de mí, y manda a Lázaro que moje en agua la punta de su dedo y me refresque la lengua, porque me atormentan estas llamas.» [25] Abraham le respondió: «Hijo, recuerda que tú recibiste tus bienes durante la vida, mientras que Lázaro recibió males. Ahora él encuentra aquí consuelo y tú, en cambio, tormentos. [26] Además, mira que hay un abismo tremendo entre ustedes y nosotros, y los que quieran cruzar desde aquí hasta ustedes no podrían hacerlo, ni tampoco lo podrían hacer del lado de ustedes al nuestro.» [27] El otro replicó: «Entonces te ruego, padre Abraham, que envíes a Lázaro a la casa de mi padre, [28] a mis cinco hermanos: que vaya a darles su testimonio para que no vengan también ellos a parar a este lugar de tormento.» [29] Abraham le contestó: «Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen.» [30] El rico insistió: «No lo harán, padre Abraham; pero si alguno de entre los muertos fuera donde ellos, se arrepentirían.» [31] Abraham le replicó: «Si no escuchan a Moisés y a los profetas, aunque resucite uno de entre los muertos, no se convencerán.»
EL DINERO Y LOS AMIGOS
[1] Jesús no se preocupa por calificar las incorrecciones del mayordomo, sino que destaca su inteligencia para asegurar su porvenir; este hombre supo descubrir a tiempo que los amigos duran más que el dinero. Asimismo, los hijos de la luz deben quitar al dinero su aureola de bien supremo. Pues parece que el dinero, puesto en un lugar seguro, es el medio para asegurar nuestra existencia y nuestro porvenir. Por el contrario, Jesús nos pide que pongamos el dinero en circulación y que lo cambiemos, sin vacilar, por algo más precioso, como son los lazos de mutuo agradecimiento.No somos propietarios, sino mayordomos de nuestros bienes, y los debemos administrar para bien de todos. El dinero no es algo malo, siempre que lo usemos como un medio que facilita los intercambios. Sin embargo, Jesús lo llama injusto (aquí pusimos la palabra sucio), porque el dinero no es el bien verdadero, el que nos hace justos, o sea, tales como Dios nos quiere; y porque no se puede acumular el dinero sin faltar a la confianza en el Padre y hacer daño al prójimo.El dinero es lo que el hombre adquiere o pierde, y no puede integrarse a su persona. Por lo tanto, no forma parte de los bienes que son realmente nuestros (12).
LOS RICOS
[13] Los fariseos se burlaban de Jesús. Lucas hace resaltar, más que los otros evangelistas, la incompatibilidad entre la religión verdadera y el apego al dinero. Los fariseos podían justificar su amor al dinero con la misma Biblia, pues en los primeros tiempos los judíos veían en las riquezas una bendición de Dios. Consideraban las riquezas como la recompensa que Dios da a los que le son fieles y que conocen, al mismo tiempo, la manera de actuar en este mundo. Pero con el correr del tiempo, reconocieron que el dinero era más bien un peligro y que, a menudo, era el privilegio de los incrédulos y de los sinvergüenzas (Sal 49; Job).Sin embargo, le basta a uno tener dinero para convencerse de que posee la verdad. De ahí que los fariseos se sintieran autorizados para juzgar y decidir en las cosas de Dios. Después de ellos no han faltado cristianos que, perteneciendo a los círculos influyentes, proyectaron extender el Reino de Dios con los recursos del dinero y del poder, y luego se consideraron como los administradores de este Reino. Pero el dinero, a su vez, posee a quienes lo poseen, y se llega rápidamente a justificar un orden moral que encubre sus propios privilegios, olvidando los valores evangélicos de justicia, de humildad y de pobreza. Al final, la Iglesia es la que se ve despreciada por los que buscan a Dios.¿Por qué en la Iglesia tantos cristianos de ambientes populares se han sentido acomplejados frente a los de situación pudiente? Se han acostumbrado a verlos encabezar las organizaciones de la Iglesia y a recibir de ellos la palabra de Dios, a pesar de las advertencias de Jesús.
LA LEY
[16] A continuación vienen tres sentencias de Jesús que no tiene otro enlace que el de referirse las tres a la Ley. La Ley designaba el conjunto de leyes que Dios había dado a los judíos. Por otra parte, la Ley y los Profetas era una manera de designar la Biblia. Aquí Jesús usa esta expresión para señalar los tiempos del Antiguo Testamento, o sea, todo lo que había preparado su propia venida.No dejará de cumplirse una sola letra de la Ley. Es decir, que todo en ella tenía su razón de ser. No obstante eso, Jesús afirma que con él se da el paso decisivo. Lo que era preparación ya no se tendrá que cumplir como se hacía antes: ver en Mt 5,17-20.Los judíos que practicaban la Ley y, en especial, los que habían seguido a Juan Bautista, necesitaban dar un paso para creer en Jesús y, con esto, conquistar el Reino de Dios (Lc 7,24). Pues a pesar de las apariencias, es mucho más fácil cumplir prácticas religiosas y observar leyes y ayunos, que creer y arriesgarse hacia lo desconocido, siguiendo a Jesús crucificado.
EL INFIERNO
[19] Esta parábola habla de la división del mundo entre ricos y miserables. La ley fatal del dinero lleva al rico a vivir aparte: alojamiento, movilización, diversiones, atención médica. La pared que construyó el rico en la presente vida será, después de su muerte, un abismo que nadie podrá salvar. El que haya aceptado esta separación, se verá puesto al otro lado para siempre.Un pobre llamado Lázaro. Jesús da un nombre al pobre, pero no al rico, trastocando así el orden de la sociedad presente, que trata como persona al «señor X», pero no al trabajador común y corriente. También vemos que Lázaro, al morir, encuentra a muchos amigos: los ángeles y Abrahán, padre de los creyentes. El rico, en cambio, ya no tiene amigos o abogados para arreglar su situación; el infierno es soledad.Algunos desearían saber cuál fue el pecado del rico para que fuera condenado al infierno. ¿Acaso negaba a Lázaro las migajas de su mesa? Pero eso no lo dice el Evangelio: sencillamente el rico no veía a Lázaro echado a su puerta. Acuérdate de que recibiste tus bienes durante tu vida.El rico no veía a Lázaro que estaba a su puerta. El Lázaro actual constituye toda una legión y está a nuestra puerta; se llama tercer o cuarto mundo. A escala mundial los países más desarrollados y las minorías privilegiadas se han apoderado de la mesa a la que todos tenían derecho, esto es, del poder real y de la cultura que imponen los medios de comunicación de masas. Las industrias nacionales y las fuentes de empleo han sido destruidas por la libertad de comercio que no está sujeta a ninguna moral social, y centenas de millones de Lázaros se hunden en la marginalidad hasta morir de miseria o por la violencia nacida de una vida deshumanizada.Lázaro es mantenido a distancia de los barrios residenciales con policías, perros y alambres. Hubiera deseado saciarse con las migajas que sobran del banquete, pero son pocas las que caen en el suelo de la patria, después que todo se gastó en productos importados o se depositó en bancos extranjeros. Lázaro vive entre escombros e inmundicias: se hace prostituta, carterista, lanza, hasta que una muerte prematura le permita encontrar a alguien que lo quiera: en la compañía de Abraham y de los ángeles. Y tendrá por fin una patria, allí donde otros ya no puedan despojarlo, vigilarlo y apalearlo en nombre de su propia seguridad. Mientras tanto, el rico no se afana tanto por gozar de la vida como por convencerse a sí mismo de que él tiene razón; hasta la Iglesia debería justificarlo. Y es esta perversión de su mente que lo lleva al infierno después de haberle inspirado odio o desprecio por todos los que proclaman las exigencias de la justicia enseñadas por Moisés y los Profetas, o sea, por la Biblia.Si no escuchan... (31). La parábola de Lázaro y del rico no sólo nos recuerda las exigencias del amor al prójimo, sino que también nos habla de la importancia única de la palabra de Dios. Muchos cristianos corren tras visiones, apariciones o milagros, y durante ese tiempo dejan de lado la palabra de Dios. Quisieran saber... pero no se ponen a la escucha de Dios. Unicamente esta palabra podría convertir a los hermanos del rico y salvarlos.
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